"El desarrollo social no sólo ha de integrar la recuperación urbana sino que debe ser el eje de las actuaciones"

Antonio Cuesta - Rebelión.- Eusebio Leal es el Historiador de la Ciudad de La Habana y Director del Programa de Restauración de su Centro Histórico. A la vista de curriculum nadie diría que comenzó a trabajar para el gobierno de su municipio con 16 años, se formó de manera autodidacta, y sólo doce años más tarde pudo acceder a la universidad fruto de su tesón y su capacidad de estudio.


Pero todos sus doctorados, títulos, premios y reconocimientos no le alejan lo más mínimo de lo que se entiende por una persona afable y natural, cuya conversación trasmite la pasión y la esperanza que él ha depositado en la obra de su vida, que no es otra que la rehabilitación de La Habana Vieja.

Eusebio Leal llegó hasta la antigua Constantinopla para participar como invitado en un encuentro de ciudades históricas europeas. Y, merced al trabajo de la Fundación Cekul, impartió además dos conferencias en Cadebbostan, en la parte asiática de la ciudad.
En su tercer viaje a Estambul confesó haberle tomado por fin el pulso a la ciudad. Una ciudad “inalcanzable” -aseguró- y cuya visión como arqueólogo le conmovió por su legado incomparable. “Hacia cualquier parte a donde se mire se encuentran valiosísimos restos bizantinos y otomanos, la huella de lo que Bizancio significó para Occidente y la pérdida que realmente debió suponer para el cristianismo”.

Estábamos lejos de La Habana, y sin embargo durante su visita al Palacio imperial de Topkapi, viendo una perspectiva del centro histórico de la ciudad, le vino a la mente su ciudad. “Estambul tiene un cierto aire habanero, sus tejados, el mar y como nosotros que también tenemos un Bósforo [1], donde casi podemos tocar los barcos que entran a la bahía”.
 

La Habana como modelo

Quienes le invitaron querían saber y aprender más sobre su maravillosa tarea en la recuperación de una parte importante de La Habana.

Leal la presentó como “una de las siete ciudades históricas cubanas fundadas en el siglo XVI, con muchas arquitecturas en una sola, donde coexisten una atmósfera ecléctica con un urbanismo muy particular que se ha conservado y que, como en el caso de Estambul, vive un duelo permanente con su puerto, con su mar”.

La Habana Vieja es desde 1982 Patrimonio de la Humanidad. Cuenta con patrimonio monumental riquísimo fruto de varias etapas arquitectónicas. “De la influencia española, se conservan zonas que recuerdan a pueblos de Extremadura o Andalucía. Nuestro barroco, sobrio en las formas e intenso en cuanto al espíritu, fue más un estado de ánimo que un estilo. Y el eclecticismo, a mi parecer lo que más gustó, es todos los estilos y ninguno. En todo caso fiel al espíritu de aquel filósofo cubano que se consideraba de todas las escuelas y de ninguna”.

Cuando en 1981 se le confiere la responsabilidad de conducir las obras del Centro Histórico de La Habana, la situación arquitectónica y urbanística era de absoluto deterioro. Pero a partir de 1994, se determina la autonomía financiera de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH) y se comienzan a crear estructuras propias y originales.

La Oficina comienza a tener representación en las principales instituciones del Estado, pasando a depender del Consejo de Estado y no del gobierno de la ciudad, como era hasta ese momento. Se establece un criterio de restauración integral, que incluye no sólo lo arquitectónico, sino sobre todo lo social, lo arqueológico, lo cultural...

Además de contar con un presupuesto propio, se dota a la institución de personalidad jurídica con lo que se autoriza a realizar operaciones mercantiles, firmar convenios o acuerdos con otras instituciones e, incluso, establecer tasas o tributos en la zona sobre las empresas radicadas en La Habana Vieja.
 

Un cambio revolucionario

En palabras de Leal, “se pasa de una institución que únicamente se dedicaba a una labor académica, divulgativa (conferencias, edición de libros...) y de gestión del archivo histórico, a un organismo con numerosos departamentos que se ocupan de aspectos tales como la gestión de los museos de la ciudad, un departamento donde actualmente trabajan 267 arquitectos en proyectos de restauración e investigación, una entidad financiera, una compañía turística propietaria de 16 hoteles (previamente restaurados), una cadena de restaurantes, una inmobiliaria, una compañía de taxis, y una empresa de seguridad que ofrece vigilancia no sólo para los turistas sino también para los ciudadanos”.

Todo ello ha creado casi 11 mil empleos en 10 años; 4 escuelas taller donde se imparten diferentes oficios (albañilería, carpintería...), y un aula de primaria en cada edificio restaurado. Esto se hizo así con el objetivo de acercar a los niños al patrimonio cultural, en un centro histórico donde hay problemas de habitabilidad y vivienda.

Según su director, “la oficina ha realizado dos censos íntegros que nos ha permitido reorientar la política social y de empleo”.
 

El pueblo se integra en el proceso restaurador

“Desde un primer momento se actuó sobre las cuestiones colectivas al no poder hacerse sobre todas las individuales. Se creó por ejemplo un hospital materno infantil, que también trata otros temas como el SIDA, las adicciones, y a niños con alta discapacidad tratando a la vez de atender y formar a sus padres. También se llevó a cabo un centro para la tercera edad y se inició un programa de viviendas sociales para ancianos que viven solos o matrimonios mayores que no tienen más familia”.

Desde el punto de vista cultural existe un intenso programa mensual de conciertos, recorridos, exposiciones... Y un trabajo sistemático de arqueología, “casa restaurada, casa excavada”. De ese modo, “hemos podido recuperar una arqueología urbana del periodo moderno que ha permitido a la ciudad conocerse como no se conocía”, aseguró Leal.

La OHCH cuenta además con una emisora de radio, un canal de televisión, un periódico digital, y un portal en internet (http://www.habananuestra.cu/).
 

Visión global

La institución que dirige Eusebio Leal mantiene relaciones con ciudades históricas de todo el mundo, sobre todo de América y Europa, y misiones de cooperación en numerosos lugares. “Cuba es una isla en lo geográfico pero no en lo cultural”, explicó.
Pero la tarea en La Habana no es fácil, y por ello pidió que se estudie su trabajo antes de juzgarlo “y que nos miren con ojos de amor y no judiciales”.

Desde su punto de vista “la ciudad debe ser habitada y renovada permanentemente, a diferencia de otra época en que se crearon conjuntos habitacionales fuera de La Habana, buscando la solución a una necesidad”. Pero, matizó, “estamos en contra de hacer 'fachadismo', no queremos que las cosas parezcan bonitas, tratamos de recuperar de dentro hacia fuera, y la gente también se opone a que se pinte el exterior si no está arreglada la vivienda”.

“Nosotros no estamos de acuerdo con la restauración comercial sino científica. Hay que actuar desde una perspectiva de servicio y no de poder, huyendo de la burocracia y en contacto directo con los ciudadanos. Yo recibo cientos de cartas mensualmente, y trato de dar contestación a todas. Y, más allá de solucionar sus cuestiones, lo que la gente agradece es que los haya escuchado, porque el 99% de las mismas son problemas humanos y no arquitectónicos o arqueológicos”.
 

Trasladar la experiencia

Eusebio Leal explicó que “aunque en un principio la tarea estuvo circunscrita a La Habana Vieja, en la actualidad tenemos obras en varios sitios de la ciudad. Con ello hemos tratado de trasladar ese modelo a otros puntos porque creemos que es también posible realizar algo similar a lo que ya se ha hecho en el centro histórico. La recuperación del patrimonio cultural es algo que desde diversos círculos intelectuales y artísticos se entiende como una necesidad, y nosotros, que hemos realizado importantes avances en otros terrenos, creemos llegado del momento de realizarlo en éste”.

“El modelo de La Habana Vieja, el proyecto sustentable (mejora mediante autofinanciación), es una posibilidad real que hemos demostrado su viabilidad y que puede ser llevado a cabo en otros barrios con otras particularidades que no tienen porqué estar basadas en el turismo. Nuestro trabajo convirtió en poesía una realidad llevando a cabo lo que era sólo una utopía” [2].

“Cuando alguien ve el olvido en el que se encuentran muchas partes de La Habana se siente oprimido. Pero del mismo modo que ahora se ve el centro histórico, podría ser el resto de la ciudad”.

“Lo más importante de cuanto hemos realizado ha sido demostrar que era viable la idea que teníamos. Hemos creado la palanca, la herramienta, para mover de forma equitativa el desarrollo social y humano en una parte de la ciudad. En ese sentido todo el trabajo del hospital y de la atención social a ancianos, a discapacitados, etc. Nosotros hemos conseguido integrar algo que nunca se discute o se plantea en los gabinetes de restauración, encerrados como están en su torre de marfil y hablando de conceptos o criterios alejados de las personas que habitan en la ciudad. Para nosotros, por el contrario, el desarrollo social no sólo está presente sino que es el centro de nuestras actuaciones. Esto es muy importante, porque las obras realizadas son una pequeña parte con respecto a las que quedan por realizar”.

Pero tan magna obra no provoca la felicidad que cabría esperar en su autor, “más que alegrarme de lo ya hecho, me entristece pensar en todo lo que no podré terminar. Siempre digo que para llevar a cabo todo lo que desearía necesitaría otra vida, o quizás dos. Si tuviera que empezar de nuevo con la experiencia adquirida, no cometería ciertos errores y no daría las vueltas que en ocasiones he dado para llegar a un punto”.

La visión de su ciudad es “como un gran parque nacional”, donde naturaleza y patrimonio humano se dan la mano. Y confesó su satisfacción cuando ve a “las familias salir a pasear, en los días de fiesta, por las calles disfrutando del conocimiento de nuestro patrimonio ahora recuperado. Y que en ocasiones me detengan por la calle para darme las gracias, y sobre todo cuando este agradecimiento proviene de jóvenes”.
 

El papel del turismo

No defendió el turismo pero consideró que tampoco debe ser satanizado, “lo que no se debe hacer es dar al turista una falsa imagen del país”. “Cuba es más que baile y mujeres -afirmó-, tenemos otras cosas valiosísimas, la naturaleza y el patrimonio humano. Es importante crear condiciones para que en la actividad turística haya un equilibrio entre los que vienen y los que están”. Confesó que fue muy duro, en una época felizmente pasada, la forma en que se sufrió ese desajuste.

Pero en el caso de Cuba, “el turismo puede ayudar a romper el bloqueo que existe sobre la isla, y ayudar para que los visitantes se lleven una idea de lo que son nuestros valores y nuestras particularidades, y en eso todo el mundo debe participar”. Según su idea, “para que este concepto triunfe se debe implicar a todas las personas, pues cada ciudadano es un representante de Cuba. La imagen que se lleven los turistas al exterior es de vital importancia”.
 

El valor de la Revolución

Para el Historiador toda esta inmensa obra ha podido tenido lugar gracias a la Revolución y a la voluntad política de preservar el patrimonio cultural sin venderlo. Una de las iniciativas más importantes ha sido la de “haber formado y preparado a numerosas personas para esta tarea. Una cosa impensable para los países pobres, razón por la cual están culturalmente saqueados y con gran parte de su patrimonio en los museos de Europa o Estados Unidos”.

Si se quisiera realizar algo similar a lo llevado a cabo en La Habana Vieja en otro lugar del mundo, “tendría que haber socialismo o al menos haberse llevado a cabo una revolución social. Para nosotros eso ha sido determinante -señaló orgulloso-, pues en un sistema de propiedad privada las recuperaciones de los cascos antiguos de las ciudades, en Europa y también en América, generan la desertificación y la privatización del centro. Desde el primer momento entran en juego intereses urbanísticos, aparecen los especuladores y los objetivos del proyecto de rehabilitación se apoyan en la obtención de beneficios económicos”.
 

La Habana espacio ecuménico

Frente a la peregrina idea del “Choque de civilizaciones” y contra la tendencia neoliberal de borrar las particularidades culturales, Eusebio Leal defendió un espacio de diálogo y encuentro. Y a este respecto las raíces religiosas han reaparecido en La Habana como un valor propio de lo que sentirse orgulloso.

Dijo Leal que al “iniciarse la recuperación de nuestro patrimonio cultural fuimos conscientes de que existía un componente religioso que había sido sepultado y olvidado. En La Habana Vieja, por ejemplo, había una comunidad sefardí que provenía desde los primeros tiempos de la colonización -llevaban siglos en La Habana Vieja- pero se encontraba diseminada. La rehabilitación de la sinagoga fijó un rasgo de identidad y ayudó a entender a los cubanos que esa creencia no les era ajena. Algo similar ocurrió con la cultura árabe, procedente de la emigración ocurrida sobre todo a partir del último tercio del siglo XIX y en su mayor parte cristianos maronitas. Crearon sus centros de encuentro, establecieron sus comercios y restaurantes... Ahora con la recuperación de uno de sus espacios se ha dotado a la ciudad de un lugar para la oración, que además puede ser usado por los visitantes extranjeros musulmanes. También la iglesia ortodoxa, con vínculos antiguos, ha visto como se reabría una catedral gracias a la ayuda del Patriarca Ecuménico de Estambul. Y la ortodoxa rusa, que dará servicio a muchos ciudadanos originarios de la antigua Unión Soviética. Además, por supuesto, de la iglesia católica, la protestante, la afrocubana y las logias masónicas que también existen en La Habana Vieja. Todo ello hace que los niños que tenemos en nuestros centros convivan con estas realidades como algo propio y no ajeno a la cultura cubana”.

Y finalizó puntualizando, “considero que esta labor ayuda a crear un espacio de encuentro de culturas y no de choque. Pero tampoco de tolerancia. La tolerancia es algo que detesto, no quiero que la gente se tolere sino que se respete. Nuestra aspiración suprema en estos momentos en que la globalización trata de homogeneizar el pensamiento y la cultura es marcar un camino propio que ponga en valor la singularidad que como pueblo hemos ido adquiriendo gracias a todos esos componentes con los que nos hemos formado”.
 
Suerte y que así sea.

* Antonio Cuesta es corresponsal en Turquía de Prensa Latina.

Notas:
[1] Bósforo en turco significa estrecho.
[2] Ignacio Ramonet recuerda que a principios de los 80 Eusebio Leal, recién nombrado restaurador de la vieja Habana, le invitó a recorrer las calles y plazas del laberíntico casco antiguo donde predominaban las ruinas y suciedad. Y cómo, 25 años después gracias a su excepcional talento se ha recobrado el maravilloso encanto de la parte histórica de la ciudad. (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=27228)
Cuba
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