Collage realizado por el fotógrafo Claudio Peláez Sordo, con motivo del Día Internacional de la Visibilidad Trans en 2021.

Lirians Gordillo Piña - Red Semlac.- Cuando Kaeily Figueredo Pupo solicitó por primera vez el cambio de nombre, le dijeron que eso era imposible. Solo su insistencia de meses hizo que las personas encargadas buscaran la resolución que viabiliza el trámite para las personas trans.


“Imagínate, soy la primera y única trans en este pueblo y la primera en hacer el proceso de cambio de nombre, yo entiendo que aquí no sepan cómo proceder”, cuenta Figueredo Pupo a SEMlac.

La joven trans de 23 años vive en Buenaventura, poblado del municipio Calixto García, en la provincia Holguín, a 745 km de La Habana. Gracias a las redes sociales y a internet encontró información sobre el procedimiento.

Recuerda que vio “los cielos abiertos” cuando Aaron Armenteros, activista trans, publicó en sus redes sociales el logro que significó estampar en su documento de identidad el nombre con el cual se reconoce. En la larga lucha por los derechos, ese acto es reconocido de manera colectiva como un paso muy importante.

Pero el suyo no fue el trámite “sencillo y rápido” que le describieron. Las llamadas, ir de un lugar a otro, las esperas, las frases de “estamos consultando” resumían la inacción burocrática que popularmente se conoce como “peloteo”. Las soluciones bajaban por cuenta gotas, cada día era necesario un documento nuevo, cartas de organizaciones sociales y hasta de una psicóloga. Pero ella nunca cejó en su empeño.

Tampoco lo hizo Yao David Ojea Bigñotte, un joven trans residente en Santiago de Cuba, también al oriente del país.

Yao David Ojea Bigñotte se siente realizado, pleno y feliz al poder cambiar su nombre en su documento legal. Foto cortesía del entrevistado.

“No fue tan sencillo, porque como estos cambios son nuevos para la notaría, no estaban muy instruidos de qué hacer; pero me atendieron bien y, en cuanto se informaron, fueron rápidos”, cuenta Ojea Bigñotte a SEMlac.

Felicidad, tranquilidad, seguridad, fuerzas, alegría son emociones que comparten Kaeily y Yao David al hablar del cambio de nombre en su carnet de identidad (CI), un derecho reciente para un reclamo muy antiguo.

“Este cambio ha beneficiado mucho mi vida. Es un anhelo hecho realidad. Me siento feliz conmigo mismo, pleno y también muy contento de que en nuestro país se esté tomando conciencia y se esté apostando por la fraternidad, por la comprensión de que todas las personas tenemos los mismos derechos”, afirma el activista trans.

Instrucción #1 de 2022, una aliada desconocida

La Instrucción #1 de 2022 del Ministerio de Justicia derogó la Instrucción #1 de 2012 que supeditaba el cambio de nombre para las personas trans al cambio de sexo, a raíz de una cirugía de adecuación genital.

“Esto implicaba que no todas las personas trans tenían la posibilidad de cambiarse el nombre, lo cual constituía una barrera legal para el ejercicio de este derecho y, además, no todas las personas trans están interesadas en someterse a estos procederes quirúrgicos, o no están en condiciones de hacerlo, lo cual es un derecho que para nada afecta su identidad”, explica a SEMlac la jurista Ivón Calaña.

“La actual instrucción establece que las personas trans pueden modificar su nombre sin un requerimiento quirúrgico, por lo que simplifica el proceder y lo iguala al resto de las personas, como debió ser desde el principio”, agrega la experta y subdirectora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

¿Qué establece la Instrucción #1 de 2022? ¿Cuáles procedimientos son necesarios?

La especialista explicó a SEMlac que este proceso registral se realiza en las oficinas del Registro del Estado Civil a nivel municipal, en las cuales las personas deben presentar la documentación que establece la ley como requisitos legales: certificación de nacimiento, certificación de antecedentes penales, documentación que acredite que es conocida por el nombre que interesa colocarse y declaración jurada realizada en una notaría con la presencia de, al menos, dos testigos que dan fe del conocimiento público y social del nombre que le interesa colocarse la persona trans.

Entre los documentos que pueden utilizarse para acreditar el conocimiento social del nombre que se quiere adjudicar en el carné de identidad es posible recurrir a cartas, diplomas, certificados de participación en eventos, conocimiento a partir de las organizaciones civiles y comunitarias.

Los pasos parecen sencillos y bastante expeditos, pero ¿qué los obstaculiza? Para la redacción de este reportaje se hizo una búsqueda del documento oficial y no se encontró publicado en ningún sitio oficial cubano. Si bien es un documento de circulación interna y de proceder administrativo, su circulación pública y conocimiento ayudaría a la población trans y a profesionales del sector.

“Lo correcto es reconocerle su nombre social, pero ese nombre social tiene que tener la legitimidad que otorga el peso de la ley; por tanto, la persona interesada tiene que tener la posibilidad de acceder a ese proceso, que en Cuba es registral, sin ningún tipo de barreras legales. Afortunadamente, con la derogación de la instrucción 1 de 2012, el camino queda allanado”, reconoce la jurista cubana.

¿Qué hacemos con las políticas?

“Años atrás logramos tener una fotografía mostrando nuestra imagen en correspondencia con nuestra identidad, hoy podemos tener nuestro nombre en el carné de identidad. Todo esto es muy importante, pero insuficiente”, opina Malú Cano, coordinadora de la Red TransCuba, un colectivo que agrupa a activistas trans, parejas y familiares a nivel nacional.

Malú, Kaeyli y Yao David, al igual que otras activistas y personas trans en Cuba, coinciden en la necesidad de una ley de identidad de género que las proteja, garantice sus derechos y permita hacer más expeditos derechos y servicios que aún están limitados.

Kaeily Figueredo Pupo es la primera mujer trans de su comunidad que gestionó durante meses el cambio de su nombre en el carnet de identidad. Foto cortesía de la entrevistada

Para las personas trans, el derecho a la educación, al empleo, a la salud, a la participación social —entre otros— pasa por el reconocimiento legal de su identidad y las reformas actuales no permiten el cambio de sexo en los documentos legales; ese sigue siendo un motivo de estigma, burlas y transfobia.

“Los documentos hoy dan un alivio, porque en el carné está tu imagen y nombre en correspondencia con tu identidad; pero todavía aparece un género que no se corresponde con nuestra identidad. Porque en el carné sigue escrito sexo femenino y masculino. Creo que esta es una tarea pendiente, que puede y espero se trabaje cuando se redacte la Ley de Registro del Estado Civil”, propone Malú Cano.

La abogada Ivón Calaña también vislumbra esa solución en el futuro mediato, como parte del cronograma legislativo actual; pues una Ley de Identidad de género no se incluye aún en la reforma legislativa.

“Creo que debemos apostar por la Ley de Registro del Estado Civil, que debe ampliar la mirada, reconocer los derechos en igualdad de condiciones y en amplitud para todas las personas con identidad de género trans y que permita también estos procesos no solo de cambio de nombre, sino también de cambio de sexo en los documentos legales, hacerlos más expeditos, despojarlos de toda esta práctica probatoria y que sean llevados al plano registral”, sugiere Calaña.

En tanto, la comunidad y el activismo trans mantienen la ley de identidad de género entre los puntos de su agenda, con mayor visibilidad en años recientes. El reconocimiento de la identidad de género entre las causales por las que se prohíbe discriminar, según el artículo 42 de la Constitución de la República, plantea un nuevo escenario, más favorable, para la implementación de nuevas normas y políticas.

El Código Penal cubano recién incluyó (Artículo 80.1 inciso r.), entre las agravantes de la responsabilidad penal, la discriminación por identidad de género, junto a otras categorías como sexo, género, orientación sexual, edad, origen étnico, color de la piel, creencia religiosa, discapacidad, origen nacional o territorial o cualquiera otra condición o circunstancia personal que implique distinción lesiva a la dignidad humana.

La ley también sanciona la violencia por motivos de género e incluye en los delitos de asesinato (artículo 344) y lesiones (artículos 346, 347 y 348) motivos de discriminación por identidad de género, entre otras. En el caso de lesiones, se incrementan en un tercio los límites mínimos y máximos de la sanción.

El proyecto de Código de las Familias, que se someterá a referendo el 25 de septiembre próximo, amplía la protección y reconocimiento del derecho a la identidad de las personas en el ámbito familiar y da respuesta a reclamos del activismo LGBTIQ en Cuba.

Los cambios actuales se han impulsado desde mucho antes. Por ejemplo, en 2017, Mariela Castro Espín abogaba porque el Estado cubano “de respuestas más efectivas a las desigualdades y desintegración sociales de las personas transexuales, a través de programas que superen el carácter supuestamente universalista, que no toman en cuenta sus necesidades de forma particular y que desde una visión homogeneizante producen desigualdades económicas de diferente tipo”.

En el libro La integración social de las personas transexuales en Cuba, fruto de su tesis doctoral, la diputada al parlamento cubano y directora del Cenesex propuso un sistema de acciones para el perfeccionamiento de las políticas públicas vinculadas con las personas trans en ocho ámbitos sociales.

Encabeza las propuestas “instituir la ley de identidad de género como plan de Estado único y abarcativo, que sirva como marco general para la transversalización del enfoque de identidad de género”.

Esta visión transversal del derecho a la identidad y el impacto en todas las esferas de la vida se expresa en la cotidianidad, en las problemáticas sociales, de salud y económicas que atraviesan a las personas trans.

“Necesitamos una ley de identidad de género que nos proteja y que nos ayude. Es muy difícil acceder a hormonas, yo misma lo logro gracias a una amiga endocrinóloga. No puedo ir a La Habana todos los meses a una consulta, porque es muy costoso y, además, las cirugías de cambio de sexo están muy difíciles, son muy pocas”, lamenta Kaeyli, a quien el desajuste hormonal le ha causado otros padecimientos de salud.

Pero las victorias cotidianas mantienen la fe, dan impulso para seguir luchando. El próximo 22 de agosto Kaeily Figueredo Pupo recibirá su nuevo carnet de identidad y entonces ya no tendrá temor de que la llamen por otro nombre que no sea el suyo.

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