Vladia Rubio - CubaSi.- La pegajosa guaracha de Ñico Saquito que se hizo conocida por los años 30 del siglo pasado, saltando calendarios como el mejor atleta en una carrera de obstáculos ha logrado llegar hasta nuestros días, sobre todo multiplicada por nuevas y reconocidas voces como la de Eliades Ochoa.


Aunque no son estas líneas sobre la guaracha y tampoco acerca de la música popular, vale el apunte que encabeza este texto porque sirve para explicar el título, que quizás podría resultar ajeno, sobre todo a los lectores más jóvenes.

Lo que sí no debería resultar ajeno a ningún cubano es la situación de las María Cristinas en esta Isla que son “gobernadas” por sus parejas masculinas como resultado de esa violencia de género que sigue ocupando significativos espacios en nuestra cotidianidad.

Cualquier día del año es bueno para abordar dicho asunto, pero estos momentos son particularmente oportunos porque justo ahora, y desde el 1ro de noviembre, en nuestro país tiene lugar la Jornada por la No Violencia hacia las Mujeres y las Niñas, que se extenderá hasta el próximo 10 de diciembre y busca subrayar la tolerancia cero ante dicha conducta.

Aprendizajes en confianza

Precisamente este sábado se inauguran, como parte de la Jornada,  las Consejerías para el Tratamiento a la Violencia, con sede en las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia, atendidas por la  Federación de Mujeres Cubanas en cada municipio del país.

Se trata de “espacios de confianza”, como los calificó Yaneidis Pérez Cruz, miembro del Secretariado Nacional de la FMC encargada de las tareas de la esfera ideológica, en donde podrá recibirse orientación y apoyo.

Dichas Consejerías que ahora se multiplican, tienen su origen en la provincia Pinar del Río, donde la mayoría de sus municipios cuentan con esta alternativa. Para extender esa experiencia han sido capacitados equipos que ofrecerán ayuda especializada y respuesta concretas ante situaciones de violencia, no solo a las mujeres.

A veces se da por natural y aceptable lo que se vuelve cotidiano. Por eso, conductas y expresiones que indican violencia contra la mujer no son identificadas como tal.

Lo que sobre todo levanta respuestas y acciones es cuando se llega a mayores, a la violencia física. Pero la violencia de género, en este caso contra la mujer, tiene muy variadas formas de expresarse. Prevalece en nuestro país la violencia psicológica, seguida de la económica, la física y la sexual.

La billetera de María Cristina

Un interesante estudio publicado en línea en agosto de este año  por la Universidad de Oriente en su revista Santiago, de ciencias sociales, pone de manifiesto cómo se ejerce la violencia económica hacia las mujeres, poniendo el foco sobre todo en los factores socioculturales que inciden en esas conductas.

Los Máster Marizol Ruano-Duany y Disney Montoya-González también reiteran que “la falta de percepción social de las diversas manifestaciones de la violencia de género, son algunos de los factores causantes de un proceso de invisibilización en la historia de la humanidad de la violencia económica hacia las mujeres”.

Para hacer un tanto más visible el tema, ambos investigadores estudiaron por dos años un centenar de mujeres de la Circunscripción 19 del Consejo Popular Sur, del Distrito José Martí, en el municipio Santiago de Cuba y así constataron” la existencia de mentalidades y prácticas sociales que naturalizan la violencia económica”.

Resultados cuantitativos y también cualitativos les permitieron concluir que la violencia económica en las mujeres estudiadas se manifiesta mediante la relación dominación/subordinación y por la vulnerabilidad socioeconómica que a ellas las distingue.

Refieren que esa dominación/subordinación se manifiesta en que “casi siempre se considera que, la función de la mujer es atender el hogar y la familia; lo que condiciona que en la mayoría de los casos los hombres no participen en calidad de colaborador como conviviente en el hogar”.  

En su indagación encontraron incluso casos de mujeres –el 25%- a quienes sus compañeros de vida les impedían participar en la vida laboral, y también algunos que no la apoyan en la superación profesional.

Constataron también que “casi siempre” el hombre subvalora el trabajo de la pareja “por no aportar lo suficiente para el respaldo de las necesidades básicas de la familia”.

La indagación reveló que en la mayoría de los casos estudiados,  la  mujer  es  desestimada  en  la  toma  de  decisiones  sobre  cómo administrar  o  distribuir  las  finanzas en el hogar según  las  necesidades,  o  debe  rendir  cuentas del destino de estas.

Al 13% de esas mujeres sus esposos les controlan el salario que ellas reciben, en tanto el 57% deben dar explicaciones de los gastos que hace. Igual por ciento considera que “el  dinero que  él  gana  es  exclusivamente  suyo  y  no  de  la  pareja”.

Asimismo, los investigadores identificaron que la  sobrecarga  en  la  labor  doméstica  impide  a  la mujer   insertarse   en   el   pluriempleo   y   así   incrementar   sus   recursos financieros. 

En el ámbito laboral en particular, encontraron, según las entrevistadas y encuestadas, que casi la tercera parte –el 31%- se han sentido en peligro de perder la condición de idóneas a causa de una asistencia inestable al trabajo dada por enfermedad de los hijos, no tener quien los cuide o cuando el círculo infantil tiene que interrumpir sus servicios. Ello condiciona que disminuyan sus ingresos y también la pérdida de la estimulación salarial.

Luego de procesar y contrastar datos concluyeron que el  49 %  de  la muestra analizada –casi la mitad- se identificó como víctima de violencia económica, generalmente en el ámbito doméstico y en las relaciones de pareja.

¿Seguirle la corriente?

La añeja guaracha de Ñico Saquito asegura que “María Cristina me quiere gobernar/ y yo le sigo, le sigo la corriente…”

Seguirle la corriente a violencias económicas contra la mujer, es decir, aceptarlas desde la tolerancia, el desconocimiento o la indiferencia,  consigue solo perpetuar conductas contra las que se pronuncian y actúan instancias gubernamentales.

Claro, el imaginario social, las subjetividades, no siempre marchan a la par de lo instituido. Tanto es así que Cuba cuenta ya este año, dispuesto por la agenda estatal, con un Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, a la vez que se multiplican campañas y jornadas como la actual para llamar la atención sobre violencias varias, incluida la económica.

Ha sido habilitada una línea telefónica para atender a las mujeres víctimas de violencia, y se intenta fortalecer el quehacer de las 168 Casas de Orientación a la Mujer y la Familia repartidas en toda la Isla.

También el anteproyecto del nuevo Código de las Familias, actualmente en debate y estudio, potencia la igualdad de género en el ámbito de las familias,  subraya el derecho a una vida familiar libre de violencia en cualquiera de sus manifestaciones y presenta fórmulas protectoras ante esas situaciones.

A la vez, también ese anteproyecto, cuya versión última será presentada a la Asamblea Nacional el venidero diciembre,  refuerza garantías para las personas en cualquier situación de desventaja o vulnerabilidad en el espacio familiar y posiciona a los afectos, la solidaridad y el amor en el sitial de honor de los valores familiares.

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