Dixie Edith - Cubadebate / Letras de Género (Imagen: Sem México).- Machacón y persistente, el tema de los cuidados -y el protagonismo casi absoluto de las mujeres en su desempeño- asoma una y otra vez en nuestras Letras de Género. No es mero capricho de las autoras.


La problemática, entretejida en las herencias patriarcales que nos signan, ha ido cobrando cada vez mayor visibilidad en una sociedad con un profundo envejecimiento demográfico y que suma más de un año en una inédita situación cercana al “paro”, donde “quedarse en casa” pasó a ser una recomendación de primer orden. Lo dejó claro, también, la opinión coincidente de diez sociólogas, juristas, economistas, psicólogas, demógrafas, comunicadoras y periodistas, entrevistadas por este espacio, que consideró “la responsabilidad de las tareas de cuidado, con sobrecarga para las mujeres”, como el primer “reto acuciante” en materia de género para este 2021.

Y si restaba aún alguna duda, el más reciente informe sobre desarrollo humano en Cuba, presentado hace apenas una semana, termina de despejarlas.

“En Cuba, la estructura productiva, la persistencia de estereotipos, los roles de género y la configuración de las familias, continúan naturalizando las actividades domésticas y de cuidado para las mujeres, como un deber y una responsabilidad gratuita. No se entiende todo esto como un trabajo sin remuneración, que garantiza la reproducción y desarrollo de las fuerzas productivas”, asevera ese texto.

Titulado “Ascenso a la raíz. La perspectiva local del Desarrollo Humano en Cuba 2019”, el informe, cuarto que se elabora en este país caribeño, nació bajo la coordinación del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en articulación con otras muchas instituciones cubanas. Como novedad propone el cálculo del Índice de Desarrollo Municipal, pero también la incorporación en esa medición de la dimensión ambiental.

Y aunque menos focalizado desde las noticias, al menos hasta ahora, el estudio visibiliza el cómputo de otro indicador directamente relacionado con los cuidados y particularmente útil para medir la participación de las cubanas en el desarrollo: el Índice de Ingreso Ponderado, que incluye la participación del Trabajo no Remunerado (TNR) de las mujeres sin ingreso propio y su relación con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de los territorios cubanos.

¿Qué quiere decir exactamente? En palabras más llanas, implica tomar en cuenta que el trabajo doméstico y de cuidados -ese que a menudo no se cuenta ni se ve- tiene un valor y reconocerlo, también, como “un elemento estabilizador de la economía”.

“Excluir su rol significaría un análisis incompleto del ciclo económico y de los resultados, que define el crecimiento como fundamentado solamente en la producción de bienes y servicios creadores de valor y generadores de ganancias”, sostiene el informe.

Esta propuesta transversaliza el análisis, además, según edad laboral, área geográfica y nivel educacional de las mujeres que declaran como actividad principal los quehaceres del hogar. El estudio aporta igualmente miradas particulares al contexto rural.

A juicio de la economista Teresa Lara, coordinadora del capítulo dedicado a los temas de género, resulta imprescindible incorporar estos enfoques, “pues no se puede hablar de desarrollo en general sin hablar de la mujer como sujeto activo, beneficiario y participativo de ese desarrollo”, explicó a Cubadebate.

“Y hablar de la importancia del rol de la mujer en el desarrollo incluye su participación en la familia, en el cuidado; su responsabilidad y compromiso con el avance propio y autónomo; pero al mismo tiempo con el desarrollo social del país y de la familia”, precisó la especialista.

Herederas de un polémico y arduo debate global posicionado desde los planteamientos de la economía feminista, estas visiones incorporan la reconceptualización o ampliación de la definición del trabajo, acuñada en 2013 durante las sesiones de la XIX Conferencia Internacional de Estadísticas del Trabajo. Si antes solo aludía a aportes productivos muy concretos y medibles, a partir de ese momento se estableció que el trabajo “...comprende todas las actividades realizadas por personas de cualquier sexo y edad con el fin de producir bienes o prestar servicios para el consumo de terceros o uso final propios”.

Bajo esa sombrilla, el recién presentado informe “reconoce el trabajo doméstico no remunerado como un aporte al desarrollo humano”. ¿Los efectos de esta mirada? Pues, por solo poner un ejemplo, al contabilizar el Índice de Ingreso Ponderado, las cinco provincias orientales y de Camagüey mejoran su posición en cuanto a la dimensión del ingreso, al ser territorios que concentran un alto número de mujeres que se dedican al trabajo no remunerado.

Imagen: IV Informe Nacional de Desarrollo Humano. “Ascenso a la raíz. La perspectiva local del DH en Cuba” (2020).

Aplicar esta integral “lupa de género”, también reveló que la provincia de Granma, de menor desarrollo relativo según el Índice de Desarrollo Humano que propone el informe, resultó la de mayor Índice de Trabajo no Remunerado ITNR, al contabilizar un “alto porcentaje de mujeres dedicadas al trabajo no remunerado total, en el área rural, en edad laboral y con nivel primario”.

Imagen: IV Informe Nacional de Desarrollo Humano. “Ascenso a la raíz. La perspectiva local del DH en Cuba” (2020)

Mirar el desarrollo humano con equidad de género pasa por democratizar las relaciones de género al interior de los hogares; por dinamitar los estereotipos naturalizados desde la división sexual del trabajo y también por diseñar políticas que logren un adecuado equilibrio entre las diferentes actividades asumidas por mujeres y hombres, una urgencia explícitamente reconocida en el Programa Nacional para el Adelanto de la Mujer (PAM) aprobado este año.

Contar con estadísticas concretas como la que propone este informe puede aportar luces a ese camino arduo, pero indudablemente necesario. Se trata, además, de indicadores “importantes y de referencia obligada para la gobernanza local”, sostiene Teresa Lara. “Son datos que dan información y esta información aporta conocimiento para la toma de decisiones”.

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