Roberto Chile - cubaperiodistas.cu.- «No dejo grandes palacios, yates, dinero en los bancos, nada de eso, dejo una muestra de mi trabajo en mi paso por este mundo» – Alberto Korda. (Foto de portada: Roberto Chile.


El fotoperiodismo exige tesón; a veces temeridad; siempre sacrificio. Entregarse en cuerpo y alma a narrar con imágenes el tiempo que les tocó vivir: que tarea más hermosa, útil y significativa; que suerte la de esos hombres y mujeres capaces de pintar con luces, sombras y colores los sucesos más relevantes de la historia; que magia esa la de eternizar la vida. Hoy, en Cubaperiodistas, iniciamos una serie de entrevistas con estos artistas del lente.

Primero en el periódico Granma donde se forjó, más tarde en Prensa Latina, y desde 2010 en Cubadebate, Ismael Francisco asiste siempre puntual al acontecimiento, al suceso del momento, a lo que puede ser noticia, para lanzarlo desde su lente a la vista del mundo:

“Yo veo cada fotografía como un problema matemático. Tú puedes tener medida la luz, tú puedes tener listo el encuadre, pero el instante de hacer la foto lo decide el corazón”.

Decía Saúl Letier, figura destacada de la fotografía estadounidense de mediados del siglo XX: “No tengo una filosofía, tengo una cámara”. Eso tiene Ismael: una cámara en su corazón.

Hay imágenes que pasan inadvertidas, hay otras que se dejan ver y se olvidan, pero hay las que llegan y se quedan grabadas para siempre en la memoria colectiva. La noche del primero de enero de 1994 en Santiago de Cuba, marcó el destino de Ismael Francisco. Una fotografía -de esas que trascienden las barreras del tiempo- fue su pase a bordo. “Desde entonces puedo decir que soy fotorreportero”.

Fidel alza el machete de Maceo. Fotografía: Ismael Francisco.

—Fidel levanta la réplica del machete del General Antonio Maceo en el balcón de la Asamblea Municipal del Poder Popular de Santiago de Cuba. ¿Qué hay detrás de esa fotografía tan llena de simbolismo?

—Aquella cobertura fue muy significativa para mi carrera, yo diría que marcó un antes y un después de mi camino como fotorreportero.  Apenas era un recién graduado de Periodismo, formado como fotógrafo en los laboratorios del diario Granma, cuando llegó esa oportunidad.

“Era fin de año y nadie quería ir a Santiago de Cuba, y me hicieron la propuesta, algo arriesgada teniendo en cuenta mi poca experiencia y lo que se me estaba pidiendo. Imagínate, un acto de noche, en pleno Parque Céspedes y con Fidel. No tenía los equipos adecuados para una cobertura de ese tipo, solo una cámara vieja, igualmente los lentes, película blanco y negro de mala calidad. A esto súmale que debía trasmitir por radiofotos a La Habana. La Internet de aquellos tiempos implicaba llevar consigo un laboratorio portátil, químicas, cubetas; hasta el secador de pelo de mi mamá se fue en aquella primera aventura mía.

“Pero bueno, salió la foto, “Fidel alzando el machete de Maceo”, portada del periódico Granma al día siguiente . Desde entonces puedo decir que soy fotorreportero”.

—Tu consumación como fotógrafo de prensa en el periódico Granma no fue un camino fácil, fue una travesía pletórica de vivencias y aprendizajes ¿Cómo llegaste a lo que eres hoy, uno de los más importantes fotorreporteros cubanos?

—Al diario Granma le debo mucho de lo que soy hoy porque fue mi escuela, mi casa, mi familia. Allí literalmente crecí y me formé como profesional y como ser humano. Un privilegio, sinceramente, tener a tantos grandes maestros del lente a mi disposición, como Fernando Lezcano, Mario Ferrer, Orlando Cardona, Jorge Oller, Liborio Noval.

“Solo era cuestión de querer aprender, porque allí estaban ellos, además de lo mejor del fotoperiodismo cubano de las primeras décadas de la Revolución.

“El comienzo, realmente difícil: en las máquinas rotativas, como auxiliar de impresión, grasa, tinta, madrugadas. Luego de dos años pasé a fotografía, pero sin salario. Un detalle, para optar por la plaza de laboratorista, el Capitán Jorge Enrique Mendoza, director de Granma en esa época, me exigió matricular Periodismo, en el curso de trabajadores, algo que con mucho fuerzo logré en 1994.

“Sin embargo, creo que ese nivel de exigencia y acompañamiento, unido a las horas de laboratorio en las que aprendí importantes técnicas para dominar y conocer la luz, a mi entender el elemento fundamental de la Fotografía, fueron una base decisiva porque hoy la tecnología lo hace todo más fácil, pero hay elementos de esta especialidad que solo se aprenden en un laboratorio”.

—Recuerdo la primera cobertura internacional que compartimos. Fue en la VII Cumbre Iberoamericana en Isla Margarita, Venezuela, en 1997. Pero antes habías cumplido otras misiones. ¿Cuál fue tu bautizo de fuego, yo diría, tu presentación de credenciales?

—Sí, es verdad, estuvimos juntos en Isla de Margarita en 1997. Ese fue mi primer viaje con Fidel, a una Cumbre particularmente complicada, por todo lo que había en torno a la visita del Comandante. Por esos tiempos, el presidente de Venezuela era Rafael Caldera, circunstancias muy diferentes a las de ahora.

“Como te decía, era mi primer viaje con Fidel, pero no mi primera cobertura internacional. Mi bautizo, como tú bien dices, llegó unos meses antes, en julio, ese mismo año: la entrega oficial a Cuba de los restos del Che y su regreso a la patria.

“Eso fue tremendo, tres horas y veinte y cinco minutos trabajando en situaciones muy difíciles en Santa Cruz de la Sierra. Imagínate, un hospital parecido al Calixto García y en las afueras de uno de sus pabellones se produjo el hecho. No sé cuántos fotógrafos en aquel lugar, para mí más de 100, entre fotógrafos, camarógrafos, periodistas, policías antimotines.

Encontrando al Che. Foto: Ismael Francisco

“Sogas, moloteras, desorden… No sé cómo logré ponerme en primera fila, de verdad. Yo era un chamaco, nunca había visto tantas cámaras juntas, no conocía a nadie allí. Pero logré hacer mis fotos, regresar por mi cuenta en taxi hasta el aeropuerto, para captar el momento de la subida de los restos al avión y subir a este, al mejor estilo cubano, porque créeme que fue algo complicado, pues tras bambalinas, el gobierno del país andino puso obstáculos para impedir nuestra misión. Los detalles dan para una película de acción.

“Creo que cuando uno es joven no las piensa mucho. Ahora, al analizar aquello estoy convencido de que fue tremenda responsabilidad trabajar solo para toda la prensa cubana, siendo apenas un principiante. Por suerte me salieron las fotos de la demostración forense de los restos del Che a la prensa internacional, y su entrega oficial por parte del gobierno boliviano al Doctor Jorge González (Popi). Y, aunque de esa forma, exhumado, venir con el Che en el mismo avión fue una experiencia tremenda, que me marcó espiritual y profesionalmente”.

Zoom in. Foto: Ismael Francisco

—¿Cuál es tu sueño mayor como profesional de la prensa?

—¿Mi mayor sueño? ¡Uff! qué decirte… Tal vez me gustaría hacer un libro de fotografías de mis andares en moto por toda Cuba y algunas vivencias en otras partes del mundo. Mientras tanto me enfoco en poder trasmitir, a través de mi lente, lo que veo y lo que siento. No trabajo para premios, me importa el trabajo del día a día.

—¿Qué le aconsejarías a los jóvenes que se inician hoy en esta profesión?

—A los jóvenes les diría que estudien, que trabajen, que sean humildes y que no se crean cosas antes de tiempo porque en este mundo de la fotografía el ego nos puede dejar ciegos. Sobre todo, les diría que desde la modestia sean capaces de mirar el mundo que les rodea, que se diviertan con su cámara, y que no olviden que somos los fotógrafos, no los protagonistas de las historias.

—Frase célebre del fotógrafo francés Henry Cartier Bresson, considerado el padre del fotoperiodismo: “Fotografiar es colocar la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje”. Te pregunto: ¿Qué pone la cabeza qué pone el ojo y qué pone el corazón en el momento de fotografiar?

—Yo veo cada fotografía como un problema matemático al que hay que darle una solución. Y claro que la cabeza pone los conocimientos, la técnica que aprendiste, mientras el ojo es la luz, el fotómetro, de hecho, años atrás las cámaras no tenían fotómetros y entre los colegas decíamos: “Hay que medir la luz a ojo”. Pero el ojo es, además, el encuadre, que lo considero, apartándome de los clásicos, una decisión muy personal.

“Ahora, el corazón es el momento de apretar el obturador. Tú puedes tener medida la luz, tú puedes tener listo el encuadre, pero el instante de hacer la foto lo decide el corazón. Ahí es cuando se alinean cabeza, ojo y corazón”.

Galería de fotos de Ismael Francisco

Fidel abraza a Cremata en Barbados.

Papa Francisco

Ahí viene la bola

Chávez

Gerardo

Incendio en Matanzas

Los Cinco

Monta de toros

Vuelo en La Habana

 

 

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