Maribel Acosta.- Documental sobre los hogares para niñas, niños y adolescentes sin amparo familiar en Cuba. ¿Cómo viven estos niños y niñas? ¿Quiénes los cuidan? ¿Qué responsabilidad tiene el Estado cubano? Autora: Walkiria Juanes.


Libro en PDF "Más que un hogar, una familia"

Protección de la infancia en Cuba: Los hogares de niños sin amparo familiar

Maribel Acosta Damas - Cuba en Resumen - Foto: Televisión Santiago de Cuba

“Me cuenta que está en 4to grado y que hace las tareas antes de llegar a la casa porque de esta forma tiene más tiempo para jugar. —La escuela está aquí cerca, Isabel y Margarita me llevan tempranito y luego me recogen, dice apartando la mirada como si supiera lo que estoy pensando”.

Niñas y niños cubanos cuentan su vida… No es la que  se sueña,  pero tampoco es de desamparo ante las adversidades de la vida.

Un documental audiovisual y un libro de entrevistas, crónicas y reportajes sobre el funcionamiento de los hogares para niños, niñas y adolescentes sin amparo familiar en Cuba, recoge documentación y testimonios de gran valor. Las jóvenes periodistas Walkiria Juanes e Irelys Serrano compilaron estas historias que son parte de la memoria colectiva de un país.

Más que un hogar, una familia recoge además la labor de los trabajadores de los hogares donde viven niñas y niños sin emparo familiar en Cuba, su funcionamiento, historia y evolución. Narra el camino en las leyes de protección de la infancia en Cuba.

Antes de 1959  se reconocían en el país las llamadas Creches, luego orfelinatos o albergues para niños de la calle. Fue después del triunfo de la Revolución Cubana, como parte de las políticas sociales conquistadas, la protección a la infancia pasó a ser prioridad del gobierno nacional.

De grandes centros depositarios de niños desprotegidos, el país creó casas pequeñas que semejaran hogares familiares y permitieran una atención personalizada y de calidad.

En 1960, el Estado cubano, a partir de la conocida Operación Familia, acondicionó viviendas para el cuidado y protección de menores, fomentando así la necesidad de velar por el bienestar de la infancia. Desde ese momento se crearían las plataformas jurídicas que fueron el sustento para su desarrollo y evolución a lo largo del tiempo. Esta experiencia se constituyó en un paradigma de protección a la infancia para el mundo.

En el año 1984 con el Decreto Ley 76, se institucionaliza la base jurídica de estas instituciones. Mediante la Resolución Ministerial 48 de ese año, fueron nombradas Hogar de menores sin amparo familiar, hoy Hogares para niños sin amparo familiar con procedimientos metodológicos para su ingreso, egreso, condiciones materiales y educativas; documentación y metodologías de control para la supervisión estatal de su funcionamiento con el objetivo de que estos hogares se acerquen en su espíritu e implementación, a los rasgos distintivos de una gran familia.

Cuba cuenta con al menos un hogar en cada provincia del país; en La Habana se cuenta el mayor número,  9 hogares con una matrícula de 136 menores, de ellos 5 son hogares para niños y niñas de 6 a 17 años de edad, y 4 son círculos infantiles mixtos para niños hasta 5 años.

Los hogares son rectorados por el Ministerio de Educación y son atendidos directamente por la educación especial, por las características especializadas de esta rama de la enseñanza cubana que posee las herramientas, conocimientos y experiencias necesarias para el tratamiento de los menores que matriculan en esas instituciones.

Cada menor permanece en un hogar desde el momento en que matricula hasta que sus padres lo recojan o cumpla la mayoría de edad, bajo la tutela del director o directora de la institución. Estos fungen como representantes legales de las niñas y niños bajo su custodia y velan por el rendimiento escolar, personal y social de los menores. Cuando un menor alcanza la mayoría de edad, el Estado no lo desampara, es un derecho del joven obtener una casa con las condiciones necesarias para su bienestar, que a su vez le otorga el propio Estado. 

Los hogares cubanos funcionan a semejanza de una casa de familia para al adoptar  como modelo el contexto familiar que los menores deberían tener originalmente.

Estos están provistos de todas las comodidades, desde la distribución arquitectónica que debe tener una casa común, los medios recreativos  necesarios; hasta las pertenencias de cada quien como la ropa, los zapatos, y otros objetos personales. En el hogar cada niño o niña recibe una pensión facilitada por el Estado. Esta tiene correspondencia con la edad  y las necesidades derivadas de ello u otras circunstancias. El Estado garantiza también la educación de estos niños, niñas y adolescentes hasta que comiencen la vida laboral, incluidos los estudios universitarios.

“El reloj marca las 4:25 pm, cuando aparece por la puerta un batallón de pequeños. La directora, inmediatamente les hace todo tipo de preguntas sobre la escuela. Ellos, un poco ansiosos, dan respuestas rápidas, mientras dejan caer las mochilas sobre la mesa del patio y reunidos se mantienen en silencio hasta que por fin una voz reclama: —Ale… ¿y la merienda?”

… Un día, en un hogar cubano cuando los niños y las niñas regresan de la escuela…

 

Casas de niños sin amparo familiar: Más que segundas oportunidades

Claudia Montero Lescaille, Dairon Martínez Tejeda, Leonel Escalona Furones - Cubadebate

23 junio 2018

A sus 17 años, la joven Susana Torriente Thomas, confiesa tener dos grandes pasiones: ser agente de telecomunicaciones, profesión para la que se prepara en un curso auspiciado por la dirección territorial de ETECSA, y la familia, esa que la acogió desde los 13 años en la casa de niños sin amparo paternal.

Tímida al principio, Susana fue adaptándose a aquel nuevo ambiente, donde con los brazos abiertos y sin preguntas, recibió zapatos, ropa, cama, sombrilla y muestras de amor incondicional. Al poco tiempo ya ayudaba con la limpieza, la lavandería, la organización y cuidaba a los otros pequeños como hermanos, pues así se lo inculcaron sus tías, las cuidadoras del hogar.

Mientras estuvo interna para estudiar la especialidad de Belleza, ahí estuvieron sus guardianas, para dialogar en confianza, compartir en los 15 años, desfilar el primero de mayo, celebrar las graduaciones…en fin, crear lazos eternos.

Torriente Thomas, no es la única con una historia similar, pues en los más de 20 años de existencia que tienen estas instituciones, larga es la lista de huérfanos, abandonados, hijos de padres alcohólicos o de enfermos mentales, de presidiarios, que se han beneficiado con este servicio público.

Luces adentro

Los Hogares… regidos por el Decreto Ley 76, acogen a niños y jóvenes hasta 18 años, cuyas familias no pueden asumir la custodia, allí se les proporciona atención médica, alojamiento, alimentación, ropa y calzado.

En Guantánamo existen dos centros a donde van los niños luego de demostrarse que es imposible que los padres u otras familias les atiendan. La dirección provincial de Educación y el Consejo de Atención a menores, se encarga del proceso de ingreso que incluye chequeo médico acompañado del dialogo e investigaciones en la comunidad.

Nordis Rodríguez Creagh directora de la casa “Les inculcamos correctos valores éticos, además de orientarlos en la continuidad de estudios para ser hombres y mujeres de bien en el futuro”.Nordis Rodríguez Creagh directora de la casa del Reparto Obrero, que acoge a niños de entre tres y 17 años, explica que allí hay 12 internos, seis hembras y seis varones. El 100 por ciento de ellos está en centros de enseñanza especial, primaria, secundaria básica y politécnico, a quienes se les mantiene el seguimiento y la protección por parte de 25 trabajadores, entre ellos seis asistentes educativas, la directora, la trabajadora social, auxiliares de cocina y limpieza y trabajadores agrícolas.

“Tratamos de crear lo más cercano a un hogar normal donde realizan baño, comida y sueño, ven televisor, tienen juguetes y les inculcamos correctos valores éticos y hábitos alimenticios, de higiene, de colaboración con las tareas domésticas, además de orientarlos en la continuidad de estudios para ser hombres y mujeres de bien, obreros, profesionales” agrega la directivo.

Seis dormitorios, una sala para el estudio individual o colectivo, sala de computación con impresora y áreas para la realización de actividades deportivas, culturales o recreativas, así como de servicios se integran en el local donde cuentan con huerto de 2,5 hectáreas para el autoabastecimiento del hogar en viandas.

Además en dependencia de la enseñanza y la edad, reciben un estipendio de 10$, 15$ o 25$ para algunos de sus gastos personales. “Lo más importante es compensar la falta de familia y afecto, mediante la labor social que implica que los cuidadores asistan a las reuniones de padres, velen por la organización e higiene, apoyen la realización de tareas escolares, atienden las pertenencias de cada niño”, subraya Rodríguez Creagh.

A ello contribuye el apadrinamiento de organizaciones políticas o de masas, de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), el INDER y el MININT que planifican actividades los fines de semana, en las vacaciones y los días de cumpleaños, e igualmente entregan donaciones.

Estos centros son prioridad para el sistema de educación, a decir de Maritza Romero Martínez, metodóloga provincial de enseñanza especial, por ello se trabaja para la superación constante de estos trabajadores que deben formar la personalidad de los niños con actividades lúdicas, que mejoren el lenguaje y coordinen progresos intelectuales con físicos para la vida cotidiana.

Fuera de las Casas

Estas moradas reflejan el esfuerzo que hace el Gobierno cubano por el cuidado y protección de menores. Así lo validan los resultados satisfactorios de las evaluaciones que realiza trimestralmente o cada mes, la Fiscalía en cumplimiento del artículo 25 de la Ley de este organismo en pos de proteger los derechos, bienes e intereses de los infantes”, asegura Carmen Sugrayes Ramos, fiscal del departamento de protección a la familia.

Mas la atención no termina ahí, el decreto ley 76 también estipula que “los órganos locales del poder popular deben disponer de casas o albergues colectivos para alojar a los jóvenes internados en centros docentes que hayan terminado estudios de nivel medio, que hayan cumplido el Servicio Militar Activo, o arriben a la edad laboral”.

Dicho mandato incluye además un periodo de seguimiento por dos años para ver qué hacen, si se incorporan a la vida de forma positiva y prestarle la ayuda o el consejo, necesarios en caso de ser posible.

Arismari Fabar Lescay, de 23 años forma parte de ese grupo de egresados, a quien el estado le otorgó, además del puesto laboral, casa con condiciones mínimas indispensables sanitarias, agua y electricidad, así como colchón, avituallamiento…algo que agradece la joven pues ya cuenta con algo propio.
Otro caso es el de Osmar Góngora Calvo, hoy padre de 30 años y casado en Caimanera, quien recuerda con agrado el tiempo en la casa de niños sin amparo familiar desde los cinco años, y cómo aun cuando cumplió 18 (entonces ya trabajaba, tenía hija y esposa) contó con el amparo del hogar por diez años, hasta que obtuvo la vivienda donde reside ahora.

Ambos hoy son entes activos de la sociedad, trabajan, crecen, aún bajo muchas carencias, pero al menos pueden vivir orgullosos de haber tenido un techo. Ellos son solo una representación de los guantanameros que han sido beneficiarios de estas instituciones, quienes junto a Susana, agradecen a la Revolución por ofrecerles más que una segunda oportunidad.

(Tomado de Venceremos)

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