Uno de los mitos más dañinos en torno al abuso sexual infantil es la creencia de que los agresores son generalmente personas extrañas, cuando la realidad demuestra que en mayoría se trata de un familiar o alguien cercano.

Red Semlac.- La comunicación con hijos e hijas y la educación integral en sexualidad devienen hoy acciones principales para prevenir el abuso sexual infantil, coincidieron especialistas y participantes en el foro virtual que el jueves 21 de octubre ocupó el espacio del canal psicoeducativo AcompaSex.


La sicóloga Ana María Cano López, especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), condujo el intercambio y abundó sobre los factores de riesgo para estas situaciones, los mitos existentes y algunas de las señales a las cuales los padres deben estar atentos.
“El abuso sexual es una forma de maltrato infantil donde se involucra a un niño, niña o adolescente en actividades sexuales de cualquier tipo, utilizando para esto la seducción, la manipulación, el engaño, el chantaje, la amenaza o la fuerza”, definió la especialista y significó el hecho de que este tipo de agresiones siempre se realizan desde una posición de poder.
Por lo general, el agresor tiene más edad, más habilidades sociales, más fuerza…, apuntó y añadió que un aspecto complejo es que muchas veces niñas y niños no se sienten víctimas, por tener un vínculo afectivo con el agresor.
Estos elementos marcan la relevancia de la educación integral en sexualidad desde edades tempranas, que permite mostrarles a niños, niñas y adolescentes los límites para demostrar el afecto y las distinciones que deben hacerse entre los determinados tipos de contacto afectivos y eróticos.
Varios participantes coincidieron en que se trata de un fenómeno más frecuente de lo que se piensa, con cifras alarmantes que casi nunca reflejan la realidad, debido a la tendencia a ocultarlo, ya sea por vergüenza o por coacción del perpetrador.
Se habla poco sobre este tema; es muy doloroso y, además, los agresores se encuentran en la propia familia, que por lo general reacciona muy mal ante situaciones de este tipo y muchas veces no quiere denunciar el hecho por vergüenza, culpa, miedo u otros factores”, comentó Cano López.
Precisamente, uno de los mitos en torno a este asunto, según la experta, es que los agresores son generalmente personas extrañas, cuando las estadísticas demuestran que, en la mayoría de los casos, se trata de un miembro de la familia o alguien muy cercano.
Otras falsas creencias afirman que solo las niñas pueden sufrirlo, que los varones víctimas de abuso sexual serán homosexuales, o que estas situaciones solo se producen en clases sociales bajas o personas marginadas.
Asimismo, es erróneo pensar que el agresor es un enfermo mental o padece alcoholismo, y que estas experiencias no pueden ser superadas.
Estos mitos, como señaló la usuaria Carla Padrón, refuerzan que se promueva y consolide el abuso, de ahí la importancia de desmontarlos.
La sicóloga del Cenesex se refirió a algunos indicios que pueden indicar que un niño o niña están siendo abusados, como cambios en la conducta, rechazo a algún familiar, bajo rendimiento en la escuela e inapetencia, entre otros.
“No necesariamente cuando observemos estos comportamientos podemos dar por hecho que hubo un hecho abusivo, pero sí debemos ponernos en alerta”, advertía. No se les puede perder de vista, hay que estar pendientes de todo lo que hacen y con quién y cómo se relacionan, aunque sean nuestros familiares, agregó.
A los niños hay que prepararlos, insistió Karel Bermúdez, uno de los participantes en el foro. Debemos enseñarles a no irse con extraños, que no acepten regalos, que tengan confianza de contarnos lo que les pase y saber siempre con quién están y qué hacen.

Se trata de un fenómeno más frecuente de lo que se piensa, con cifras alarmantes que casi nunca reflejan la realidad.

“Hay que enseñarles a contar las cosas por muy duras que sean, a defender su cuerpo y a decir no cuando no quieren hacer algo”, acotaba Cano López; una arista enriquecida por Carla PS, quien abordó la necesidad de educarlos en la autonomía corporal y la defensa de sus derechos a consentir o no.
Algunas recomendaciones para evitar las situaciones de riesgo de abuso sexual infantil comentadas fueron el buscar información sobre educación sexual y el modo adecuado de abordar el tema con los hijos. Además, participar de forma activa, aunque no invasiva, en sus actividades cotidianas y conocer aquellas especiales que planifiquen, como acampadas y piyamadas.
Igualmente, conocer a sus amigos y aquellos con quienes se reúnen con frecuencia, y revisar sus deberes escolares y apoyarlos cuando lo necesitan. Esencial resulta cultivar en familia el respeto sin violencia y la comunicación, escuchar con atención lo que tengan que decir.
La educación sexual dentro de la familia y la escuela es un derecho de los niños y niñas, precisó Cano López. Sin embargo, muchos padres como Karel Bermúdez, consideran que existe un momento adecuado para dar ese tipo de información y que se debe esperar a que los niños la demanden.
“Desde mi experiencia personal, estoy convencido que es tan malo dar exceso de información antes de tiempo, como no darla cuando es necesario”, compartió, pero en su opinión la educación sexual debe quedar en el terreno familiar hasta la adolescencia.
Sobre ese particular discreparon otros participantes, bajo los argumentos de que la escuela es un espacio importante de aprendizaje y que los sucesos de abuso sexual no esperan a la adolescencia. Para entonces podría ser demasiado tarde, alertaron.
La sicóloga Ana María Cano López subrayó que, aunque existen diferencias individuales en niñas y niños, todos sienten curiosidad y hacen preguntas relacionadas con la sexualidad.
“Es mejor encontrar respuestas en la familia que en otras fuentes que no garantizan el amor, el afecto, la seguridad y la información que pueden recibir de su familia.También es muy importante supervisar la información que reciben de otras fuentes y utilizarla para aclararle sus dudas”, sostuvo.
Claro que hay que tener en cuenta las características de la edad, hablar en un lenguaje claro y sencillo, pero nunca mentirles, ni decirles que le responderemos cuando sean más grandes, añadió.

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