Canal Caribe.- Los médicos de #Cuba llevan salud a todos los rincones del país. El Sistema de salud cubano se caracteriza por la atención inclusiva a todos los niveles de toda la ciudadanía. Así es el caso de regiones del Plan Turquino en la oriental provincia de Holguín.


Felicita Díaz-Canel al personal de la Salud cubana en el Día de la Medicina Latinoamericana

El Presidente de la República de Cuba felicitó hoy desde su cuenta oficial en la red social Twitter, a los galenos cubanos y a todo el personal de la salud en el Día de la Medicina Latinoamericana

Granma

El Presidente de la República de Cuba felicitó hoy desde su cuenta oficial en la red social Twitter a los «Médicos nuestros de cada día».

El mandatario también se refirió en su mensaje «A todo nuestro personal de la Salud, orgullo y fuerza de la nación dentro y fuera de fronteras» y los felicitó a propósito de celebrase el Día de la Medicina Latinoamericana.

El Presidente recordó además una frase de Fidel Castro Ruz, líder histórico de la Revolución Cubana: «para ser médico se requiere una sensibilidad exquisita, una gran calidad humana, gran capacidad intelectual y una moral a toda prueba», Cuba celebra orgullosa el #DiaDeLaMedicinaLatinoamericana. El odio del imperio no podrá destruir su extraordinaria obra humana #SomosCuba».

 

¡Feliz Día de la Medicina Latinoamericana!: Mensaje del Ministro de Salud Pública

José Angel Portal Miranda - Cubadebate

Queridos trabajadores de la salud:

Corría la segunda mitad del siglo XIX cuando un eminente médico cubano, el Dr. Carlos Juan Finlay Barrés, develaba al mundo el misterio del agente transmisor de la fiebre amarilla, enfermedad que cobraba, en aquel momento, miles de vidas en diversos confines de la tierra.

Finlay había nacido en Camagüey, en 1833. Su laboriosidad, constancia y consagración le permitieron no solo realizar tal descubrimiento, sino también plantear la teoría de la transmisión de enfermedades por agentes biológicos. Se iniciaba con ello el papel trascendente de Cuba en la medicina latinoamericana y mundial, que se extiende hasta nuestros días.

Considerado el más grande científico cubano de todos los tiempos, Finlay dedicó toda su vida a dar solución a los grandes problemas del cuadro epidemiológico de nuestro país en su época. En su homenaje, y en conmemoración a su natalicio, celebramos cada 3 de diciembre el Día de la Medicina Latinoamericana y del Trabajador de la Salud.

Es este un momento oportuno para resaltar nuestro reconocimiento a los trabajadores del sector. Cuba exhibe hoy resultados que han sido posibles gracias a los valores éticos y a la entrega diaria de todos aquellos que hacen de la atención a la salud un derecho cotidiano de la humanidad, dentro y fuera de nuestro país.

Siendo consecuentes con el legado de Finlay y con el desarrollo alcanzado por la salud pública cubana después del triunfo revolucionario -obra de la que nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz fuera fuerza impulsora y principal arquitecto- tenemos la responsabilidad de contribuir a la prosperidad de nuestro pueblo, mejorando los indicadores de salud alcanzados, la calidad y la satisfacción con los servicios que brindamos, en un sistema que sea cada vez más eficiente y que mantenga su indetenible desarrollo. Para ello, contamos con la disciplina, profesionalidad, compromiso y humanismo de todos los trabajadores cubanos de la salud.

En esta fecha histórica, llegue a todos nuestra felicitación –tanto a los que se encuentran en la primera trinchera de combate en el país, como a los miles de colaboradores que de manera honrosa brindan sus servicios en otras partes del mundo- en nombre del Consejo de Dirección del Ministerio de Salud Pública y del Secretariado Nacional del Sindicato de los Trabajadores de la Salud.

En un país que ha apostado desde el mismo triunfo revolucionario por una salud universal, gratuita, accesible y de calidad para su pueblo y para muchos otros pueblos que lo necesitan, y con la convicción de que, como dijera Raúl: “… sí se pudo, sí se puede y se podrá superar cualquier obstáculo, amenaza o turbulencia en nuestro firme empeño de construir el socialismo en Cuba, o lo que es lo mismo, ¡Garantizar la independencia y la soberanía de la patria!”, seguiremos contando con ustedes para los grandes retos que tenemos por delante, seguros de que con su dedicación y entrega podremos alcanzar metas superiores en los indicadores de salud de la población cubana.

Un abrazo,

Dr. José Angel Portal Miranda
Ministro de Salud Pública

(Tomado del sitio oficial del MINSAP)

 

Médicos nuestros de cada día

Lisandra Fariñas, Ismael Francisco - Cubadebate

Tres años después, los doctores Hubert Blas Rivero Martínez y Julio de la Torre, no hubiesen pensado recordar, casi al unísono, uno entre los tantos casos que marcan a un médico en su interminable carrera por la vida de los otros. “Con esa materna no contábamos. Tenía una infección puerperal terrible y cuando pensábamos que la íbamos a salvar hizo un evento rarísimo, una eclampsia a los 26 días de parida. Recuerdo que incluso buscamos a un viejo profesor a ver si había visto algo así y aunque estaba descrito en la literatura científica, era la primera vez que ambos estaban frente a un caso de ese tipo. Luego de unos 45 días ventilada y mucho empeño, la mujer fue saliendo se sus complicaciones. La enviamos al Hospital Comandante Manuel Fajardo, donde se le rehabilitó”, cuenta el doctor Rivero Martínez.

Justamente fueron las manos de Julio y el resto de los profesionales del servicio de rehabilitación del hospital del vedado capitalino, quienes devolvieron a esa paciente la posibilidad de reincorporarse. Ahora, entre risas, el doctor Hubert dice que un día la mujer apareció en su servicio. “Allá me cuidaron muy bien, ustedes acá y luego ellos, me salvaron la vida”, dijo.

Para el intensivista del Hospital Nacional Enrique Cabrera, “es reconfortante la satisfacción diaria de que mucha gente humilde reconozca nuestro trabajo”.

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Si se le pregunta al doctor Hubert cómo es un día en el hospital donde labora, la palabra precisa es “trabajo”.

“Nuestra terapia es una de las más grandes de La Habana; ingresamos alrededor de 800 personas entre graves y extremadamente graves anualmente, pero la mayor presión resulta cuando estamos ante uno de los pacientes más valiosos que tenemos: las maternas. Cuando vemos una materna crítica, con peligro para la vida, y sobre todo cuando está gestando todavía, es el momento donde la medicina es más obvia. Porque estamos ante el desafío de salvar a dos pacientes: la mamá y el bebé”, comenta el especialista.

Es esta terapia el servicio de referencia en la ciudad para atender a esas pacientes. “Es una suerte contar, además de con prestigiosos profesores, con un grupo de especialistas jóvenes formados en nuestros hospital, quienes hacen un trabajo maravilloso y los resultados que obtenemos son de primer mundo, a pesar del bloqueo, que existe, es real… Más de una vez necesitamos algo y no lo tenemos y hay que acudir a variantes. Siempre digo que el médico cubano es innovador, se sobrepone a las dificultades y busca hacer lo mejor por sus pacientes”, opinó el doctor Rivero Martínez.

Luego de haberse graduado como médico, el primer 3 de diciembre el intensivista lo pasó en Guinea-Bissau siendo residente de primer año de ginecología y obstetricia. Ese día, rememora, hablamos de un año de trabajo en el segundo país más pobre del mundo. “La segunda vez que viví la conmemoración, era el año 1988 en el Calixto García, y fue cuando descubrí lo que nos había faltado antes: era el calor del pueblo, el reconocimiento que un simple médico se había ganado con su labor”.

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“Tengo el orgullo de haber sido de las doce primeras doctoras que iniciamos el Plan del Médico de la Familia, como era llamado en aquel entonces por Fidel, hace 34 años”, dice resuelta la especialista en Medicina General Integral, la doctora Bárbara Iglesias Camejo.

Recuerda que se escogió el barrio Luyanó Moderno, conocido popularmente por la Corea, para el inicio de este programa, por las características socioculturales del lugar. “Ahí iniciamos nuestro trabajo, enfocado en la Atención Primaria de Salud”, explica.

Más de tres décadas después, la doctora Bárbara sigue desarrollando su labor asistencial en el municipio San Miguel del Padrón. “Yo hago una comparación en todos estos años, entre mi experiencia en la comunidad, el trabajo que iniciamos con la colaboración en Venezuela, cuando abrimos el Programa Barrio Adentro Uno y posteriormente con la vivencia de ser de los 400 primeros que abrimos la misión en Brasil: el impacto de llegar a las comunidades sigue siendo increíble, ya fuese en agosto de 1985 en Luyanó Moderno, como en el resto de los países mencionados, por lo general áreas vírgenes de la medicina, y en especial de la medicina cubana”, aseguró la especialista.

Marcada quedó por Brasil, por los tres años y tres meses que pasó en Yuruá, uno de los municipios más recónditos de la Amazonía brasileña, a cinco horas en barco desde la capital. “Fui la única médico y mujer que llegó allí enfrentando todas las barreras del idioma, culturales…, todas los que puedan existir, dijo.

“Llegaban y eran incapaces de mirarle a una al rostro, porque nunca habían tenido un médico a su servicio. Con una población de 12 mil habitantes, un área donde predominaban casi 80 comunidades indígenas muy pequeñas, venían en cualquier medio de transporte pluvial a recibir la atención. El alcalde nos dijo que ni con todo el dinero que pudiera ofrecerle a un médico de allí permanecían ni seis meses en el lugar. Nosotros incluso programábamos intervenciones e íbamos a las comunidades”.

Dice Bárbara que pasado un tiempo, ya la iban a buscar incluso en horas de descanso, como lo hacen acá en Cuba, en cualquier parte donde hemos estado. Habla luego de la añoranza en el momento de la partida. “Uno sufre, porque sabe que deja desprovista a toda una población”.

En el día a día, refiere la doctora, “una también recibe muchísimas muestras de agradecimiento. No hay nada comparado con ese familiar que te dice: gracias a su preocupación, al diagnóstico rápido y oportuno, mi familiar está bien. Siempre el trabajo conjunto e integral ha sido nuestra premisa, el contacto con la asistencia secundaria”.

“A veces me he puesto a pensar y se lo he dicho a los pacientes, que quisiéramos que todos tuvieran la experiencia de ver lo que es no contar con la Revolución y lo que esta les aporta en materia de salud. Sobre todo estas generaciones más nuevas. Cuando uno interactúa con estas poblaciones y sus carencias, siente que debe defender con toda su fuerza lo que por tantos años hemos disfrutado”, sostuvo.

Escucharla defender la medicina comunitaria es admirable. “Tiene un valor incalculable, con la visión que tuvo Fidel de concebirla como una especialidad preventiva y vincularla a programas esenciales del sistema de salud”.

“Hay que colocarla en su justo lugar, porque de ahí dependen nuestros indicadores. Se trata del médico—y la enfermera— que está en contacto directo con la familia. Llegamos a conocer, si se hacen cumplir los principios en que está basada la medicina comunitaria, todo lo relacionado con el entorno que rodea al paciente”, dijo.

“En el lugar donde he trabajado siempre he atendido a los hijos de los hijos de mis primeros pacientes. Y es una satisfacción tremenda que me digan: yo vengo a verla porque la recuerdo con tanto cariño, me atendió a mí y ahora a mi hijo. Son tantas las generaciones que han pasado en tres décadas de trabajo y aún una se comunica con aquellas personas agradecidas”, relata.

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La doctora Yvonne Rodríguez García es especialista en Medicina General Integral (MGI) y cuenta con una larga trayectoria en la colaboración médica cubana. Pakistán, Honduras, Brasil… Bolivia. “Siete meses llevaba en este país andino cuando ocurre el golpe de Estado al Presidente Evo. Habíamos estado en otros países en medio de golpes de estado, en guerras, en grandes epidemias, en desastres naturales, pero nunca habían agredido a los médicos cubanos, siempre se respetaba el rol de nosotros en cualquier país y bajo cualquier circunstancia”, reflexionó.

“La colaboración médica es un paradigma de la Revolución cubana, desempeñamos nuestra labor asistencial con muchísimo altruismo, humanidad y solidaridad”, insistió.

De manera especial la doctora Yvonne recuerda la ayuda de los médicos cubanos en Paquistán, luego del devastador terremoto “cuando los equipos quirúrgicos tomaron un valor súper importante pues había que salvar vidas y había muchos pacientes politraumatizados”.

“Después de esa primera etapa de acudir de inmediato a salvar vidas, comienza el despliegue de una estrategia desde el punto de vista asistencial que te permite garantizar que no se compliquen los pacientes que ya salvaste, sobre todo evitar las grandes epidemias como el caso del cólera después de un terremoto. Es ahí donde los especialistas en MGI, los clínicos, los epidemiólogos comienzan a desempeñar su labor para buscar los escenarios en que podamos desplegarnos y que no se complique aún más la situación del paciente. Hay una tercera etapa, que en Paquistán la pudimos implementar, que es la rehabilitación, en todos los sentidos, no solo la rehabilitación física sino también mental, a través de los equipos de rehabilitación, los sicólogos y siquiatras…”, explica.

Para la doctora, “en cualquier lugar donde un cubano se inserte es visible las grandes diferencias que existen entre los sistemas nacionales de salud”.

Es el caso de Bolivia, “donde pese al desarrollo social adquirido después de años, respecto a la salud todavía queda mucho por recuperar, transformar, en tanto la atención primaria todavía no está a la altura de lo que se requiere. Ahora que estaba comenzando a dar los primeros pasos en un sistema único de salud, gratuito para la población, y en el que los profesionales cubanos venían apoyando, acaba de este modo la colaboración”, sostiene la especialista.

“Ante el paro médico masivo que hubo en Bolivia, recientemente, en el Alto estuvimos 54 días dando consulta solo los médicos cubanos, en una feria de salud que el presidente Evo Morales convocó para que, precisamente, los cubanos pudiéramos al menos palear la situación, pues los pacientes estaban sin atención médica. Eso fue antes de las elecciones, cuando comienza todo un proceso de la derecha para boicotear los programas sociales que Evo estaba implementando”, dijo.

Cuenta la especialista que “diariamente se atendían 1500 o 2000 pacientes. Nosotros éramos 23 especialistas, que sentíamos la necesidad de ayudar”.

Aún en medio de las estrategias de la derecha boliviana por boicotear al presidente, “no paramos en ningún momento. Los médicos cubanos estamos acostumbrados a echar pa´lante, hasta que estuvimos bloqueados completamente. Fueron 21 días sin poder salir de la casa, compañeros nuestros retenidos, o amenazados, nos ponían carteles, nos gritaban en la noche, teníamos que hacer guardia nocturna…”.

“Cómo nosotros nos comprometemos con un pueblo, de manera solidaria a ayudar, con su historia y de repente en pocas horas todo eso cambia”, sostiene Yvonne.

Cuba tiene ocho modalidades de cooperación y “estoy enamorada de todas porque cada una de ellas tiene su historia: desde el estudio de discapacidad que lideró Cuba en varios países de América Latina y fue tan importante, la Operación Milagro, el Programa Integral de Salud, la Asistencia Técnica Compensada, los Servicios Médicos Cubanos que tanto ayudan a nuestro país a recibir los ingresos económicos que necesitamos, para tener una salud sustentable”, apuntó.

A juicio de la especialista, “no es que en el exterior se trabaje más que en Cuba, ni con más amor, sino que todos buscamos demostrarle al mundo lo que los cubanos somos capaces de hacer. De ese sentimiento afloran miles de anécdotas, que también existen aquí en nuestro país. El cubano está acostumbrado a tener a sus médicos, sus profesionales al lado; en esos lugares el médico es a veces un lujo”, dice.

“Dondequiera que esté un cubano lo va a hacer bien. Una de las cosas que nos caracteriza siempre, y que en Bolivia pude vivir, es la capacidad que tenemos de ser hermanos en los momentos difíciles.”

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Para el doctor Jorge Antonio Sáez Lajos, especialista en MGI, Intensivista e imagenólogo, no podemos perder de vista que “como cubanos, nos han formado en la solidaridad y el internacionalismo, en la convicción de saldar esa deuda con la humanidad, llevamos eso en la sangre”.

Va suscribiendo las palabras de la doctora Yvonne, mientras hablamos, narra el traslado difícil a Santa Cruz, luego de nueve meses en Bolivia, prestando servicios en Potosí. Habla de los médicos bolivianos que estudiaron en Cuba y se mantuvieron apoyando a los colaboradores.

“No olvido las palabras cuando llegamos al aeropuerto, donde nos recibieron el Ministro, el Canciller Bruno y otros dirigentes y le digo a la Mayor del vuelo: muchas gracias por traernos de vuelta. Ella me respondió, — y creo que era además la convicción de los dirigentes del país— nosotros los vamos a buscar y los traemos de vuelta dondequiera que estén”, dijo el doctor Sáez.

“Gracias a la eficiencia y la prontitud del trabajo de los dirigentes nuestros, en tres días regresamos a la Patria”.

Tanto él como la doctora Yvonne insisten en sacar experiencias de Bolivia: “La Revolución es muy grande y no deja abandonado a nadie en ningún lugar del mundo, sean las circunstancias que sean. Siempre confiamos”, aseguraron.

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El doctor Julio de la Torre, pasa los días en el servicio de rehabilitación del Hospital Comandante Manuel Fajardo, un departamento donde se atienden enfermedades como Ataxias, Guillain-Barré, esclerosis múltiple y lesiones medulares. “Tenemos un valioso grupo de trabajo que cada día dan lo mejor de sí porque la atención nuestra sea excelente, salgan agradecidos del trabajo que realizamos y darles cada día un poquito más de calidad de vida”.

“Imagina que una persona llega a rehabilitación después de haber sufrido traumas, o recibimos personas de la tercera edad con disímiles dolencias. Nos corresponde dar lo mejor de nosotros para que esa persona vuelva a reincorporarse a su vida normal”, insiste.

El doctor Julio lleva 22 años en este servicio. Tiene muchas anécdotas: una señora de 80 años en Venezuela, cuadripléjica por casi cinco años y que sus manos ayudaron a devolverle el caminar.

Conoce de memoria la lección mayor de un médico: “Esta es una profesión que hay que amar por sobre todas las cosas, si se uno quiere dedicarse a ella”.

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La misión de la doctora Susana Celestrín Marcos, es, digamos, “una misión nacional”. Especialista en Medicina Interna, su campo de batalla los últimos 25 años han sido los servicios de urgencias del hospital Calixto García.

“Me formé en la antigua URSS y desde que me gradué me ubicaron en este hospital haciendo la especialidad de medicina interna”, dice.

Todavía recuerda el año 1990, el primer día en que la mandaron al servicio de urgencia, en la consulta de clasificación, la inseguridad, el primer contacto con una de las áreas más complicadas y tensas de un hospital.

“Después de estar un mes allí decidí que eso era lo que a mí me gustaba. Me gradúo en 1994 de especialista, y el profe Lara, en ese momento Vice director primero del hospital y jefe de todas las terapias nuestras me dice: tengo la intención de que tú seas la jefa del servicio de urgencias”.

“Empezamos siendo tres especialistas nada más, que rotábamos por todas las áreas del servicio. En el año 96 fue el centenario del hospital, y el año en que pude hacer el curso de cuidados intensivos. Por aquel entonces se hicieron por primera vez en Cuba los cursos de reanimación cardiopulmonar. Cuba no se quedó atrás en desarrollo científico técnico y en 1972 se creó la primera terapia intensiva polivalente, casualmente en nuestro hospital, y junto con ella, ya estaba el servicio de urgencias”, apuntó.

Cuenta la especialista que después de este curso se impulsó la creación en el hospital de un área de reanimación para el paciente que llegaba crítico en paro, con trauma, y así surgió lo que llamamos unidad de cuidados intensivos emergentes. “Ya en el 2002 se nos da la oportunidad de tener un equipo médico que se dedicara única y exclusivamente a esa unidad de cuidados y así se fueron uniendo colegas y se fue creando lo que en la actualidad es el centro de urgencias y emergencias”.

Para la doctora Celestrín, a los médicos cubanos no solamente los respetan y reconocen en los países más pobres donde han prestado colaboración, sino que “hemos tenido la oportunidad de intercambiar con el colegio médico norteamericano de trauma, profesionales de Massachusett, Wisconsin, Boston, del Jackson Miami Hospital, y ellos han reconocido nuestro trabajo y estadísticas”.

“Logros hemos tenido, alegrías muchas, tristezas también. Satisfecha no estoy, no por mi trabajo, sino porque sé que todavía hay muchas cosas que podemos hacer, aunque no tengamos recursos, en las que aún podemos explotar más el potencial de nuestros médicos, sin negar el adelanto científico”, confiesa.

Pero para la especialista “si el médico no estudia, no está bien preparado, aunque se tenga el mejor equipamiento del mundo, no le va a resolver el problema al paciente. Porque son importantes los tres niveles de asistencia y todos deben estar integrados. Si yo quiero que ese paciente sobreviva en el servicio de urgencias y después en la terapia intensiva, el trabajo inicial está en el terreno, y pare eso no se necesita un súper equipamiento médico, sino conocimientos, y método clínico con el que se puede salvar al paciente”.

“Así hemos ido trabajando. Actualmente estamos en un proyecto científico de desarrollo de los recursos humanos en la medicina de emergencia. Tenemos una cátedra de urgencias que está pensada para pregrado, pero también la estamos utilizando para posgrado y eventos. Recientemente realizamos la cuarta jornada de urgencias y emergencias y lo que más alegría me dio fue ver a los jóvenes residentes y la integración de las especialidades”, explicó.

No olvida la doctora Celestrín hablar de las enfermeras. “El médico y la enfermera/o es el binomio perfecto. La enfermera no puede sin el médico y el médico no puede sin la enfermera. Y nuestras enfermeras/os son puntales”.

El servicio de urgencias y emergencias es ese lugar donde se recibe lo desconocido. “Tienes que con el examen clínico y con lo que está diciendo la familia, rápidamente pensar qué vas a hacer y cómo vas a actuar para lograr salvar la vida. Todos los días detrás del telón hay una discusión de qué vamos a hacer, qué vamos a poner, qué vamos a buscar… No obstante, a pesar de las dificultades nuestro Estado no escatima recursos para la salud del pueblo. Nuestros profesionales todos los días dan lo mejor de sí. Yo estoy orgullosa de mis colegas, de los que me formaron, con los que trabajo, de los que se están formando. Hay muchos jóvenes talentosos estudiando hoy”, concluyó.

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