Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- En la vida hay acciones bochornosas y otras que resultan contraproducentes. En ocasiones ocurren ambas.
Coincidiendo con el rechazo de todos los países miembros de la ONU al bloqueo estadounidense a Cuba, siete personas de nacionalidad cubana, denunciaron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, supuestas violaciones del gobierno cubano a ciudadanos que viven en la Isla.
Este es uno de esos casos, en que el bochorno y lo contraproducente se unen en matrimonio.
La acción de estas personas ante ese organismo perteneciente a la Organización de Estados Americanos, es bochornosa y además contraproducente, porque una causa, supuestamente válida, no desmerita de su pueblo y mucho menos aprueba que sea condenado a la miseria.
No se justifica que para condenar a un gobierno, haya que aprobar una política cuya filosofía es provocar la desesperación de un pueblo causándole hambre y otras carestías.
Se llaman disidentes y patriotas, sin embargo actúan en contra de los intereses de sus conciudadanos.
Recuerdo que en el año 1992, asistí junto con otras dos personas a esa misma Comisión.
El funcionario que nos facilitó la comparecencia sabía que quienes iríamos teníamos diferencias con la forma y ciertos contenidos, de la política cubana de entonces. Fuimos a hablar sobre las “violaciones de los derechos humanos en Cuba” y eso, al parecer, era suficiente para que pudiéramos acceder a esa tribuna, cuyas oficinas radican en Washington y cuya conducta política debe corresponderse en líneas generales, con las opiniones de la Casas Blanca.
Pero el asunto no era tan simple como el funcionario pensaba. Nosotros discrepábamos de la ortodoxia comunista cubana del momento, pero estábamos concientes de la violación a los derechos humanos ejercida diariamente contra un pueblo, por causa de un embargo de la naturaleza del bloqueo impuesto a Cuba por Estados Unidos, durante más de medio siglo.
Cuando llegamos faltaban la mayoría de los representantes de los países del Sur. Nos extrañó, pero más nos confundió la presencia del representante de Estados Unidos, quien obviamente debía tener nuestro dossier.
Comenzamos a hablar y ocurrió lo que tenía que pasar: En cuanto el estadounidense escuchó la primera crítica al bloqueo impuesto a Cuba identificando dicho acto con una violación de lesa humanidad de los derechos humanos, se levantó de manera hostil y desdeñosa y se marchó de la sala.
Luego supimos que quienes no fueron y los pocos que asistieron, habían sido informados por aquel funcionario malhumorado, sobre nuestra posición moderada respecto a la administración del Poder en Cuba y nuestro rechazo a la política de Washington.
Evidentemente los funcionarios más sumisos en ese entonces no se presentaron por terror reverencial al representante estadounidense. Al parecer éste último asistió a nuestra comparecencia para vernos las caras, pensando que quizás podría intimidarnos.
No dudo que algo de lo dicho por estas siete personas sea cierto. Cuba no es el único país donde expulsan del trabajo a una persona porque el resto de los trabajadores no lo quieren debido a sus ideas o porque el administrador o dueño de la empresa no le agrada.
Recuerdo que a los pocos meses de llegar a Miami, con motivo de unas elecciones municipales que se realizarían en ese tiempo, el dueño del negocio donde trabajaba me extendió una calcomanía de un aspirante a concejal para que la pegase en la defensa de mi auto. Se trataba de un abogado, que además representaba los intereses de su negocio. Cuando me negué, me dijo que eso podía costarme el empleo.
La anécdota no es para aprobar procedimientos que, aunque diariamente ocurren en cualquier país del mundo, no están justificados y son violaciones de los derechos ciudadanos. Pero es totalmente contraproducente para quienes defienden una causa, ya sea popular o de solar, pasar por alto y no condenar, en un foro regional de esa naturaleza, una violación que el planeta Tierra desaprueba.
Hace más de cincuenta años que a Cuba no se le permite obtener ningún equipo quirúrgico, médico, tecnológico o de cualquier otro uso, que contenga más del 10% de tecnología o capital estadounidense. Sin contar con un sin número de limitaciones que la política del Bloqueo establece y ejecuta.
Si esto no es violación, hace falta que nos visite entonces un extra terrestre y nos de una profunda explicación científica, filosófica, económica y política para demostrar que no es un crimen.
Por supuesto, como estas personas carecen de argumentos sobre todo de naturaleza seria, acuden a la simpleza y aprovechan tribunas como esa, para sacar dinero de algunos incautos o quizás no tan incautos y de esa manera poder vivir en condiciones mejores que sus vecinos, quienes precisamente carecen de cosas elementales por causa de ese Bloqueo.
Es bueno destacar, que estas personas que acusan al gobierno de Cuba de dictadura atroz, inmunda y de otras barbaridades que no vienen al caso mencionar ahora, viven en Cuba, viajan al exterior, dicen sus discursos en el extranjero, recogen dinero y en el viaje de regreso se llevan un cargamento de equipos electrónicos y bagatelas diversas, todo ello pagado por quienes los utilizan miserablemente. También es bueno acotar que a su llegada son atendidos en la aduana como un ciudadano más.
Pero al llegar a sus barrios las cosas cambian, porque son mirados con desprecio por sus vecinos, por sus conductas hipócritas y por ser malos ciudadanos. Realmente no culpo el sentir del vecindario.
Nada de esto se menciona en la información que El Nuevo Herald hizo sobre la comparecencia de estos señores. Tampoco en el año 1992 le dieron cobertura a nuestra comparecencia ante esa Comisión.
Siempre he tenido el criterio que para ser enemigo, opositor o discrepante de un gobierno no hay necesidad de despojarse de la vergüenza.
Así lo veo y así lo digo.
*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU. Subdirector de Radio Miami.
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