Alberto Buitre- Oficio Rojo - Corresponsal de Cubainformación TV.- Pocos países como Cuba han reconocido sus errores y avanzado más en combatir la homofobia.


Su  ventaja sobre muchos otros paises en el mundo es que la diversidad sexual en la isla es entendida como un asunto de derechos políticos, económicos y culturales; no solamente sociales.

Cuba ha entendido que no se trata simplemente de eliminar la violencia homofóbica en el lenguaje o de implementar acciones afirmativas maquilladas de “respeto” como en los países capitalistas. En estos, si bien se hace un intento por adecuar las leyes para evitar la discriminación, la natural proclividad de este sistema por anteponer las libertades mercantiles sobre las humanas, juega en contra de la población LGBT que sigue sin tener igualdad de oportunidades y acceso pleno a actividades productivas y políticas. Además que los Estados burgueses siempre han de fallar por los estereotipos generados desde los medios de comunicación, cuyo principal interés no es la cultura sino la ganancia; y en territorios donde la homofobia significa dinero, es lógico entender que la segregación sexual es una losa moral y socialmente aceptada y hasta difundida.

Mientras tanto, en Revolución socialista se lucha por garantizar acceso y disfrute de los modos de producción de toda persona sin distinción de identidad sexogenérica, no sólo por una cuestión afirmativa, sino por elemental sentido común. Pero también sentido político y moral en un orden absoluto.

Al respecto son claros los Lineamientos de Política Económica y Social del Partido y la Revolución del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, al establecer que “socialismo significa igualdad de derechos y de oportunidades para todos los ciudadanos, no igualitarismo” ratificándose “el principio de que en la sociedad socialista cubana nadie quedará desamparado”, donde nadie es nadie, ni homosexual, lesbiana, transexual, transgénero, travesti, bisexual o intersexual; hombre, mujer infante o anciano.

De hecho, los derechos sexuales forman parte de la agenda de trabajo Político e Ideológico del Partido Comunista de Cuba, que en su Conferencia Nacional del año 2012 –en la cual se actualizaron las tareas de los cuadros revolucionarios ante la actualización del modelo socialista cubano-, se establece de forma textual en su Objetivo 57: “Enfrentar los prejuicios y conductas discriminatorias por color de la piel, género, creencias religiosas, orientación sexual, origen territorial y otros que son contrarios a la Constitución y las leyes, atentan contra la unidad nacional y limitan el ejercicio de los derechos de las personas”.

Además, hace un llamado a hacer eco de esto en los medios de comunicación cubanos. En su Objetivo No. 69, se establece: “Reflejar a través de los medios audiovisuales, la prensa escrita y digital con profesionalidad y apego a las características de cada uno, la realidad cubana en toda su diversidad en cuanto a la situación económica, laboral y social, género, color de la piel, creencias religiosas, orientación sexual y origen territorial”.

¿Sucede esto en Estados Unidos, México, España, Colombia o cualquier otro país donde pululan los programas donde se hace gala de la homofobia porque “es chistoso”? ¿O qué pasa en los estadios de futbol donde más de 60 mil personas gritan al unísono “Puto” o “maricón” a los jugadores en señal directa de televisión, sin restricciones constitucionales porque “es parte del show”? Y si las expresiones de odio están prohibidas, nadie, ni Gobierno o Partidos reclaman porque su existencia está supeditaba al dinero que emana de la comercialización de la violencia homofóbica.

¿Y en Cuba? Digamos que la realidad es un tanto cuanto distinta. Apenas el sábado 11 de mayo, el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) organizó la Gala Cubana Contra la Homofobia en el marco del VI Jornada Cubana Contra la Homofobia en un evento plagado de cultura realizado en el teatro Karl Marx, el más importante del país, con la presencia del mismísimo Primer Vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, impulsado por la hija del presidente de la República, Raúl Castro, Mariela Castro Espín. El asunto es que dicen que Cuba es un infierno de homofobia. Al menos así lo siguen fomentando hipócritamente los monopolios mediáticos que por un lado fomentan la discriminación en sus pantallas y por el otro silencian las verdades de la Revolución cubana al respecto.

Y eso que no mencioné que en la isla se garantiza por derecho y de forma gratuita el cambio clínico de identidad sexogenérica y su atención médica y legal posterior, además que ya se debate sobre la posibilidad de probar los matrimonios igualitarios ¿O qué tal la presencia de Adela Hernández, la primera mujer tr ansexual votada y elegida popularmente para ser concejal en la Asamblea Municipal del municipio de Caibarién, provincia de Villa Clara?

Cosas veredes de la Revolución cubana en el marco del Día Internacional Contra la Homofobia.

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