Gilda Fariñas Rodríguez - Mujeres.- El acceso a la alimentación aparece, formalmente, reconocido en el primero de todos los documentos internacionales sobre derechos humanos: la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada por las Naciones Unidas (ONU), en 1948.  

Justamente en este 2007, la jornada por el Día Mundial de la Alimentación, presenta su programa bajo el lema “El Derecho a la Alimentación”.  Promovida por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), esta efeméride comenzó el pasado 9 de septiembre y se extenderá hasta el 16 de este mes.


Coloquios, conferencias,  simposios, maratón deportivo, exposiciones de libros, talleres, encuentros entre mujeres del sector rural, cancelación de sellos y festival infantil de pintura, aparecen como parte de las actividades dispuestas para celebrar, en Cuba, el Día de la Alimentación. La programación tendrá su concierto de clausura en las manos del maestro Chucho Valdés, nombrado Embajador de Buena Voluntad de la FAO en 2006.

Cada 16 de octubre, fecha fundacional de la FAO (1945),  se moviliza la opinión pública internacional y diversas organizaciones en virtud de atraer la atención sobre la lucha contra el hambre y la pobreza. En 1996, durante la Cumbre Mundial de Alimentación,  jefes de Estado y de Gobierno de 176 naciones rubricaron su compromiso de reducir a la mitad el número de hambrientos para el año 2015 como parte de los llamados  "Objetivos del milenio de las Naciones Unidas".

Sin embargo, las exageradas desigualdades sociales y económicas que apalean hoy al mundo, entre otras calamidades, mantienen casi inamovibles el número de personas que padecen hambruna y que, a nivel mundial, suman más de 850 millones.

A tono con esa situación global, la región de Latinoamérica y el Caribe concentra a cerca de 53 millones de personas hambrientas y desnutridas; a la vez que poco menos de 9 millones de niños, menores de cinco años, padecen desnutrición crónica, una mala herencia que afecta, particularmente, a la población infantil indígena. 

Según un reciente estudio del Programa Mundial de Alimento (PMA), latinoamericanos y caribeños conviven en el área geográfica más desigual de este planeta nuestro de cada día. Una mala fortuna debida, en gran parte, a la enorme inequidad en la distribución de los ingresos y de la ayuda oficial al desarrollo de los sectores más necesitados. 

De hecho, en la actualidad América Latina y el Caribe, concentra a unos 209 millones de pobres. De ellos, 81 millones en extrema pobreza. Cifras que encolerizan cuando se sabe que Latinoamérica es capaz de producir el triple de los alimentos que requiere para sostener a  toda su población.

Una pormenorizada exposición sobre las condiciones nutricionales que enfrenta el continente, ofreció la Sra. Myrta Kaulard, representante en Cuba del PMA, durante la presentación de la Jornada por el Día Mundial de la Alimentación. Valiéndose del más reciente informe que determina cómo encarar la desnutrición infantil, Kaulard dijo.

“El hambre cuesta mucho más a nuestras sociedades que su erradicación.  En esta región, se ha podido observar que los gobiernos, en muchas ocasiones, no llegan a conocer y comprender el alcance total de los costos humanos y económicos asociados al hambre y la desnutrición, y como consecuencia hay una falta de inversión notable en los programas sociales basados en la ayuda alimentaria.”

En otra parte de su intervención, la representante del PMA aseguró que “América Latina cuenta hoy con la infraestructura básica, la disposición política y el capital social para iniciar una profunda ofensiva contra la desnutrición infantil y la pobreza extrema. Existe la convicción compartida de que erradicar por completo el hambre y la desnutrición infantil en la región no sólo es una meta posible sino que se puede realizar en un plazo razonable.”

Es por ello –enfatizó-, que el papel de las agencias de las ONU: FAO, PMA, UNICEF, PENUD, OPS,  resulta fundamental en apoyar a estos gobiernos cuyos países tienen dificultades con la alimentación de sus habitantes. “Se piensa habitualmente que al reducir la pobreza se reduce el hambre y la mal nutrición. Es importante pensar al revés: que reduciendo hambre y mal nutrición se puede reducir en mucho la pobreza porque es una inversión en el capital humano.”

Al mencionar las naciones que prevén entre sus políticas socioeconómicas, seguridad alimentaria a sus pobladores, Myrta Kaulard coincidió con el Sr. Marcio Porto, Representante de la FAO en Cuba, en distinguir a la Isla entre los cinco países latinoamericanos líderes en ese aspecto. Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay son los otros.

Para los funcionarios de la ONU, Cuba enfatiza sus éxitos también en el respaldo gubernamental al protagonismo femenino tanto en el hogar como en la sociedad. Lo cual hace que la mujer cubana no experimente el mismo inventario de penurias y dificultades que retan sus semejantes latinoamericanas.

A una pregunta de la Revista Mujeres sobre este tema, respondió Myrta Kaulard.

En el resto de la región, las dificultades de las mujeres tienen situaciones de pobreza muy importante. Existe poca educación y pocas oportunidades de trabajo en general. Las mujeres se encuentran con mucha más carga que los hombres porque tienen que ocuparse de los niños, de alimentar la familia y de encontrar recursos económicos para ellos.

“El problema de la alimentación es muy fuerte –explicó Myrta. Además, la falta de micronutrientes es perjudicial; por ejemplo, la anemia,  un factor agudo para las mujeres embarazadas y lactantes pues no tienen una alimentación adecuada. De ahí que existan tantas muertes originadas a la hora del parto y, también, una elevada tasa de mortalidad de los bebés. “

Marcio Porto, agregó que la FAO cuenta con datos que muestran cómo entre los pobres y subnutridos existe una población vulnerable que son los indígenas y dentro de ellos, las mujeres. “La situación de la mujer es mucho más delicada que las de los hombres,” enfatizó y puso de ejemplo a los territorios de Centroamérica y Haití entre los muy perjudicados.

Los funcionarios de la ONU, coincidieron en reconocer la urgencia de propulsar los proyectos regionales para lograr reducir la pobreza, el hambre y los problemas nutricionales que laceran la supervivencia de varios millones de latinoamericanos y caribeños.

Un afán que servirá de pivote a la Jornada por el Día Mundial de la Alimentación. También a la esperanza de que un día cada ser humano saboreé el derecho de tener asegurada su alimentación.

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