Regla Zulueta - Revista Mujeres.- El Comandante en Jefe Fidel Castro desde el propio Primero de Enero de 1959, en su alocución al pueblo en Santiago de Cuba,  enalteció las cualidades de la mujer, pues estaba demostrado que a la hora de defender nuestra soberanía “no solo pelean los hombres, sino pelean también las mujeres”. 
Manifestó que este sector de la sociedad necesitaba también ser redimido, porque era víctima de la discriminación en el trabajo y en otros muchos aspectos de la vida.

Con una política social programada desde el primer año de la  Revolución, se llevó a cabo un proceso en nuestra Patria que fue haciendo realidad ese sueño, pues estudiaron las hijas de los campesinos y aquellas que trabajaban como domésticas.

Para facilitar su vida laboral más activa, a principios de la década de los sesenta se crearon los círculos infantiles y escuelas con un régimen de seminternados en la educación primaria de todo el territorio nacional.

Según el Censo de Población levantado en 1953, del total de trabajadores ocupados en el país, solo el 17,6 por ciento eran del sexo femenino y de ellas, más del 30 por ciento trabajaba en el servicio doméstico o como conserje y empleadas; el 13,9 por ciento realizaba trabajos de oficina; el 12,1 por ciento eran maestras y apenas poco más del 6 por ciento, profesionales y técnicas. Un escuálido 2 por ciento ocupaba responsabilidades de dirección.

En diciembre de 1961 Cuba fue  declarada territorio libre de analfabetismo tras una vertiginosa -y acosada por el enemigo- campaña popular a la que se sumaron adolescentes, casi niños, que llevaron faroles y cartillas a las zonas más intrincadas de la geografía nacional.

Pero la historia también registra el año como de transformación educacional cuando miles de muchachas procedentes de las áreas rurales llegaron al Hotel Nacional de Cuba y recibieron clases de corte y costura, superación cultural y una preparación esencial que las capacitaba para actuar como agentes impulsores de los cambios sociales en sus comunidades: El Plan de Educación para Campesinas Ana Betancourt.

A esta escuela pronto se sumaron las de superación para las antiguas domésticas y las que prepararían a las directoras, asistentes y educadoras de otro programa de estreno: el de los Círculos Infantiles.

Todos aquellos sueños, sin dudas, rindieron sus frutos.

A la llegada de 1962, los cambios sociales ocurridos con el triunfo de 1959 las pusieron, de golpe y porrazo, en el centro de una dinámica que fue definida por el propio Fidel como una "revolución dentro de la Revolución".

Venciendo no pocos obstáculos se incorporaron de manera creciente a la vida socialmente activa y resultaron beneficiadas, pero a la vez beneficiarias, del proceso que se gestaba.

Fueron a las aulas, aprendieron, crecieron. Pero las costumbres y tradiciones heredadas de una sociedad patriarcal donde nunca habían tenido espacio estaban ahí. Y justo por esa brecha se colaron muchas contradicciones que necesitaban una explicación.

El Comandante en Jefe reflexionó en 1974: “Cuando se juzgue a nuestra Revolución en los años futuros, una de las cuestiones por las cuales nos juzgarán será la forma en que hayamos resuelto en nuestra sociedad y en nuestra patria los problemas de la mujer”.

A inicios de 2009 las mujeres ocupaban el 66,1% entre los técnicos y profesionales del país, el 48,9% de los investigadores, el 63,3% de los graduados universitarios, el 56% de los médicos y el 52,3% del personal de la salud que cumple misión internacionalista, y el 71% de los fiscales.

La presencia femenina en el Parlamento se incrementó, luego de las elecciones de principios del 2008 hasta el 43,16% de los diputados a la Asamblea Nacional.

Revolución dentro de la Revolución

Cuando Fidel definió que las transformaciones de la población femenina en Cuba eran una revolución dentro de la Revolución, afirmaba una gran verdad. Y no es ocioso expresar que los resultados en esos cambios políticos y sociales están indisolublemente ligados a fundación en agosto de 1960 de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), encargada de luchar por los derechos de la mujer. Las tareas de la organización se encaminaron, desde el primer momento, a favorecer la preparación plena de la mujer y su participación en todas las esferas de la sociedad.

No podemos olvidar que durante estos últimos años de limitaciones económicas la mujer ha desempeñado un papel de gran relevancia, ya que sobre sus hombros recae la responsabilidad de ofrecer diariamente los alimentos a la familia, mantener limpias sus ropas y la higiene del hogar, cuando los medios para lograrlos han sido de gran escasez.

Con respecto a la defensa, en la década de los años 80 más de medio millón de mujeres integraron las Milicias de Tropas Territoriales y ocuparon responsabilidades en los ministerios de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Interior.

Derechos a la madre trabajadora

Ofrece felicidad, sin dudas, a todas las embarazadas el cuidado que reciben mediante el programa materno infantil que no solo comprende su riguroso chequeo con más de una decena de consultas especializadas durante su gestación y el  alerta ante cualquier anomalía, sino el alojamiento especial en los hogares maternos para protegerlas ante un déficit alimentario, hipertensión, diabetes o cualquier otra afección que ponga en riesgo la vida del bebé o de ella misma.

El amparo social a la madre trabajadora hasta que el niño arribe al primer año de vida se ha extendido, y se ampliaron los beneficios a su maternidad a través de la promulgación del Decreto ley 234 del 2003, que propicia la respon­sabilidad compartida de la madre y el padre en el cuidado y atención de los hijos.

Pero uno de los mayores logros, tal como expresara el Comandante en Jefe en febrero de 1998, es que hoy en este país se respeta a la mujer, pues no dependen del hombre económicamente, porque tienen educación, son profesionales universitarias, profesoras, maestras, trabajadoras, técnicas.

Un dato más: hoy la esperanza de vida de los cubanos se mantiene en 77 años según la Oficina Nacional de Estadísticas; y en ellas es algo superior a la de los hombres; se prevé que en corto tiempo ascienda a los ochenta años. Ah, y de unos dos mil quinientos centenarios que viven en el país, la mayoría son mujeres.

La desigualdad de género era un aspecto que el Estado cubano estaba decidido a aniquilar, como solución comenzaba a trazar políticas, programas y emitir medidas.

Las mujeres cubanas también han sufrido el bloque impuesto por los EUA; el Tribunal Internacional de Mujeres Cubanas Contra el Bloqueo, convocado por la FMC, el Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias y la ONG internacional, escuchó y aprobó un dictame a favor de las denunciantes, al confirmar la veracidad de las pruebas de algunos de los daños ocasionados.

Cuba fue el primer país en firmar la Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y el segundo en ratificarla. En 1996 cuando rindió su informe ante el Comité de Expertos de la CEDAW, fue reconocida la labor desarrollada en el país en pro de los derechos humanos de las mujeres.

Afortunadamente las cubanas han desempeñado un papel activo en todo el desarrollo económico y social del país, no solo se beneficiaron sino que impulsaron transformaciones en el sector de la salud, la educación, la legislación, entre otras.

Solo un país como Cuba les permite disfrutar de todos sus derechos gracias a la integralidad de su sistema jurídico.
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