Es la poesía el modo para acercarnos al amor diverso, a ese que se deja la piel por los sentimientos, a pesar del dolor, las negativas, las miradas cuestionadoras y los abismales silencios.
Alma Mater (Ilustración: Vilela Valentin Art).- E n el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, Alma Mater compartió poemas del libro Las piedras clamarán (2019), un mosaico de la poesía cubana contemporánea sobre temática LGBTIQ+.
El texto, de Jesús J. Barquet y Virgilio López Lemus, perteneciente a Ediciones La Luz (Holguín), se presentó en las sesiones de la XXX Feria Internacional del Libro de La Habana. Contiene obras de más de 50 autores, que viven dentro y fuera de la isla, y aportan a través de sus versos comprensiones e imágenes de los entresijos erótico-afectivos, sociales, familiares y culturales de las personas gay, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales y otras.
Sea la poesía el modo para acercarnos al amor diverso, a ese que se deja la piel por los sentimientos, a pesar del dolor, las negativas, las miradas cuestionadoras y los abismales silencios.
Un hombre
Un hombre ama a otro hombre y se depila
ante un espejo que le devuelve la silueta.
La barba se desborda en su rocío. La nariz,
tan masculina, tiene un aire normal…
(Si bien esos labios sensuales dicen algo
Diferente, voluptuoso, no identificable).
Sale del espejo y sigue amando al hombre,
sabe que su amor es un fuego respetable
y quisiera exhibirlo como una distinción:
“!Ey, miradme, estoy enamorado!”
Quizás pasearía de la mano de su hombre
por las verdes praderas, las plazas del destino,
pero va solo, amándose, por dentro, ausente
de los cuerpos que se ofrecen como lotos
en la ciudad ardiente y en sus noches…
(Ah las noches que antier fueron deliquio).
Ya no hay espejo, sino solo la sombra,
y por ella corrobora su paso. El seguro
paso en el espejo diluye las orillas,
recorta las distancias, sueña, no respira, avanza:
un hombre y otro hombre se enamoran
bajo un techo sin luz y sin estrellas.
Virgilio López Lemus
Desfibrilación
eso que duele en el centro de todo
es la aguja de la casa.
Intenta coserte
atravesar el miedo
más allá del árbol y el columpio
hubo framboyanes antes del fin
lo sabes.
existieron otras cosas.
ahora quedamos las dos.
entre nosotras la desgarradura.
sé que una vez existieron framboyanes
pero no recuerdas.
sus cortezas nos miraban
junto a la mano de dios.
al fin y al cabo
no eran tus dedos o los míos
aquellos que se aferraban a la aguja.
no eran tus manos
ni la foto
que jamás tendremos de una casa.
alguna vez crecieron framboyanes
en la raíz de los gritos:
tuyos nuestros de la historia
que nadie escribirá por ti o por mí
eso que duele en el centro del verso
— observa —
puede ser el arco o la flecha
la disposición de la diana en el medio del mundo.
Elaine Vilar Madruga
Encuentro
Ese muchacho triste se ha adueñado
del brillo de mi verso
Su hermosura
a tientas reconstruyo.
La cordura.
sobre su nombre escapa.
Desenfado.
Este muchacho de ademán pausado
abre un resquicio a mi arrebato intruso
y mi verso se goza en lo profuso
de su decir — flagrante acometida —
como en el mar oculto la escondida
perla de eterna luz persigue el buzo
José Raúl Fraguela
Mis mujeres
Esa sonrisa dibujada en rostros ajenos
ha sido la fuga inevitable,
el eterno naufragar sobre el espejo,
la pérdida
que nunca he querido perder.
es imposible enumerar
cuántas veces fue dichosa una mujer.
Imposible la palabra
en este caminar
sobre pedazos de una misma,
sobre noches entre el vino y el estío.
Noches etéreas
donde el amor llega y se marcha
en los brazos de la duda.
Noches de masticar la soledad
en la boca de otra que se aferra al sueño.
No es posible señalarlas,
el infierno es un sitio donde no existen,
cuerpo ausente al otro lado de la cama,
el café a solas.
Mis mujeres son el andar de un tiempo
salvo del desastre.
Mae Roque
Restos de cordura
En la penumbra del cuarto
cuando atardece
vuelvo sobre tu aliento,
sediento, una y otra vez,
como lección mal aprendida
que desoye la memoria.
Lejos se desmorona el barullo
ante el fragor de nuestras piernas
en entrañable combate.
las más hermosas y viriles
que hombre alguno haya poseído.
Las mieles del deseo nos embriagan
en un sorbo, sin restos de cordura,
y alucinamos como los elefantes
a la hora crucial de las despedidas.
Gerardo Fulleda León