Beatriz Ramírez López - Revista Mujeres.- La falta de conocimiento y empatía con respecto al feminismo, su historia y luchas, ha provocado una estigmatización no solo del término, sino de aquellas mujeres que encuentran en este movimiento una guía y una forma hacia la liberación.


La periodista Ania Terrero, en el texto Influencers y feminismo, más allá del enfrentamiento”, publicado en Cubadebate el 29 de agosto de 2021,  expone que durante años los medios de prensa mainstream (hace referencia a los grandes medios de comunicación masiva que rigen las tendencias informativas generales) y los machistas, han apostado por ridiculizar y satanizar al feminismo, hasta enfrentarnos unas con otras.

«El patriarcado se encarga de blanquear las batallas por la equidad y tacha de histéricas a las feministas. Lo ha hecho durante décadas: cuando las sufragistas reclamaban su derecho al voto, abundaron afiches que las tildaban de malas madres, violentas o se burlaban de ellas diciendo que no habían sido besadas», puntualiza.

Creo que aún existen muchas mujeres que no conocen en profundidad de qué hablamos cuando decimos feminismo y eso trae como consecuencia el rechazo. Inclusive, cuando no hay rechazo, pero sí desconocimiento, muchas caen en posiciones de extremo, que otra vez ponen en peligro la imagen de las feministas, explica Magda González Grau, directora, guionista de cine y televisión, en entrevista realizada para la tesis de licenciatura en Periodismo: La Palabra Maldita. Webserie documental sobre las percepciones del feminismo en artistas cubanas, de la cual forma parte el presente trabajo.

Por su parte, la periodista, académica y feminista cubana Isabel Moya, en el libro El sexo de los ángeles, comentó que los medios se constituyen también en un ámbito donde cohabitan las nuevas y viejas concepciones sobre lo masculino y lo femenino. La ideología androcéntrica se resiste a ser totalmente sustituida por relaciones de equidad y se solapa, se repliega, se metamorfosea en la subjetividad de comunicadores y comunicadoras, en las rutinas productivas, en las interpretaciones de la política informativa, como en la toma de decisiones en los medios.

Aún queda mucho por abordar y resolver para lograr una comunicación con prisma de género, para ello deben ser reestructurados los propios cimientos de la realización e ir construyendo mensajes cada vez más inclusivos.

En opinión de Isabel Moya, en el libro Reinventar el Periodismo: Hacia una contracultura feminista en los medios de comunicación, un posible recorrido crítico para potenciar el cambio necesario debe transitar por: desarrollar las investigaciones de género y medios; continuar los procesos de capacitación no solo de comunicadores y comunicadoras, sino de las personas que dirigen los procesos mediáticos a todos los niveles; propiciar la autorregulación a partir, precisamente, del conocimiento del tema y de los códigos de ética; estimular la creación de productos comunicativos no sexistas con proyectos intencionados, concursos y otras modalidades y educar a las audiencias para la comunicación desarrollando sus habilidades críticas a través de los propios medios y otras vías.

Porque mientras no haya una formación en género y comunicación, en temas de feminismo, se va a estar reproduciendo esa violencia simbólica que es un ciclo sin fin. Y no es que quienes lo hagan sean malas personas, sencillamente están reproduciendo los mismos prejuicios y estereotipos con los que crecemos, aseveró Ania Terrero en entrevista realizada para La Palabra Maldita.

Basado en las declaraciones de Terrero, la preparación de quienes hacen un ejercicio público en temas de género es fundamental. Pero no solo para que puedan transmitir la información con conciencia, conocimiento y de forma atractiva, sino incluso para que no reproduzcan prejuicios, problemas y violencia.

Un periodismo de género no tiene que ser un periodismo especializado porque la perspectiva de género debe estar en toda la comunicación. Pero también hace falta una comunicación, un ejercicio profesional especializado porque seguimos enfrentándonos a la dominación capitalista, racismo, a todos los sistemas de discriminación, opresión y dominio, comentó Lirians Gordillo, periodista de la Editorial de la Mujer.

«Entonces, el machismo, el patriarcado es igual, se necesita profundizar en sus estructuras, en sus mecanismos, representaciones, sistemas de relaciones, en las emociones que genera, en cómo atraviesa los afectos y todos los órdenes de la vida de manera muy sutil, interconectado con otros sistemas de opresión. Para ello se necesita un ojo muy atento y especializado porque son siglos de naturalizar una sociedad que es machista y discriminatoria».

Hablar sobre sexualidad, doble jornada laboral, emancipación, mantenimiento del hogar, roles de género, machismo, misoginia, violencia de género, acoso sexual y callejero, violación, alejarse de temas que aborden con grandilocuencia la capacidad de una mujer de ejercer un oficio “no apto” para su sexo, eliminar por completo los matices burlones o despectivos del feminismo, son pequeñas rutas a trazar para ejercer una contracultura feminista desde los medios de comunicación.

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