Coloquios, paneles, lecturas de poesía, han tenido lugar durante el mes de febrero, aprovechando la cobertura que ofrece la Feria Internacional del Libro y se extenderán a lo largo del año como digno tributo a quien dejara un enorme legado no solamente literario, sino moral para nuestro país.
Félix Pita Rodríguez (1909- 1990) mostró desde muy joven sus dotes de fecundo creador y desde fecha temprana aparecieron trabajos suyos en publicaciones como la Revista de Avance, Social y el suplemento literario del Diario de la Marina. Integró, junto a Alejo Carpentier, Nicolás Guillén y Juan Marinello, la delegación cubana que participó en el II Congreso de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, que se celebró en España en 1937 durante los momentos difíciles de la Guerra Civil. Al triunfo de la Revolución regresó a Cuba, tras algunos años de residencia en Buenos Aires y Caracas, y con su llegada se integró de lleno al proceso revolucionario ocupando responsabilidades como Vicepresidente de la UNEAC y Presidente de la Sección de Literatura, así como jurado del Premio Literario Casa de las Américas, entre otras importantes funciones.
Además de haberse desempeñado como periodista, traductor, guionista y adaptador radial, la crítica destaca especialmente su producción literaria por lo novedoso, imaginativo y atinado de su obra, la cual conjuga el esmerado cuidado estético con el vuelo vanguardista que identificó a cada uno de sus libros. Entre sus textos más relevantes figuran San Abul de Montecallado (1945), Corcel de fuego (1948), Elogio de Marco Polo (1974) y Tarot de la poesía (1976). Su innegable calidad como escritor le mereció en 1985 el Premio Nacional de Literatura y en 1986, su libro De sueños y memorias le valió el Premio Nacional de la Crítica.
Imprescindible es, pues, el homenaje que se le rinde a este hombre que muchos han definido como “fábula y leyenda” de la cultura cubana.