Tomado de Producciones Sofi.- En noviembre de 2017, el productor ejecutivo de Wajiros se encontraba trabajando en EE.UU. y la situación en Cuba respecto a ese país parecía favorable —con la visita de Obama— para la creación de emprendimientos.


Wajiro y qué!!!!!

Dayron Rodríguez Rosales - Jóvenes Realizadores / Cubacine

Como lo grita en la descripción de su perfil en Facebook el CEO de Wajiros Films, Carlos Gómez Ramírez es “wajiro y qué!!!!!”. Carlos nació en Bayamo (Granma), se graduó de Periodismo en la Universidad de Oriente en 2010 y desde que comenzó a hacer sus primeros audiovisuales quiso dejar su origen muy en alto mientras se dedicaba a lo que más le aficiona: el cine.

Por y para ello, hace siete años Carlos vino a La Habana, donde tuvo la oportunidad de dirigir Central Producciones, una de las productoras audiovisuales independientes con más renombre en aquel momento. Allí estuvo cerca de tres años y luego fundó lo que es hoy Wajiros Films.

En noviembre de 2017, el productor ejecutivo de Wajiros se encontraba trabajando en EE.UU. y la situación en Cuba respecto a ese país parecía favorable —con la visita de Obama— para la creación de emprendimientos. Entonces, decidió regresar, comprar equipamiento y junto a su esposa, Diana Moreno, y el fotógrafo Kevin Álvarez arrancar este gran proyecto, el cual incluye a Wajiros Films como casa productora de audiovisuales y que pretende transformar un poco lo que les tocó a ellos.

Y es que al llegar a la capital, siendo un realizador oriental, poder filmar sus películas le resultaba muy difícil al no tener acceso a la industria cinematográfica, a las tecnologías. “Por aquella época y en la actualidad también, las capacidades eran muy reducidas y la información llegaba tarde. En resumen, que es muy complejo trabajar en lo que te apasiona cuando eres realizador y vives fuera de las grandes ciudades”, asegura Carlos. De ahí que se le haya metido en la cabeza ese concepto del guajiro. Y, además, porque sufrió bullying al llegar acá por ser del oriente de Cuba.

“Estamos acostumbrados a asociar lo negativo con el hecho de ser guajiro. Por ejemplo, si no sabes andar con una computadora te llaman así, o si andas mal vestido, inclusive, la Real Academia de la Lengua Española —en una de sus acepciones— reconoce al guajiro como una persona tosca, sin estudios, ni cultura”, comenta.

Justamente, él y su pequeño equipo quisieron cambiar esa filosofía y ayudar a visibilizar a artistas que no son de La Habana. Lo hicieron para mostrar una Cuba más grande y amplia, sin tantas fronteras.

¿En cuáles “producciones solidarias” se encuentra trabajando, ahora mismo, Wajiros Films?

Primero, para mí el audiovisual que se filma en nuestro país desde hace muchos años es muy solidario, en el sentido de que aquí no hay tanta competencia entre las distintas productoras independientes. Esa no es nuestra realidad, sino que, más bien, lo que siempre se ha apreciado entre nosotros es una cofradía en la que colaboramos los unos con los otros, nos aliamos y nos ayudamos ya sea con equipos, personal o asesorías.

No obstante, ya antes de la pandemia, el ICAIC, el Ministerio de Cultura y otras instituciones cubanas nos habían convocado para realizar algunas producciones. De hecho, Wajiros participó en un pequeño material de bien público titulado Quererse de lejos, con décimas de poetas de Santa Clara, un audiovisual que tuvo bastante éxito y hasta setransmitió en la televisión.

Más adelante, y a raíz de un diálogo del presidente del ICAIC, Ramón Samada, con un grupo de cineastas, fundamentalmente mujeres, ellas propusieron hacer determinados trabajos en medio de esta pandemia para crear contenidos desde el Instituto y también para ayudar económicamente a profesionales que llevaban más de dos años sin rodar nada.

Y por supuesto que estuvimos de acuerdo con esta iniciativa y nos metimos de a lleno. Entonces, nos tocó la compleja tarea de detener nuestras producciones, cambiar nuestra rutina laboral y coproducir las tres obras que el ICAIC tenía planificadas. Primero, las ficciones que fueron financiadas por el ICAIC, ejecutadas por i4films y nosotros aportamos equipamiento, locales, personal técnico..., todo bajo la coordinación de Fernando Pérez

Lo mismo sucedió con la serie documental Memorias del cine cubano, que fue producida por Mar y Cielo Producciones y, a su vez, rodábamos En set, proyecto que sí fue completamente hecho por nosotros. Para ello, firmamos un convenio con la FAMCA y contamos con invitados, es decir, con los verdaderos protagonistas de estas cápsulas con clases magistrales. Ellos forman parte de la historia más y menos reciente del séptimo arte cubano, ya que queríamos fomentar una especie de intercambio entre los nuevos y los que tienen una mayor experiencia dentro del cine.

En fin, que coprodujimos al mismo tiempo tres producciones distintas que no eran pequeñas.

¿Qué tienen de novedoso y positivo dichas producciones?

En los últimos dos años, si existe una parte de la cultura que se mueve y cambia más, es la del cine. Muestra de ello, el Decreto Ley 373 y su Registro del Creador, el Fondo de Fomento del Cine Cubano y, últimamente, el hecho de que el ICAIC se asocie con productoras audiovisuales independientes para crear juntos. Esto demuestra que hay un interés y un deseo de que las cosas funcionen en colectivo, mientras que lo que se quiera sea hacer cine, independientemente, de las diferencias en las maneras de hacerlo. Esa es una gran victoria a corto y largo plazo.

Asimismo, la unión generacional ha sido genial, pues tener a realizadores tan jóvenes como Carolina Fernández trabajando con maestros como Fernando resulta muy alentador.

También, en todas estas “producciones solidarias” se percibía un mismo objetivo común, que no es el dinero, ni el autor cinematográfico y su mundo interno, sino el hacer películas en circunstancias tan críticas como las actuales y con la coordinación de Fernando Pérez, la producción del ICAIC y la coproducción de Wajiros Films y otras entidades.

Pienso que lo que sale de las instituciones estatales y de las productoras independientes puede ser bueno o malo, sin importar de donde venga, y que el valor real del cine cubano radica en mostrar lo mejor de nuestra cultura.

Por eso, y pese a las manchas, hubo un antes y un después en la manera en la que se está haciendo cine en Cuba. Derribamos de una vez esa barrera psicológica y subjetiva que nos frenaba para crear obras de calidad.

¿Otros proyectos que ocupan a Wajiros actualmente?

Nuestro objetivo fundamental, además de producir audiovisuales, es visibilizar y facilitarles los procesos a los creadores de otras provincias. Para ello, creamos Varentierra, red de coworking que identifica proyectos en su etapa inicial. El propósito es desarrollarlos y más adelante, estén listos para la búsqueda de financiamiento y su materialización. Pero lo más importante es que estamos tratando de crear una red colaborativa entre cineastas cubanos. 

Al respecto, deseamos que el evento posea un carácter regional y que quienes no resulten seleccionados para las asesorías con Fernando Pérez, Amílcar Salatti, Frank Cabrera..., entre otros prestigiosos especialistas, sigan siendo parte de nuestra red, un espacio donde pueden intercambiar y acceder a los materiales que ponemos a su disposición para su formación.

Por otra parte, estamos trabajando, ahora mismo, en un largometraje de ficción que debemos estar filmando a finales de este año y el cual será íntegramente hecho por Wajiros.

Asimismo, debutamos recientemente con Wajiros Music, iniciativa que promociona a nuestros músicos. Tenemos el sueño de que tales temas nos sirvan para nuestras propias producciones. Esto nos permitiría autosustentarnos, un objetivo muy importante para nosotros desde siempre, así como el de diversificar las maneras de hacer cine en Cuba y contar historias más allá de un almendrón.

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