Rachel Rivero Acosta - Prensa Latina.- Un nuevo grupo de voluntarios se incorpora cada semana a las labores en el Complejo Hospitalario de la Universidad de las Ciencias Informáticas, UCI, en la capital cubana, el más grande en la isla para el enfrentamiento a la Covid-19.


Con el mismo ímpetu derrochado hace seis décadas en Playa Girón, donde miles de milicianos dirigidos personalmente por el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, protagonizaron la primera gran derrota militar de Estados Unidos en América Latina y el Caribe, estos jóvenes garantizan ahora, dentro de la UCI, diferentes actividades necesarias en el combate contra el SARS-CoV-2.

Entre estas se encuentran la entrega de alimentos a los pacientes, la limpieza de los apartamentos, gestión del sistema informático-estadístico, así como otros aspectos a tener en cuenta para el trabajo en la zona roja.

Son tiempos distintos y la estudiante de 4to año del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, ISRI, Amalia Rodríguez, lo sabe.

En declaraciones a Cuba Internacional, Rodríguez, afirmó que trabajan para acabar con la pandemia, evitar que el personal de la salud colapse y al final 'poder abrazar a nuestros padres; estar aquí es lo que toca'.

De esa forma, miles de voluntarios abaten diariamente a un enemigo invisible y arriesgan sus vidas, con lo cual, ante otra realidad, imitan la actitud de quienes en menos de 65 horas derrotaron a la brigada mercenaria que, financiada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) desembarcó en abril de 1961 por bahía de Cochinos.

Según el Ministerio de Educación Superior, más de siete mil profesores universitarios y 52 mil alumnos han ayudado en la batalla contra el nuevo coronavirus.

Sus jornadas abarcan casi todo el día en la atención a los pacientes desde el punto de vista alimentario, la limpieza para asegurar las condiciones higiénicas en cada habitación y otras labores imprescindibles.

'Si tenemos el chance de ayudar y aportar en el enfrentamiento a la pandemia, tenemos que hacerlo en la trinchera donde nos toque, esta es la Sierra Maestra, el Girón que nos corresponde ahora y debemos estar aquí', aseguró Adrián Santiago, estudiante de tercer año de Ingeniería Informática en la UCI.

Sin ocultar el orgullo que le provoca brindar su aporte, el educando expresa felicidad por sus labores como estadístico en el control de los ingresados, de la realización de las pruebas de PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa en tiempo real), las altas médicas y el flujo del trabajo logístico.

Por su parte, Shabely Jiménez, alumna del mismo año, recordó que cuando expresó el propósito de incorporarse como voluntaria en el centro UCI-Ministerio de Salud, su mamá trató de persuadirla para que no fuera.

'Le preocupaba mi hábito de tocarme la cara y cualquier posible descuido en el acercamiento a los pacientes', explicó.

Reconoció que una vez incorporada al cumplimiento de la tarea sintió temor de cometer algún error de procedimiento cerca de los sospechosos y de los diagnosticados como positivos.

Sin embargo, sostuvo, que al transcurrir los días, ella y sus compañeros incorporaron rutinas que ahora resultan habituales como tener las manos protegidas con alcohol, llevar dos y hasta tres mascarillas y gafas protectoras, lo que forma parte del uniforme diario para evitar un posible contagio.

Todos los entrevistados coincidieron en la afirmación de que sin experiencia previa en la rama de los servicios médicos enfrentaron situaciones tan disímiles como la limpieza, la distribución de alimentos y hasta informar a un paciente sobre el fallecimiento de un familiar.

Tania Corrales, estudiante de 5to año del ISRI, expuso que nunca imaginó entrar a un centro de aislamiento, donde ya se encontraban movilizados varios de sus amigos.

Un día le llegó la convocatoria de la Federación de Estudiantes Universitarios y dio el paso al frente.

'Al principio sentí cierto temor de estar en la denominada zona roja, pero aprendimos rápido, sin ocultar la impresión experimentada en un lugar donde coincidí con un caso positivo', comentó al recordar sus experiencias.

Corrales recordó que en ese momento se dijo: 'hay que echar pa'lante como en Girón', y esa actitud le permitió salir airosa de la prueba.

Saldo positivo de esta experiencia juvenil para el grupo es la familiaridad surgida por estar unidos en la meta común de vencer a la Covid-19, el humor siempre presente y el recuerdo de las sonrisas amigas entre las literas y cuartos que los acogieron durante un mes.

También están los grupos de WhatsApp y los intercambios de fotos y videos.

Mañana, despertarán conscientes del deber cumplido y de que la patria contó con ellos en el siglo XXI como ocurrió en abril de 1961, cuando otros jóvenes, encabezados por Fidel Castro, defendieron el socialismo en la mayor de las Antillas.
 

 

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