Canal Caribe - Foto: naarea.com (tomada de La Jiribilla).- Las últimas tres semanas Cuba ha padecido constantes confrontaciones, debates entre conocidos y desconocidos, en espacios formales o no, donde el respeto es tarjeta de presentación o por el contrario lidiamos con las redes sociales. Existen diferentes visiones en torno a los mismos problemas, pero solo existe una verdad que vive amenazada y saboteada por las Fake News, el odio y así es como se gesta la desestabilización psicosocial con que se ataque desde fuera al pueblo cubano.


Breves reflexiones: Cuba y la guerra mediática

Rubén A. Rodríguez Vicente

La Jiribilla

Desde el comienzo de la actual pandemia se ha acentuado la formación de estados de opinión desfavorables al gobierno cubano dentro y fuera del escenario nacional. Estas posturas son promovidas e impulsadas principalmente por los Estados Unidos desde medios de comunicación no oficiales, que se valen del reciente acceso a Internet por parte de la población de la Isla. Desde estas premisas pueden plantearse las siguientes interrogantes: ¿Qué intereses se mueven detrás del telón? ¿Cómo funciona en la actualidad?

El gobierno de los EE. UU. ha logrado establecerse como la potencia hegemónica mundial, a tal punto que negar su influencia en el destino de otros países es imposible. Su poder se debe, principalmente, al control de la política mundial a través de organizaciones económicas como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Por otro lado, las empresas multinacionales logran materializar sus intereses económicos a través del soborno justificado en donaciones y auspicios, ya sea a figuras políticas específicas o partidos políticos. Cuba ha sido afectada por estas dinámicas de una manera peculiar.

La innegable influencia del triunfo de la Revolución cubana en la mayoría de la población y las nuevas promesas de cambios sociales, auguraban el fin de una etapa provechosa para las empresas americanas. El nuevo gobierno anunció en agosto de 1960 la decisión de nacionalizar las compañías estadounidenses con el fin de adjudicarle al país el control de la extracción del petróleo, la producción de azúcar y las empresas de telefonía y electricidad. La respuesta de Estados Unidos no se hizo esperar; en octubre de ese mismo año iniciaron las sanciones económicas contra la Isla con el fin de “(…) alienar el apoyo interno (…) a través del desencanto y el desaliento basado en la insatisfacción económica y la penuria. (…) causar hambre, desesperación y derrocar al gobierno”.[1] Esta medida no ha logrado aún los resultados deseados, pero sí ha supuesto una gran carga negativa para la economía del país que ha estado marginada del mercado global. Este aislamiento ha mantenido al mercado cubano como una zona relativamente virgen. La destrucción del Estado y la economía permitiría la repartición del país entre las grandes empresas multinacionales.

“Lejos de fortificar una defensa tradicional y rígida, Cuba debe trazarse estrategias flexibles y efectivas que permitan el enfrentamiento a las nuevas problemáticas que supone la tardía irrupción en la era digital”.

Las guerras mediáticas son conocidas también como guerras de cuarta generación. Estas buscan, a través de los medios de comunicación masiva, llevar el conflicto a toda la sociedad desde la manipulación, agravamiento y encausamiento de los sentimientos de desaliento y descontento en los civiles, generando en el peor de los casos un estado de ingobernabilidad debido a la destrucción de la confianza poblacional en los poderes estatales.[2] La situación de desconfianza fomenta la insurgencia y acentúa la posibilidad de la aparición de actos vandálicos, huelgas, sediciones militares y guerras civiles que sirven, en última instancia, como justificante a acciones concretas como intervenciones militares o golpes de Estado. En el caso EE. UU. vs. Cuba hay que tomar en cuenta que el segundo posee una gran ventaja dado su gran poder financiero, político y cultural, obligando al primero a asumir una posición mayormente defensiva y de contraataque.

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han alcanzado un gran calado en la sociedad y actualmente la vida humana se encuentra estrechamente vinculada a sus dinámicas. En el marco de la guerra mediática contra Cuba, las TIC han sido utilizadas dado su impacto en todos los niveles de la vida cotidiana, ejemplo de ello lo constituyen las redes sociales. Durante los últimos años se ha incrementado el acceso a las TIC por parte de los cubanos, fenómeno que ayuda a explicar por qué estas plataformas han sido escenario de gran parte de las disputas. Puede apuntarse que para este propósito Estados Unidos destina anualmente alrededor de 20 millones de dólares hacia “programas para la democracia”, presupuesto que suele dirigirse a organizaciones no gubernamentales y a su vez es utilizado en el pago de salarios a blogueros, periodistas independientes, representantes e influencers que actúan como voceros de los mensajes a divulgar.

El uso de las TIC ha representado un sinfín de ventajas para el desarrollo de las sociedades, permitiendo el avance en renglones como educación y salud. Sin embargo, son igualmente fundamentales para el impulso de políticas hostiles y guerras mediáticas, fenómenos cada vez más frecuentes en el mundo actual. Lejos de fortificar una defensa tradicional y rígida, Cuba debe trazarse estrategias flexibles y efectivas que permitan el enfrentamiento a las nuevas problemáticas que supone la tardía irrupción en la era digital.


Notas:

[1] Carta del subsecretario adjunto de Estado para los asuntos interamericanos de Estados Unidos, Lester D. Mallory, al subsecretario de Estado para los asuntos interamericanos, Roy Rubottom Jr. Ver más en: Mallory, Lester D.: 499 Memorandum From the Deputy Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs (Mallory) to the Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs (Rubottom). Disponible en: https://history.state.gov/historicaldocument/frus1958-60v06/d499

[2] Ejecutivo, legislativo y judicial.

 

Guerra mediática, punta de lanza para la intervención

Por Carmen Esquivel Sarría

La Habana, 9 ago (Prensa Latina) La guerra mediática de Estados Unidos contra Cuba y otros países busca preparar las condiciones subjetivas para legitimar una intervención, advirtió hoy el abogado y político boliviano Hugo Moldiz.

En entrevista con Prensa Latina, vía internet, Moldiz abordó diversos temas, como el uso de las redes sociales y los medios de comunicación para atacar a los gobiernos, la campaña para imponer un 'corredor humanitario' sobre Cuba y la complicidad de la OEA con la estrategia norteamericana para la región.

'Estados Unidos desarrolla contra Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros países el concepto de guerra total y permanente, y uno de sus componentes es la guerra mediática, no convencional, en la que la mente se convierte en el campo de batalla', afirmó.

'Es –dijo- la avanzada, la punta de lanza donde se van preparando las condiciones subjetivas dentro del país que se va a intervenir'.

De acuerdo con el también investigador y periodista, los disturbios ocurridos el 11 de julio en la mayor de las Antillas fueron una cabeza de playa de un plan intervencionista, pero al igual que en 1961, cuando el ataque a Girón, el pueblo volvió a demostrar que puede derrotar la contrarrevolución.

Hugo Moldiz condenó las campañas que promueven un llamado corredor humanitario a través de las etiquetas #SOSCuba y #SOSMatanzas, y las declaraciones del presidente norteamericano, Joe Biden, quien calificó a Cuba como un Estado fallido.

'Todos sabemos que la propuesta de un corredor humanitario en realidad forma parte de una estrategia político militar intervencionista. Esa ha sido una constante en la historia de Estados Unidos en América Latina y el mundo. La política exterior norteamericana no suele tener grandes variaciones al respecto', aseguró.

Para el político boliviano 'Estados Unidos no cree en el equilibrio del poder, lo reconoce el propio exsecretario de Estado, Henry Kissinger, en su libro La diplomacia, y en la medida en que no creen en eso, creen ser los amos y dueños de América Latina y el Caribe'.

Moldiz se refirió también a las recientes declaraciones del alto representante para la política exterior de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, quien se hizo eco de la campaña para desestabilizar a Cuba.

'Este representante lo que hace es pensar el mundo desde la visión norteamericana. Lejos está el sueño incluso de un nacionalista de derecha como el expresidente francés Charles de Gaulle, quien decía que los europeos deberían pensar desde Europa y no desde Estados Unidos'.

Moldiz fue ministro de Gobierno de Bolivia en 2015, y después del golpe de Estado contra el presidente Evo Morales en noviembre de 2019 se vio obligado a pedir asilo en la embajada de México en La Paz donde permaneció durante un año junto a varios funcionarios, a los que el régimen de facto negó el salvoconducto para salir del país.

En su conversación con Prensa Latina reflexionó sobre las recientes declaraciones del mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien propuso reemplazar a la Organización de Estados Americanos (OEA) por un organismo autónomo, no lacayo de nadie.

'Lo que ha propuesto el presidente López Obrador es un anhelo latinoamericano. La OEA ha demostrado ser absolutamente ineficiente y sobre todo cómplice de la estrategia norteamericana para el continente', recordó.

Entre los ejemplos citó el apoyo de la OEA a los gobiernos de la doctrina de la seguridad nacional en las décadas de 1960 y 1970 y su complicidad con las invasiones estadounidenses a Panamá, República Dominicana y Granada, así como con la agresión británica a la Argentina en las islas Malvinas.

Ante este escenario, declaró, es necesario fortalecer a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) como un espacio regional sin la presencia de Canadá ni de Estados Unidos.

El político boliviano abogó por sustituir a la OEA por un organismo autónomo que respete el principio de la no intervención, la no injerencia y la autodeterminación de los pueblos, y que lleve adelante una integración emancipadora y no de subordinación.

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