Pilares Construcciones es una de las pocas empresas privadas que tiene a una mujer como líder. Foto: Enrique González/ACN

Lirians Gordillo Piña - Red Semlac.- Estadísticas, análisis especializados e historias de vida muestran brechas de género y por color de la piel en empresas privadas cubanas.


En septiembre de 2021 fueron aprobadas las primeras 35 micro, medianas y pequeñas empresas (mipymes) en la nación del Caribe. La cifra fue creciendo hasta llegar a un total de 6.273 a finales de 2022. Según medios cubanos, se estima que estos actores económicos generen 106.398 nuevos puestos de trabajo en la economía nacional.

Sin embargo, un corte informativo del Ministerio de Economía y Planificación (MEP), al cierre del primer semestre de 2022, informó que de los 4.097 nuevos actores económicos aprobados hasta ese momento —la mayoría mipymes privadas (97,5 %)—, solo 23,3 por ciento de los socios eran mujeres.

Sobre las cubanas que participan en este sector de la economía no sabemos mucho más; para la redacción de este reportaje no se encontraron estadísticas públicas sobre cuántas son mujeres negras, cuál es su edad o en qué zona del país residen.

Los datos públicos existentes solo se encuentran desagregados por sexo y edad, no se conocen estadísticas sobre la participación en las mipymes por color de la piel, o su intersección con el género y la edad. Imagen tomada del Ministerio de Economía y Planificación (MEP) al cierre del primer semestre de 2022.

Un informe de la Consultora AUGE sobre el proceso vivido por 100 mipymes que asesoraron, publicado a finales de 2022, ofrece una mirada a las brechas de género y por color de la piel.

De los 178 socios computados en el informe, 119 (66 %) son hombres y 59 (34 %) mujeres. Del total, 151 socios (85 %) son de piel blanca; 14 (7,8 %), de piel negra y 13 (7,2 %) de piel mestiza. En el documento no se identifica cuántas de las personas negras y mestizas son mujeres.

Según AUGE, en el grupo de empresas que acompañan “existe una tendencia clara en la presencia mayoritaria de hombres de piel blanca como socios, con edades entre los 30 y los 55 años”.

Las brechas también se expresan en los ingresos. En el caso de las 52 mipymes con más de un socio, donde se definió una distribución desigual de las participaciones, “se verificó la tendencia de que la mayoría de las participaciones por lo general recaen en hombres de piel blanca frente a mujeres y personas de piel negra o mestiza”, reconoce el informe.

Esta desigualdad, especialmente, se observa más “con respecto a la comparación por color de la piel que por género”, concluye el referido texto.

Entre ventajas y frenos

Si el sector privado y las mipymes se reconocen como un actor económico de emergencia, necesario para el desarrollo del país y con muchas potencialidades; si además la personalidad jurídica que se adquiere siendo una empresa abre puertas, posibilidades y contratos, ¿por qué la participación femenina es tan baja?

En el caso de las mujeres, las empresas privadas tienen incentivos específicos, ya sea en calidad de socias o como contratadas.

“Para las socias, representa la posibilidad de acceder y controlar recursos que empoderan, llevar a la práctica sueños y contribuir al empoderamiento económico de otras personas. Para las empleadas, en muchos casos, representa la posibilidad de tener ingresos superiores a los que reciben en el sector estatal”, declara Dayma Echevarría a SEMlac.

A la par de que reconoce beneficios, la socióloga e investigadora cubana también advierte de la existencia de frenos machistas.

“Las mujeres enfrentan prejuicios y estereotipos sobre su eficacia al frente de emprendimientos, imaginarios que las ubican como menos propensas al riesgo. También las limitan el poco acceso a financiamientos propios o ajenos y la ausencia de políticas que fomenten emprendimientos dirigidos por y para mujeres”, afirma la experta.

En su estudio, la Consultora AUGE concluyó, por ejemplo, que el valor del capital social declarado con más frecuencia por las empresas (22 %) en su creación fue de 100.000 pesos cubanos. ¿Cuántas mujeres cuentan con este capital si entre las trabajadoras por cuenta propia se reconoce que ellas cuentan con menos capital financiero, propiedades y redes sociales?

Las micro, medianas y pequeñas empresas constituyen una oportunidad para el desarrollo del sector privado en Cuba. Imagen tomada del informe Las 100 MIPYMES de AUGE.

Empresarias a fuerza de resiliencia…una carrera de obstáculos

Medios de comunicación en Cuba y análisis especializados reseñan el ímpetu, los aportes a la responsabilidad social, el interés por la cooperación y el trabajo en red como cualidades de emprendedoras cubanas.

Aún en minoría, ellas lideran empresas privadas. Pero llegar al empresariado no siempre es resultado del deseo y la voluntad propia, cuando la ley mandata que todo negocio con más de tres trabajadores debe reconvertirse a empresa.

Ese es el caso de Pilares Construcciones, una de las 6.138 mipymes privadas reportadas hasta el 28 de diciembre de 2022 y que se dedica a los servicios de construcción en Cuba. Su líder, la ingeniera Yulieta Hernández, contó a SEMlac el reto que significó dar semejante paso jurídico, económico y tributario.

“Dar el salto a mypimnes es un reto y, como todos los cambios, fue difícil. Adaptarse a un nuevo modelo de negocio y con responsabilidades mayores lleva tiempo. Engranar una estructura empresarial, aun cuando ya se tenga experiencia anterior como trabajador por cuenta propia (TCP), es complejo y requiere de tiempo para la implementación”, explica Hernández.

La ingeniera Yulieta Hernández cree en la fuerza de las mujeres y en la utilidad de una red de emprendedoras y empresarias. Foto: Ekaterina Ramirez, Cubaemprende. 

“Sabíamos que no estábamos listos ni preparados para ser empresa, pero lo asumimos, tanto por deseo como por obligación. Realmente, aun estando conscientes de que no estábamos preparados, nos superó”, agrega.

La ausencia de formación integral y de una carrera que prepare en la administración de negocios; el amplio volumen de información —dispersa en muchos casos— que se necesita para crear y gestionar una empresa privada y los continuos cambios en las normativas son algunos de escollos que marcan la arrancada de las empresas en el país.

Respecto a los desafíos del sector, Hernández coincide con economistas y emprendedores cubanos que llaman la atención sobre el escaso financiamiento, la burocracia bancaria, la incertidumbre monetaria, la inflación, las dificultades y prejuicios que afectan la contratación y el encadenamiento con el sector estatal; el insuficiente mercado mayorista y una política tributaria exclusivamente recaudadora, con escasos incentivos para el sector privado, entre otros.

Para la ingeniera, poner a la mypime, una empresa naciente, en el mismo esquema tributario que la gran empresa estatal, es asfixiante.

“No incentiva la generación de empleo, hay un impuesto de uso de fuerza de trabajo que no estimula. No estimula tampoco el precio final al consumidor, porque hay un impuesto sobre las ventas elevadísimo. No estimula el fortalecimiento, el crecimiento, ni la reinvención porque el doble impuesto sobre utilidades es altísimo; primero el de la empresa y luego el de ingresos personales de los socios”, dijo Hernández a SEMlac.

La sobrecarga de cuidados, los estereotipos machistas y las desigualdades en la construcción de un capital propio son realidades que se agregan a esta ecuación, en el caso de las mujeres. Por eso en el tablero económico y las decisiones gubernamentales Yulieta Hernández propone ubicar las situaciones de desventaja de las mujeres.

“Sin el apoyo de políticas gubernamentales encaminadas a la mujer para que pueda emprender, el porcentaje de participación en este sector seguirá muy bajo”, reclama Hernández.

En el camino de las políticas públicas, la socióloga Dayma Echevarría insiste en ampliar el acceso a la información sobre el marco regulatorio que promueve la inclusión laboral de mujeres en Cuba, como el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM).

También considera útil aprobar incentivos económicos y fiscales en las mipymes para la contratación de mujeres o su desarrollo como socias.

En el caso de las empresas lideradas por mujeres, Echevarría propone la formación de competencias para desarrollar un negocio adaptado a los puntos de partida de estos grupos.

“Se trata de espacios estables, virtuales o presenciales de intercambio entre emprendimientos consolidados y otros que están comenzando. También pueden organizarse mecanismos para la donación de equipamiento e insumos de bajo valor comercial o lento movimiento, y crear productos financieros específicos para mujeres (créditos, impuestos, capital semilla, financiamiento en especie)”, propone la experta.

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