Desde entonces no ha hecho otra cosa que escudriñar el pensamiento e impregnarse de las enseñanzas del Apóstol cubano. De hecho, esta prestigiosa pedagoga confiesa que las enseñanzas legadas por el Martí, perfilaron los contornos de su propia personalidad, además de influir, definitivamente, en su actuación como mujer.
“Cuando comencé a escribir sobre Martí, lo hice de una parte de su labor que siempre atrajo mi interés: las cartas a María Mantilla. Las leí siendo aún adolescente, y me sentí atrapada por su contenido cargado de sabiduría y amor hacia el ser humano. A la vez que de defensa a los derechos femeninos ante la sociedad.
“En esas epístolas, él le decía ‘trata de dar placer, en lugar de dar pena, porque los demás no son culpables de tus penas’. Otra de las hermosas recomendaciones dejada a la niña, decía ‘pasa ligera entre la gente vanidosa’. Lo cual muestra esa preocupación constante de Martí por la felicidad y sencillez del ser humano.
“Entre mis escritos, guardo una especie de código ético que yo aprendí de esa correspondencia, pues tras saber que María deseaba convertirse en maestra, él le comentaba cómo debía ser el educador en su tratamiento a los demás. Fue una búsqueda que realicé revisando cada página de los 25 tomos de sus obras.”
Para esta risueña mujer de 76 años, tales escritos deberían ser leídos por todas las personas, en particular las niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres adultas. Y no le falta razón, porque ya en tan temprana fecha como el siglo XIX, Martí, a través de los consejos dejados a María Mantilla, alertaba sobre la equidad de género y la discriminación femenina.
“En una de sus misivas le recomendaba ‘tienes que trabajar, elévate trabajando para que te respeten’. Con similares palabras le advierte acerca del amor de pareja, donde el hombre elegido la respetará cuanto más ella se haga respetar a sí misma,” relata la profesora Turner quien enfatiza que en todo el trabajo martiano pueden encontrarse referencias a la educación y la formación de mujeres y hombres.
Ella ilustra con el ejemplo, de La edad de Oro, en cuya presentación Martí señala que será para los niños de América, y para las niñas, por supuesto, porque sin las niñas no se puede vivir. “Después , apunta, abre un concurso invitando a unas y otros a enviarle escritos personales del tema que deseen. Entonces Martí expresa que seguro ganarán las niñas. Dicho esto en 1889, cuando las pequeñas carecían del acceso a la educación y existía una fuerte discriminación, me parece muy precursor”.
La Dra. Lidia Turner, asiste al Congreso Internacional de Pedagogía que sesionará hasta este 28 de enero, en La Habana. Como ha ocurrido otras tantas veces en foros como este, ella volverá a enaltecer a ese Martí inmenso, respetuoso y admirador de la mujer; tierno y sensitivo con los/las más pequeños/as. Un hombre de su tiempo, de este tiempo que al fin y al cabo es el de todos.
“Por eso resulta tan vital estudiar a José Martí y enseñar su obra con métodos más de acercamiento, de diálogo. Porque él escribía sobre las cosas que anhelaba y para la niñas y niños de América. Estoy convencida que hoy se lee mucho más a Martí. Sus obras y pensamiento educativo para niñas, niños y jóvenes pueden encontrarse en todas las bibliotecas de las escuelas cubanas.
“Lo importante es que estas y estos muchachos se acerquen a Martí de una forma natural, humana. No pocas veces he dicho y escrito que Martí no es de mármol; ese tampoco es el que quieren niñas y niños. Ellas y ellos quieren al hombre pensador, que tiene ideas buenas, pero que puede equivocarse…”
Texto y foto: Gilda Fariñas Rodríguez
