Salvador Salazar Navarro - Cubarte.- La crítica y ensayista Graziella Pogolotti ha centrado los principales titulares de la prensa cultural cubana en lo que va de año. Al homenaje que le dedicara la pasada Feria del Libro, se suma ahora la conclusión de meses de trabajo preparatorio para el VII Congreso de la UNEAC, cuya comisión organizadora integra. La también Premio Nacional de Literatura 2005 accedió a conversar sobre este importante encuentro.
Los Congresos de la UNEAC han reflejado los principales ejes de discusión presentes en la agenda cultural y social de cada momento histórico en los cuales se han desarrollado. ¿Qué problemáticas se abordarán en esta cita?
Este evento le da continuidad al Sexto Congreso de la UNEAC, por lo tanto va a retomar algunos de los temas que allí se plantearon y actualizarlos, colocarlos en la perspectiva actual. Quiere decir que hay un conjunto de comisiones de trabajo que abordan esos temas, los cuales van desde aspectos relacionados con la vida material de los escritores y artistas, vale decir remuneración, derechos de autor, formas de pago, etcétera. Se aborda además el tema del vínculo entre la cultura y el turismo, que es un asunto que tanto la UNEAC como el Ministerio de Cultura han estado atendiendo en los últimos quince años, y que repercute en la imagen de Cuba que reciben los turistas, y también en cuanto a la necesidad de defender en esta frontera nuestra identidad cultural a través de la música, los espectáculos y las ambientaciones. Reafirmar que no se hace cultura para el turismo, sino que el turismo debe acceder a los valores de nuestra cultura nacional.
Se abordan además temas relacionados con la enseñanza artística, con la necesidad de superar algunos de los problemas que están presentes ahora en un sistema que se ha extendido a todo el país. Se tocará el tema de la proyección nacional e internacional de la cultura cubana, y se van a retomar algunos de los aspectos relacionados con la arquitectura, el urbanismo, y la necesidad de rescatar los valores de nuestro contexto edificado. También será una puesta al día del tema de las relaciones interraciales, que fue objeto de debate en el Sexto Congreso.
¿Qué aspectos particularizan este Congreso con respecto a otros encuentros anteriores?
Creo que con respecto a los anteriores va a tener en primer lugar un elemento cuantitativo, en cuanto al número de delegados. En este momento hay alrededor de 415 delegados. Habrá un peso mayor en la presencia de las provincias, el trabajo de la UNEAC y de la cultura en todas las provincias del país, teniendo en cuenta también la expansión que esta organización ha tenido en los últimos años. Esas son las diferencias fundamentales, por lo demás hay un sentido de continuidad que responde a un proceso en el cual a partir del IV Congreso del año 1988 la presencia de la UNEAC en la sociedad cubana se ha ido acrecentando.
La máxima dirección del país ha promovido la discusión franca y madura de los principales problemas que enfrenta la nación. ¿De qué modo el Congreso se hará eco de este llamamiento? ¿Qué papel deben desempeñar los intelectuales en este momento histórico?
Ese debate al que nos ha convocado el compañero Raúl ha estado presente a lo largo de todo el proceso de organización del Congreso. Generalmente cuando hablamos del Congreso pensamos en los cuatro días que suceden en el Palacio de las Convenciones, en realidad este evento dura un año. Estamos a punto de cumplir un año de la creación de la comisión organizadora del Congreso, y eso ha significado que a lo largo de todo el país, en esos meses, se hayan debatido problemas que tienen que ver con la cultura, con la sociedad cubana desde la perspectiva que corresponde, la de intelectuales del mundo de la cultura. Por lo tanto, se trata de temas de la sociedad que deben ser abordados desde una perspectiva cultural. Esos debates han sido recogidos sistemáticamente en estos meses y los dictámenes que van a presentar las distintas comisiones de trabajo constituyen una síntesis de todos ellos.
En los últimos tiempos los intelectuales cubanos han estado a la vanguardia en el debate en torno a la continuidad de nuestro proyecto social, sin embargo, el diálogo muchas veces no se socializa por disímiles razones en medios de gran impacto como la televisión, la radio o la prensa, ¿este Congreso propondrá alguna iniciativa en ese sentido?
Los intelectuales han desempeñado un papel de vanguardia en el análisis de problemas esenciales. Quiero recordar que antes de que se produjeran las polémicas del año pasado, ya en el Sexto Congreso de la UNEAC se plantearon todos los problemas que se derivaban del conflicto entre globalización neoliberal e identidad cultural. Lo que eso significaba no solamente en el plano de la economía, que es lo más conocido, sino en el terreno de los valores, y en qué medida aún en nuestro país se estaban produciendo manifestaciones que eran resultantes de esta influencia, lo que se llamó en aquel momento bolsones de capitalismo. Estos temas tuvieron una repercusión en los medios por su alcance, sin embargo es cierto que toda la polémica que surgió a partir de la reaparición de exfuncionarios de Cultura transitó a través de los correos electrónicos, de reuniones y de conferencias, talleres, que se mantuvieron dentro de un marco que pudiéramos llamar el académico. Primero la Casa de las Américas y después en el Instituto Superior de Arte. Eso no tuvo un reflejo en los medios, salvo yo diría, en el programa televisivo Diálogo abierto, en una oportunidad hubo un análisis de alguno de estos temas.
El vínculo con los medios también ha sido una constante de los debates en la UNEAC y en los Congresos de la UNEAC, y en este Congreso hay una comisión específica que atiende el tema de la política cultural en los medios.
Tradicionalmente la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) realiza su congreso meses más tarde que la UNEAC. ¿Se ha previsto establecer algún tipo de diálogo institucional entre ambas organizaciones, que pueda verse reflejado en los trabajos de la comisión a la que anteriormente hacía referencia?
Hasta ahora no. A pesar de que es verdad que los Congresos de la UNEAC y la UPEC han tenido una secuencia bastante cercana, no ha habido una relación en ese sentido. La UPEC es una organización diferente: la UNEAC es una organización selectiva, la UPEC está estructurada a partir de las bases en los distintos órganos de prensa. Hasta el momento, por lo menos por lo que se ha reflejado en los medios, ellos se han ocupado de problemas muy específicos de su propio quehacer.
En la convocatoria al evento se definían un conjunto de problemáticas presentes en el mundo actual, como el calentamiento climático, y la penetración de una cultura cada día más mercantilizada. ¿Qué retos enfrenta la organización en los próximos años?
La UNEAC enfrenta retos de diversa naturaleza. El Congreso es un punto de partida que implica un indispensable análisis autocrítico del trabajo de la organización, no se trata solamente de observar los fenómenos que se dan en la sociedad cubana, sino también de mirarnos por dentro, de interrogarnos acerca del modo en que hemos asumido nuestras responsabilidades, y los vacíos que pueda haber habido en el trabajo de la organización. Ese rediseño de la UNEAC, atendiendo a las debilidades de nuestro trabajo en los últimos años, y atendiendo también al contexto histórico que estamos viviendo, es el reto principal de la organización. En este sentido una de nuestras preocupaciones fundamentales va a estar dirigida a promover el acercamiento a los escritores y artistas jóvenes más talentosos, a fin de que se integren a la organización, así como a la instrumentación de espacios de debate sobre los temas que nos competen, que nos interesan, y también que contribuyan a abrir la información en torno al mundo de la contemporaneidad, no solo en Cuba, en América Latina, sino también en el resto del mundo.
Todo Congreso es un balance del trabajo hecho y una proyección de las tareas futuras. ¿De qué aspectos se siente satisfecha, y en cuáles considera que hay que seguir trabajando?
La UNEAC ha desempeñado un papel importante para mantener viva la convocatoria a los escritores y artistas en esta década pasada de período especial tan duro, en el cual hubo que vencer obstáculos de toda índole. Creo que también a través de sus publicaciones la UNEAC se abrió en esos años a temas fundamentales de la cultura cubana, tanto en lo que se refiere a nuestros vínculos con los escritores y artistas residentes en otros países, abrirles espacios a nuestras publicaciones y establecer un diálogo interactivo con ellos, como en el abordaje crítico de algunos temas relacionados con la aplicación de la política cultural en el pasado y el abordaje de temas generalmente excluidos como pueden haber sido los temas de género y las relaciones interraciales. En ese sentido ha habido números monográficos de La Gaceta que han sido muy importantes. Sin embargo, en el futuro la vida de la UNEAC tiene que revitalizarse, recobrar un contacto más directo con su membresía y lograr que todos los escritores y artistas miembros de la UNEAC tengan una posibilidad de participar, de crear y formular proyectos dentro de la institución y fortalecer su capacidad de convocatoria y de diálogo con el conjunto de la sociedad.
La Revolución cubana, que es también una revolución cultural por excelencia, cumplirá próximamente cincuenta años. ¿Cómo valora este medio siglo de esfuerzos en el campo de la cultura?
Hemos tenido logros extraordinarios. A veces la necesidad de asumir la perspectiva crítica respecto a problemas que se fueron dando en las distintas etapas de este desarrollo histórico, oscurecen la visión de lo que se ha hecho. La Revolución Cubana estableció un sistema de enseñanza artística que tiene pocos puntos de comparación en otros lugares del mundo, y particularmente en América Latina. La Revolución fundó instituciones fundamentales para el desarrollo de las artes, abrió un campo editorial inexistente en el país anteriormente, patrocinó el desarrollo de la cinematografía nacional, abrió museos y galerías, patrocinó revistas de indiscutible importancia, y además colocó la cultura cubana en el gran debate internacional. En el mundo que se vivía antes de 1959 los intelectuales cubanos, escritores y artistas, permanecían silenciados, no tenían un eco, una repercusión real, en el resto del mundo. Este trampolín hacia el mundo nos lo ha dado también la Revolución Cubana.