Manuel E. Yepe - Cubainformación.- A mi juicio, la revolución cubana está en el deber y la necesidad de abrir espacio a todo propósito individual o colectivo que converja hacia el objetivo de garantizar la independencia, afirmar la identidad nacional y alcanzar la más amplia justicia social. Tales son las aspiraciones por los que han luchado los revolucionarios cubanos desde la sexta década del siglo XIX.

Los límites (de lo que cabe y de lo que es necesario excluir) están determinados a su vez por la seguridad del proceso político en curso, amenazado por la superpotencia contrarrevolucionaria de nuestros tiempos, porque una revolución solo es verdadera si sabe defenderse y puede subsistir.


Señalo esto a propósito de un despacho fechado en La Habana el 22 de julio de 2008 por el corresponsal en Cuba de BBC Mundo, Fernando Raysberg, acerca de una entrevista con Manuel Cuesta, a quien califica de “líder de un recién fundado partido político único de tendencia socialdemócrata, nacido de la fusión de dos grupos opositores de Cuba y otro de Miami”.

El “líder” de la peculiar agrupación asegura haber convertido el grupo opositor que él dirigía en el partido por excelencia de la izquierda democrática, dentro y fuera de Cuba, y explicó que en la fundación participaron alrededor de cincuenta disidentes, venidos de toda la isla.

Aseguró que su nuevo partido se propone comenzar con 400 miembros en toda la isla y proyecta crear una red de simpatizantes “por un cambio tranquilo”. En el pasado dedicábamos más tiempo a cuestiones abstractas, relacionadas con las libertades políticas. Ahora, reconocemos "los logros que se han obtenido en la salud pública y en la educación (…), y que en los cubanos hay un fuerte sentimiento de independencia. Aseveró que no reciben ayuda de Washington y  que son contrarios al embargo de Estados Unidos.

Para el corresponsal de la BBC, “a pesar de su pequeñez, el movimiento socialdemócrata tiene características propias que podrían convertirlo en una alternativa política nacional, ya que se trata de la fuerza opositora más potable del espectro, tanto para la población como para el gobierno”.

“Su posición crítica ante las políticas de Estados Unidos contra Cuba, que incluye un rechazo sin matices del embargo económico, hace muy difícil acusarlos de ser mercenarios pagados por Washington”, opina el periodista.

También considera que “el discurso de cara a la población podría resultar más cercano en la medida en que ellos se plantean mantener los logros de la Revolución como la salud y la educación, a los cuales la mayoría de los ciudadanos no parece dispuesta a renunciar”.

Pero aclara que “no se puede confundir el potencial con la realidad y la realidad es que los socialdemócratas continúan siendo, junto al resto de los grupos opositores, una fuerza de apenas unas pocas miles de personas”.

“Hasta ahora, ninguna organización política ha sido capaz de activar y organizar a ese 10% de la población que en cada elección rechaza las propuestas gubernamentales, absteniéndose de votar, votando en blanco o anulando el voto”, concluye el corresponsal de la radiodifusión británica.

Me llamó la atención la coincidencia de la publicación de esta entrevista con la aparición en el diario El Nuevo Herald, de Miami, de un artículo con la firma de Alejandro Armengol titulado de “Por un nuevo anticastrismo” que parece reflejar la intención de poner en práctica el “Carril 2” en la Ley Torricelli de 1992, que es el que expresa la intención destruir la revolución desde adentro.

“El nuevo anticastrismo admite el diálogo con Cuba, que no es sinónimo de complicidad con La Habana. Reniega de farsantes y legisladores que en realidad no los representan en Washington. No quiere agitadores en el Congreso, sino hombres y mujeres capaces, que se preocupen por los problemas de sus distritos. Rechaza la demagogia porque la conoce demasiado. Esta a favor de la cordura y la simpatía. Huye de discursos altisonantes de cualquier orilla. No quiere una vuelta al pasado. Apuesta por el futuro”.

La razón por la que existe en Cuba un solo partido unificador de las fuerzas de todos los patriotas la dio José Martí en 1895 al crear, con esas características, el Partido Revolucionario Cubano, raíz del actual Partido Comunista de Cuba con el objetivo de perseverar en el empeño revolucionario de independizar a la nación del yugo colonial español y evitar que el gobierno de los Estados Unidos consume su propósito confeso de adueñarse de la isla. Nada justificaría que los cubanos arriaran esas banderas de combate cuando Washington hace tanto por impedirles el derecho a ejercer la plena independencia sin respetarles el derecho a darse la forma de gobierno y sociedad que el pueblo ha decidido, sin imposiciones.

Todas las ideas justas, pueden insertarse en el sistema político que el pueblo cubano se ha dado con su revolución y este precepto podría cumplirse mejor, en la medida en que cese la interferencia estadounidense en los asuntos internos de Cuba. 

Contra Cuba
Razones de Cuba - Tomado de Cuba en Resumen
William LeoGrande, decano emérito de la Facultad de Asuntos Públicos de la American University en Washington, D.C. Foto: American University Washington DC....
Lo último
La Columna
La Revista