Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce - Martianos-Hermes-Cubainformación.- Aunque los reclamos estadounidenses referentes a Edward Snowden se han calmado en las últimas horas, su vigencia es obvia.


La diferencia respecto a días anteriores es que para hablar actualmente del antiguo técnico de la ANS (Agencia Nacional de Seguridad), hay que mencionar al Presidente ecuatoriano Rafael Correa.

Ya dijimos que existen criterios que si bien Snowden parece haber violando sus compromisos de silencio con la Agencia de Seguridad Nacional, actuó en consecuencia con la Constitución de su país, al denunciar lo que puede catalogarse como una violación de la Carta Magna.

Ecuador parecía ser el único lugar de refugio para este fugitivo político. Y quiero recalcar el status político que le confiero al llamarlo de ese modo, porque de acuerdo a los criterios que acabo de mencionar, el verdadero significado de los hechos que se le imputan es haber alertado a la ciudadanía de su país y a terceros países, de violaciones flagrantes a la privacidad y al manejo de las buenas relaciones con otros Estados.

Los medios internacionales de comunicación, se mofan del Presidente ecuatoriano, a quien tildan de querer “convertirse en adalid de la libertad de prensa”, “mientras conculca en su propio país esas libertades”.

No hay dudas que la prensa con su poder influye y determina la percepción que el público pueda tener de las cosas.

Dicha prensa internacional estaría quebrada si dependiera como lo hizo por dos siglos de los anuncios comerciales y su circulación. Sin embargo esa circulación es menor cada día desde que el internet la reemplazó como medio informativo y si aún existe es gracias a la subvención que reciben de los complejos millonarios que los han adquirido, precisamente para divulgar lo que ellos desean.

La acusación de que Correa viola la libertad de prensa en su país se origina porque su gobierno se ha dado a la tarea de aplicar leyes que penalizan severamente a los medios que procura alterar la paz pública o incitan al derrocamiento del gobierno, así como su decisión de prohibir la publicación de noticias falsas.

Correa está aplicando en definitiva en Ecuador las mismas medidas que Estados Unidos de Norteamérica exige de sus medios y ciudadanos, con el objetivo de defender sus fronteras y evitar conspiraciones y actos terroristas.

La diferencia entre Ecuador y el Norte vigilante es que en el primero una parte de la prensa quiere que le otorguen derechos para incitar a la violencia y desafiar impunemente al gobierno, mientras en el segundo la prensa hace críticas, argumenta y debate, sin violar el principio democrático del respeto a las leyes de Estado y saben que de no hacerlo así enfrentan serios desafíos.

Edward Snowden apareció en la vida nacional ecuatoriana porque su Presidente ha querido dar una imagen de ponderación, la cual es consecuente con su popularidad, pero sobre todo con sus criterios. Entre sus gestos en este sentido está el asilo concedido a Julián Assange en la embajada ecuatoriana de Londres.

El caso de Snowden pudiera parecerse al de Assange, sin embargo, el fundador de Wikileaks aparece en escena cuando pone al descubierto prácticas ocultas sobre procedimientos de Estado. Fue una denuncia política de carácter universal que podía interpretarse como un intento de Assange para adecentar dichas políticas y evitar que permanezcan impunes en un mundo donde el clamor popular pugna por la transparencia y la justicia.

En cambio, el caso de Snowden inicialmente podía interpretarse como un intento para alertar a la ciudadanía estadounidense de los manejos turbios de sus representantes, quienes suponen elegidos con el propósito de proteger a sus electores, procurando un balance diáfano entre la seguridad ciudadana y la defensa de sus libertades. En este sentido la valiente decisión de Snowden súbitamente lo convirtió en un perseguido político de Estados Unidos de Norteamérica.

Ahora se agrega una nueva dimensión al caso cuando de repente se pone en evidencia el espionaje practicado por Estados Unidos en contra de sus mejores aliados, entre ellos Alemania, donde escucha 500 millones de llamadas al mes.

Esto lo convierte en un caso político internacional, traspasando las fronteras de Washington.

Durante semanas la Casa Blanca utilizó sus recursos propagandísticos más sofisticados para presentarlo como un villano, intentando de este modo aplacar la ira ciudadana de los primeros días, forzar su extradición y juzgarlo como traidor y no como un ciudadano comprometido con la Ley.

Parece que el Presidente Correa, asesorado del curso que podían tomar los acontecimientos, pero sin retirar la promesa de darle asilo, ha preferido esperar a que se despejen las dudas que Washington sembró en sus mejores aliados respecto al carácter político del caso. Ahora ha resultado que ellos también son motivo de espionaje.

Veremos qué nuevas noticias nos traen los próximos días. Por lo pronto Edward Snowden se ha convertido en un caso de política internacional.

Así lo veo y así lo digo.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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