María del Carmen Mestas - Revista Mujeres.- Apartada de todo divismo se adueñó del pentagrama, de la clave, las ricas armonías, los más diversos ritmos e hizo suya la música, le dio su acento, su estilo único de cantora. Dijo del amor que duele o el que enciende de emociones el corazón de los amantes. Intérprete excepcional recorrió los caminos de la solidaridad, cantó a la patria y a los héroes.
Se dio gusto interpretando a autores desde esa siempre inmensa Marta Valdés con sus boleros antológicos, el Silvio de Ojalá o el Noel de la triste mirada tan íntimo y capaz del perdón. Tampoco dudó en gozar de los antiguos y sabrosos sones de Compay Segundo, sazonados por la tierra oriental.
Ella expresaba la música de una manera muy especial y lo hacía con la mirada, el gesto, el movimiento del cuerpo al bailar. Era incansable en la escena. Vibraba y hacia vibrar al público. No tuvo barreras idiomáticas para comunicarse; por eso, la aplaudieron delirantemente cuando se presentó en el Kremlin en, Moscú.
De su vínculo con la música me contó en entrevista para la revista Mujeres:
Creo que desde que abrí los ojos sentí la música y gracias a unos tíos empecé a dar clases de guitarra con Nené Enrizo; fue un duro golpe descubrir más tarde que ese señor era uno de los grandes acompañantes de la trova tradicional, de conocer bien de quién se trataba hubiera aprendido todo lo que aún hoy no sé.
Matriculó en el Conservatorio Amadeo Roldán para estudiar viola y luego en la Escuela de Instructores de Arte donde fue alumna de Leopoldina Núñez y el maestro Guyún. En sus inicios integró un dúo ocasional con Pedro Luis Ferrer y estuvo con el cuarteto Los Dimos.
Fundadora del Movimiento de la Nueva Trova y su primera voz femenina, Sara perteneció al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC( GESI) donde amplió sus conocimientos; se trataba de jóvenes en busca de una expresión más novedosa; un ciclo que mucho le aportó por contar con la dirección de Leo Brouwer. En esa agrupación ganó amigos que por siempre la acompañarían en su trayectoria.
Durante esa etapa participó en varios documentales y en aquellos famosos recitales que la generación de aquella época disfrutó plenamente.
Sus condiciones histriónicas la llevaron a trabajar junto a Virulo en la ópera- son Génesis, que según me explicara fue un nuevo aprendizaje porque la escena le enseñó a descifrar el tiempo y reflexionar sobre aspectos desconocidos del teatro.
Su aire renovador en la composición, su carga lírica está en los discos que grabó: La Nueva Trova en vivo, Versos Sencillos de José Martí; Girón: La victoria; Cuatro cosas; Con un poco de amor; Con apuros y paciencia; Si yo fuera mayo; Mírame; Sin ir más lejos; ¿Qué dice usted? Cantos de mujer I y II; placas en las que rescata el quehacer musical de significativas autoras.
A Sara la ovacionaron en América Latina, Estados Unidos, Europa y África. Recorrió Cuba en una gira titulada Tres mujeres del Caribe junto a las cantantes Lucecita Benítez, de Puerto Rico, y la dominicana Sonia Silvestre. Se unió a las intérpretes Anabell López, Marta Campos y Liuba María Hevia en un periplo artístico por España.
Creadora de ese himno que es Girón: la victoria, recibió numerosos lauros durante su carrera: Medalla Félix Varela, Distinción por la Cultura Nacional, Diploma al Mérito Artístico del Instituto Superior de Arte, ISA; Machete de Máximo Gómez, Medalla Alejo Carpentier, entre otros muchos lauros.