Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad.- Las noticias locales de Miami, en los órganos oficiales de difusión, continúan refiriéndose en su primera plana a la muerte de Oswaldo Payá Sardiñas. Su finalidad, no es informar sobre asuntos que pueden ser de interés público dado el carácter político de este activista social cristiano, sino continuar sembrando dudas sobre su “posible asesinato por los esbirros del régimen castrista”.


La bajeza moral de la información estriba en que una vez que las cosas se aclaren, quedará en los lectores la impresión de que realmente Payá fue asesinado.

Desde las primeras informaciones no existieron dudas de que fue un accidente automovilístico, donde una persona que asumió un rol político determinado en relación al gobierno cubano, sin contradecir las leyes del Estado y dentro del respeto institucional correspondiente, resultó muerta. Puede haber sido negligencia del chofer o la falta de pericia de un extranjero español para conducir en carreteras defectuosas y con señales de tránsito casi siempre confusas o ausentes.

El estilo de “noticiar el hecho” por capítulos, lo hace más enajenante para el lector y logra consolidar una confusión que ejemplifica la tendencia de ciertos hábitos periodísticos torcidos o define quizás la mala intención de los profesionales que ejercen esta labor en la ciudad de Miami.

La muerte de Payá es un acontecimiento lamentable que requiere lógicamente de explicaciones por parte de las autoridades cubanas. Pero este es un proceso que toma tiempo, porque aun sabiendo exactamente cómo sucedió y la aparente ausencia de complicaciones, de acuerdo a las declaraciones de dos transeúntes que fueron testigos presencial, es importante esperar por la versión íntegra de los sobrevivientes.

El caso por supuesto presenta la dificultad de estar rodeado de maledicencia política por parte de grupos internacionales que de una u otra forma se benefician económicamente de los fondos establecidos por el Departamento de Estado de Los Estados Unidos para “llevar la democracia a Cuba”.

Por cierto si estos fondos se ofrecieran a las instituciones cubanas encargadas de reformar los mecanismos soviéticos y otros de origen criollo, que han probado ineficacia tanto para producir como para canalizar los intereses políticos de la ciudadanía, estamos seguros que los millones de dólares asignados oficialmente a través de USAID para la otra equívoca finalidad, ayudarían en la solución en lugar de ahondar los problemas.

Las personas extranjeras que acompañaban a Payá en el auto estaban realizando sin dudas una labor política que en gran medida afecta de algún modo, los intereses del Estado cubano, pero contradictoriamente portaban visas de turistas.

Conociendo el cerco propagandístico que rodea la realidad política en Cuba, por las campañas internacionales poco éticas, alentadas por los dineros fáciles provenientes de Washington, a través de vías públicas legitimadas por la arrogancia del poderoso país del Norte, es de suponer que las investigaciones no pueden circunscribirse a los pormenores del accidente en cuestión. Es obvio que en un caso como este pudieran existir maniobras ocultas de las cuales Payá, por su personalidad y la trayectoria de sus actos, de haber existido secretas intenciones, no estaba al tanto, ni las hubiese permitido.

Quienes nos mantenemos al tanto de los acontecimientos cubanos, incluyendo la apreciación que seguramente tiene su propio gobierno, admítalo o no, sabemos que las verdaderas labores de Payá, su independencia de criterios y su concepción nacional, nunca le hubiesen permitido sucumbir a una actitud que contradijera sus objetivos.

Para saber que no fue asesinado y reconocer que se trataba de un activista genuino, con todos lo errores que su estrategia pudiera conllevar en la especial condición del caso cubano, no tenemos que esperar por declaración alguna ni el fin de la investigación.

En cambio, sí debemos seguir con objetividad las averiguaciones que al respecto sigue tanto el gobierno cubano y la actitud que asuman ante los hechos, gobiernos como el español y las propias autoridades suecas.

Las declaraciones de estos gobiernos quizás puedan conducirnos a descubrir nuevamente la falta de honestidad y sereno juicio que algunos Estados europeos han asumido en relación al Estado cubano y el carácter injerencista de la llamada “posición común”.

También sería interesante saber quién desde Suecia, aun sin haber tenido contactos con ninguno de los otros dos viajeros del vehículo, se ha dado a la tarea de realizar misteriosas llamadas, informando a la viuda de Payá que el accidente habría sido provocado.

La política europea conocida como “posición común”, aprobada durante el gobierno de José María Aznar, es una copia vilmente  adulterada del Bloqueo decretado unilateralmente por Los Estados Unidos de América.

Esperemos para ver como se desarrollan los acontecimientos. Por lo pronto, todos los hombre de buena voluntad sabemos que si Oswaldo Payá Sardiñas fue víctima de alguna conspiración, esta nació, creció y se desarrolló en Washington, cuya política se encargó de tergiversar la verdadera lucha de este activista social cristiano, haciéndolo prisionero de las oscuras maquinaciones que caprichosamente procuran enemigos acérrimos de las libertades y la democracia social.

*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU. y Subdirector de Radio Miami.

Fuente original: Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad

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