Cubavisión Internacional entrevista a María del Carmen Ariet, coordinadora científica del Centro de Estudios Che Guevara, y a Hugo Moldiz, ministro boliviano refugiado en la Embajada de México en La Paz.


Por la ruta del Che: Un recorrido histórico, cultural y natural (+ Fotos)

Alejandro Azcuy Domínguez - Cubadebate.- El año 2007, cuando se cumplían cuarenta años del asesinato de Ernesto Che Guevara en Bolivia, el gobierno boliviano inició una campaña para promover la Ruta del Che como destino turístico comunitario, con un alto valor histórico, cultural y natural.

La Ruta del Che abarca los sitios y poblados que recorrió durante su acción guerrillera en la región sudeste boliviana, a lo largo de 800 kilómetros desde Camiri en el sur a Vallegrande en el norte. Quienes se interesan en reproducir este trayecto, se internan durante varios días en la selva, partiendo de la ciudad de Santa Cruz hasta llegar al pequeño poblado de La Higuera, donde el Che fue asesinado en octubre de 1967.

Cuarenta años después de la gesta, todavía se podían encontrar campesinos y comunarios que vivieron de cerca el paso del Che y su guerrilla por toda la geografía que abarcó su campaña, en un trayecto de difíciles condiciones de terreno que casi no han cambiado en las últimas décadas.

Este fotorreportaje recorre los sitios donde estuvo la guerrilla los últimos días de campaña.

Vista aérea de Vallegrande. En esta ciudad, además del hospital Señor de Malta, en cuya lavandería fue tomada la desgarradora imagen del cuerpo sin vida del Che, que posteriormente dio la vuelta al mundo, también existe un museo que exhibe objetos que pertenecieron a la guerrilla. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

En el año 2007 el gobierno boliviano inició una campaña para promover la Ruta del Che como destino turístico comunitario, con un alto valor histórico, cultural y natural. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

En el año 2007 el gobierno boliviano inició una campaña para promover la Ruta del Che como destino turístico comunitario, con un alto valor histórico, cultural y natural. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

Lavandería del hospital Señor de Malta, en Vallegrande, lugar donde el ejército boliviano exhibió al mundo el cuerpo sin vida del Che, luego que fuera asesinado en La Higuera. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

 

Vista interior del Mausoleo Ernesto Guevara, en Vallegrande. Es la fosa común donde fueron enterrados clandestinamente los restos del Che y de varios de sus compañeros de campaña. Después de 30 años de silencio por parte de los militares bolivianos, un general retirado declaró dónde habían sido enterrados. Gracias a la intensa labor de un equipo multidisciplinario de expertos argentinos y cubanos, los restos se encontraron el 28 de junio de 1997 y poco después fueron trasladados a Santa Clara, Cuba, donde hoy descansan. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

Fosa común donde fueron enterrados clandestinamente los restos del Che y de varios de sus compañeros de campaña. Después de 30 años de silencio por parte de los militares bolivianos, un general retirado declaró dónde habían sido enterrados. Gracias a la intensa labor de un equipo multidisciplinario de expertos argentinos y cubanos, los restos se encontraron el 28 de junio de 1997 y poco después fueron trasladados a Santa Clara, Cuba, donde hoy descansan. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

Vista exterior del Mausoleo Ernesto Guevara, en Vallegrande. Es la fosa común donde fueron enterrados clandestinamente los restos del Che y de varios de sus compañeros de campaña. Después de 30 años de silencio por parte de los militares bolivianos, un general retirado declaró dónde habían sido enterrados. Gracias a la intensa labor de un equipo multidisciplinario de expertos argentinos y cubanos, los restos se encontraron el 28 de junio de 1997 y poco después fueron trasladados a Santa Clara, Cuba, donde hoy descansan. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

Señalizaciones de la “Ruta del Che”. El recorrido por los azarosos senderos cuenta también con museos y paraderos para los viajeros, que muchas veces combinan el peregrinaje con ecoturismo de aventura. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

Señalizaciones de la “Ruta del Che”. El recorrido por los azarosos senderos cuenta también con museos y paraderos para los viajeros, que muchas veces combinan el peregrinaje con ecoturismo de aventura. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

Alto Seco, comunidad cercana a La Higuera donde arribó la guerrilla el 22 de septiembre de 1967. Según el Diario del Che, se produjo un encuentro con más de una decena de campesinos, en la escuelita local, a quienes Inti les explicó el alcance de la revolución. Al conversar con los habitantes de todas estas comunidades, se pueden encontrar nítidos testimonios del paso del guerrillero heroico. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

Alto Seco, comunidad cercana a La Higuera donde arribó la guerrilla el 22 de septiembre de 1967. Según el Diario del Che, se produjo un encuentro con más de una decena de campesinos, en la escuelita local, a quienes Inti les explicó el alcance de la revolución. Al conversar con los habitantes de todas estas comunidades, se pueden encontrar nítidos testimonios del paso del guerrillero heroico. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

Vistas de los enclaves naturales por donde anduvo la guerrilla comandada por Ernesto Che Guevara, durante su campaña en Bolivia. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

La Ruta del Che abarca los sitios y poblados que recorrió durante su acción guerrillera en la región sudeste boliviana. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

Pucará, el pueblo de Piedra, pequeña localidad situada en la provincia de Vallegrande, es uno de los sitios por donde pasó el Che con la guerrilla. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

Pucará, el pueblo de Piedra, pequeña localidad situada en la provincia de Vallegrande, es uno de los sitios por donde pasó el Che con la guerrilla. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

Alto Seco, comunidad cercana a La Higuera donde arribó la guerrilla el 22 de septiembre de 1967. Según el Diario del Che, se produjo un encuentro con más de una decena de campesinos, en la escuelita local, a quienes Inti les explicó el alcance de la revolución. Al conversar con los habitantes de todas estas comunidades, se pueden encontrar nítidos testimonios del paso del guerrillero heroico. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

Campesinos de Pucará, para quienes la figura legendaria del Che está más viva que nunca. Habitantes de esta zona con los que se ha podido dialogar le siguen llamando don Fernando Sacamuelas, recordando a quienes Ernesto Che Guevara les dedicó sus escasas horas de descanso, durante su paso con la guerrilla, para extraerles molares adoloridos o piezas totalmente cariadas. Durante el gobierno de Evo Morales, en este pueblo prácticamente ignorado de la geografía boliviana, un ejército de batas blancas cubanas atendió a los campesinos del lugar y de comunidades aledañas, continuando así la obra del Che. Foto: Alejandro Azcuy/ Cubadebate.

 

Che Guevara: 8 de octubre, día aciago en la Quebrada del Yuro

María del Carmen Ariet García - Cubadebate

La remembranza de acontecimientos sobrecogedores encuentra, en su existencia, una permanente avidez por corroborar el modo y las circunstancias en que sucedieron, aun cuando hayan pasado 53 años, tal como ha ocurrido con el combate emprendido en la Quebrada del Yuro el 8 de octubre de 1967, un lugar inhóspito y remoto de la geografía boliviana.

Ese día llegaron a la Quebrada del Yuro, 17 de los guerrilleros que habían iniciado, desde noviembre del año anterior, la lucha que vislumbraba la verdadera emancipación del pueblo boliviano, como parte de la estrategia concebida por el Comandante Ernesto Che Guevara dentro de su proyecto político de lucha de liberación de los pueblos tercermundistas y, de modo particular, para la América Latina.

De esos objetivos surge la guerrilla organizada en Bolivia, formada en ese entonces por hombres de tres de los países con antecedentes y experiencias revolucionarias para llevar adelante el proyecto: cubanos, bolivianos y peruanos; todos ellos, con vocación solidaria y militante, dispuestos a obtener lo que se les había negado en siglos de explotación. 

Los perfiles que se han escrito sobre esos hombres, muchas veces han sido injustos, falsos y carentes de objetividad en sus apreciaciones, con el único propósito de desvirtuar el mérito que constituye entregar la vida, si fuere necesario, en aras de alcanzar la total liberación.

En ese día aciago, donde unos murieron en combate, otros fueron vilmente asesinados y, los menos, hechos prisioneros para después asesinarlos en el silencio y la complicidad de la fuerza bruta, se encontraba el más perseguido y vilipendiado de todos, el Che Guevara, llevado, maniatado y herido, hasta La Higuera, poblado perdido en el olvido, pero tristemente renacido después de esos acontecimientos.

El pequeño grupo de combatientes que ese día transitaba por los caminos que daban acceso a la Quebrada, lo componían, también, cubanos, bolivianos y peruanos, quizás por el azar de la historia en su intencionalidad de demostrar el valor de una página incuestionable de unidad y entrega. La ruta se les hacía difícil y agotadora por lo abrupto del lugar, sin vegetación ni agua, a lo que se sumaba su estado físico como consecuencia de la falta de alimentación, las enfermedades y el cansancio de las largas caminatas, tratando de evadir al enemigo que los perseguía como presas y “trofeo” de guerra, por la osadía de enfrentárseles y dar cara a una fuerza mayor manteniéndola en jaque por largos meses.

Esa verdad indiscutible causaba odio, resquemores y sed de venganza, sin olvidar ni pasar por alto que en toda lucha se muere o se vive y no deja de tener su ángulo doloroso en cualquiera de los bandos que se represente, elemento importante para aquel que suela analizar el hecho desde solo ese prisma. Por la misma causa, se ha tratado de eliminar o minimizar el número de combates en que ese pequeño grupo de hombres demostró el valor y la entrega, las probabilidades del accionar de ese tipo de lucha frente a un enemigo superior en número y armamentos y la valía de la moral y la conciencia del guerrero frente al adversario. 

Por su puesto, sería necesario otro análisis y mayores detalles que lo confirmen, amén de todo lo que se ha reflexionado por estudiosos y especialistas de múltiples posturas e ideologías.

Los pocos testimonios confiables, sobre todo los recogidos en los diarios escritos por los combatientes, reproducen, en frases breves, la marcha hacia la búsqueda inminente de una salida para reponer las fuerzas, reorganizarse y encontrar una zona más segura de avituallamiento.

De esa forma llegan a la Quebrada, la que se convertiría en una trampa sin otra alternativa, al hacerse muy difícil la salida. No obstante, al analizar con detenimiento el lugar y detectar la existencia de una fuerza superior lista para eliminarlos, el Che y su pequeña tropa son capaces de organizar una estrategia digna de ser estudiada, aun cuando no lograran evadir al enemigo y los resultados no fueran los esperados. 

Por lo descrito a través de los testimonios existentes, el Che decide dividir el grupo en tres flancos: derecha, centro e izquierda, organizados de tal forma que los hombres de más experiencia cubrieran la zona con más posibilidad de salida y de defensa para cubrir asegurar las acciones acordadas; el otro, en un cañón lateral con iguales fines, pero supuestamente de menor intensidad en el fuego enemigo; y el centro, encabezado por el Che, con el objetivo de cubrir a los combatientes enfermos para que pudieran salir del cerco y avanzar a lugares más seguros.

Sin que medie cualquier valoración extrema, esa decisión tomada por el Che enaltece el humanismo que lo caracterizó siempre porque, dejando a un lado su seguridad individual, decide establecer una línea que permitiera salvar a los más indefensos y enfermos, para después proceder a la ruptura del cerco. 

Esas decisiones nunca se han resaltado con el sentido de verdad, porque el vencedor trata siempre de minimizar al adversario, pero lo cierto es que lo ocurrido en la Quebrada del Yuro y la estrategia desarrollada por el Che y los combatientes merece tenerse en cuenta por su propio desenlace, más allá de lo adverso, su apresamiento y la decisión de asesinarlo.

El recuento de lo realizado permite concluir, entre otros elementos, que la confianza depositada por el Che en los más experimentados fue en extremo positiva porque, a la larga, fueron los que lograron romper el cerco y convertirse en los únicos sobrevivientes de la guerrilla. El grupo de los enfermos pudo evadir a los soldados y escapar, siendo salvajemente asesinados cuando se encontraban ocultos a la espera de un momento adecuado para trasladarse a un lugar más seguro. Por último, el Che y el boliviano Willy (Simón Cuba) —después de haber enviado al boliviano Aniceto Reinaga a revisar otras posiciones, momento en el cual es detectado por el enemigo y muere, son vistos por los soldados e irremediablemente apresados. La sobresaliente actitud de Willy, quien intenta sacar al Che de la Quebrada, ya cercado, con el fusil inutilizado y con una herida en la pierna, resume el respeto y la admiración por el jefe que llegó a reafirmar que esa lucha brinda la posibilidad de convertir a los hombres “en el escalón más alto de la especie humana”, la verdadera esencia de ser revolucionario. 

El relato de lo acaecido, posterior a su apresamiento, nunca ha sido un relato del todo cierto al ser contado por protagonistas presenciales o testigos bolivianos, en un primer momento llenos de temor por futuras represalias ante las conductas impropias puestas en práctica, la sed de venganza sin freno y un triunfalismo pírrico; y después, empleado para intentar borrar el salvajismo y la barbarie, digna de lo más cruel de los torturadores nazis. 

Es cierto que la guerra deja secuelas amargas en cualquiera de los bandos, con la presencia de hombres dispuestos a defender su honor, pero eso no elimina la crueldad empleada con el enemigo apresado, llevado a la humillación y al ajusticiamiento desproporcionado. La narración de las particularidades ni su esencia impide juzgar lo sucedido, al saberse de combatientes a quienes se les negó auxilio mínimo y se les dejara abandonados hasta el último aliento, sumado al acoso humillante para con el Che y el trato recibido, en el que sobresale la actitud viril de ese último sin amilanarse ni ceder ante la presión y la indignidad de la vanagloria del prisionero en su poder, para concluir con un vil asesinato, sin mediar juicio, solo un ajuste de cuenta por decisión de la fuerza bruta.

Ese es el final de una decisión que, muchos de los protagonistas la han sentido por años como una persecución implacable, en su afán de ocultar y falsear la verdad, con el ánimo de enterrarla. Solo pudo sacarse a la luz pasado 30 años, cuando, después de una minuciosa investigación científica, se descubren los restos de los compañeros caídos en la contienda. En una de las fosas abiertas por el ejército para enterrarlos, en el poblado de Vallegrande, aparecen los restos del Che junto con 6 de los guerrilleros, con el detalle singular de que estuvieran las tres naciones hermanas en su último acto ante la historia, tal como aconteció en la Quebrada: cubanos, bolivianos y peruanos, corroborándose así la dimensión de la estatura de hombres dispuestos a luchar por la emancipación definitiva de los pueblos.

 

 

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