Felipa de las Mercedes Suárez Ramos - trabajadores.cu.- Cuando el 3 de enero de 1960, el gobierno Estados Unidos, presidido por Dwight D. Eisenhower, rompió relaciones diplomáticas con Cuba, lo hizo convencido de propinar el tiro de gracia a la Revolución. Por entonces, un hecho de tal naturaleza resultaba desastroso para cualquier país; sin embargo, la unilateral decisión devino incentivo al patriotismo y la firmeza del pueblo cubano.


La política de agresiones de los gobiernos de Estados Unidos contra Cuba no comenzó con el triunfo de la Revolución, pues desde antes los gobernantes de esa nación mantenían una posición contraria al movimiento revolucionario dirigido por Fidel Castro Ruz, aun cuando no le conocían ni él se había proclamado socialista.

Después del triunfo de la Revolución, durante un tiempo cifraron sus esperanzas en socavarla, detenerla y desvirtuarla desde adentro, a partir de la presencia de figuras de los llamados moderados en el primer Gobierno Revolucionario, mediante quienes se proponían impedir la promulgación de leyes revolucionarias e ir ganando tiempo hasta desplazar del poder a los verdaderos revolucionarios. Esa era una de las dos armas en que confiaban; la otra, la agresión.

No se percataron de que en Cuba el poder real lo tenía el Ejército Rebelde, con Fidel al frente, y los moderados se fueron decantando. La firma de la Ley de Reforma Agraria, en mayo de 1959, motivó que el 11 de diciembre del propio año fuera presentado el primer plan serio de subversión, el cual planteaba la factibilidad de una acción armada siempre que Fidel fuera físicamente eliminado.

Días más tarde, en enero de 1960, Allen Dulles, jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), expuso ese plan, ampliado, ante el Consejo Nacional de Seguridad, donde se valoró la posibilidad de una agresión preparada por Estados Unidos, con la condición primaria de eliminar físicamente a los principales dirigentes cubanos: allí surgió el denominado Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro.

La clave estaba en el Escambray

Desde los meses iniciales del triunfo se produjeron algunos alzamientos armados contra la Revolución, primero por batistianos prófugos de la justicia, y después, por elementos contrarios al proceso. Una vez aprobado el referido programa por Eisenhower, la CIA dio curso a los alzamientos en tres direcciones fundamentales: Sierra Maestra, Escambray y Cordillera de los Órganos, con el propósito de contar con una fuerza de apoyo a una proyectada invasión por Trinidad.

Ante la concentración de elementos alzados en el Escambray y los lanzamientos aéreos de armas en esa región, Fidel se percató de que la agresión sería pronto y advirtió que allí estaba la clave, de ahí que, con vistas a eliminar tal posibilidad, dispuso la realización de una operación conocida como Primera Limpia del Escambray, en la cual participaron 80 batallones de milicias de todo el país.

Y una vez más el líder cubano estuvo en lo cierto, pues al comprender que las milicias constituían una fuerza militar, el gobierno estadounidense organizó el llamado Plan Trinidad, consistente en una invasión por esa zona antes del cambio presidencial del 20 de enero de 1961.

Con el objetivo de justificar tal acción, Estados Unidos propaló la noticia de que la Isla contaba con 17 rampas coheteriles soviéticas destinadas a atacar a su país u otro del continente, así como que preparaba una agresión a la base naval estadounidense en Guantánamo.

Pero Fidel se adelantó, y el 31 de diciembre de 1960 ordenó la movilización de todas las fuerzas milicianas de infantería, tanques y artillería, y la realización de un desfile militar el 2 de enero, en la entonces llamada Plaza Cívica, actual Plaza de la Revolución José Martí. Además, orientó al ministro de Relaciones Exteriores, Raúl Roa García, denunciar las intenciones yanquis en la ONU, paso inicial de una intensa ofensiva diplomática.

De tal modo acorraló la conjura, que en Estados Unidos llegaron a la conclusión de que no podían atacar en ese instante, y surgieron los consejos: dejar la agresión para otro momento y romper relaciones. Esto último lo hicieron de forma unilateral el 3 de enero de 1961, a lo cual recurrieron en medio de una ofensiva revolucionaria, porque la Revolución los había neutralizado.

El 8 de abril de ese año, liquidada la agrupación de bandidos en el Escambray, las milicias regresaron a sus lugares de origen, luego de varios meses de constante fogueo en campaña, que de mucho les valió cuando días más tarde, del 17 al 19 de ese mes, en Playa Larga y Playa Girón enfrentaron y derrotaron la invasión mercenaria organizada, entrenada y financiada por su vecino del Norte.

La ruptura diplomática se mantuvo hasta el 17 de enero de 2014, cuando los presidentes de Cuba y Estados Unidos, general de ejército Raúl Castro Ruz y Barack Obama, respectivamente, las restablecieron en un intento de demostrar que ambas naciones podían mantener ese nexo, con independencia de sus diferencias políticas e ideológicas. Mas, el actual gobernante estadounidense, Donald Trump, ha echado por tierra tal esfuerzo con el endurecimiento del brutal bloqueo de su país contra la Isla y la puesta en vigor del Título 3 de la genocida Ley Helms-Burton, a pesar del total rechazo internacional y de la mayoría de su propio pueblo.

Cuba
La Habana, 16 abr (Prensa Latina) - Videos: Canal Caribe / TV Cubana y Cubadebate.- Cuba celebra hoy el aniversario 63 de la proclamación del carácter socialista de su Revolución....
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