Por Lázaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Desde hace más de cincuenta años he vivido en una sociedad altamente consumista. Aquí, en los Estados Unidos, la palabra de orden es comprar, comprar y comprar, aunque no exista el dinero para hacerlo, es casi un acto de fe. Se compra lo que se necesita y también lo que no se necesita, lo que se le va a dar uso y lo que nunca se llegará a usar.


Cualquier casa tiene televisores por doquier y muchas tienen un automóvil por persona adulta viviendo en las mismas. La gente tiene obsesión de tener. No debería hacérsele ninguna crítica al hecho de que los ciudadanos compren cualquier cosa si estos tienen el dinero para pagarlo, si sus salarios les alcanzan para hacerlo, pero en la mayor parte de los caso de las personas que compran y compran, ese dinero no existe realmente. Pero cómo es que gastan sin tener los recursos para hacerlo? Pues es muy sencillo: el crédito. Las tarjetas de crédito son las responsables de que la mayor parte de la población de los Estados Unidos esté empeñada hasta el cuello. Cualquiera que tenga, aunque sea una pequeña entrada que apenas le alcanza para sus necesidades básicas, tiene acceso a una tarjeta de crédito que le expande su capacidad de compra. La propaganda es compre ahora y pague después y ese después le puede tomar toda una vida. A los bancos no les importa, ya que viven de los intereses que cobran a los usuarios de las mismas, los cuales, al cabo de cierto tiempo, pagaron dos o tres veces más dineros en intereses a los acreedores que el dinero que estos le facilitaron para que sigan viviendo por encima de sus capacidades económicas. Ya hace mucho tiempo que para que puedan seguir el tren de vida que llevan, en las familias tienen que trabajar hasta el gato de las mismas. Es rarísimo ver una familia en la que la esposa se quede en el hogar para hacer labores de ama de casa aun cuando los niños tienen meses de nacidos. Todo el mundo tiene que aportar para poder tener televisores en cada cuarto, a pesar de que muchas veces no tienen ni tiempo libre para verlos, o para tener acondicionadores de aire en las casas o para pagar por la energía que consumen. Las tiendas por departamento se pasan el año anunciando ventas de artículos rebajados en su valor, pero hay una época del año en la que hacen su zafra. Esa época va, desde finales de noviembre, hasta finales de diciembre y es donde muchas de ellas logran las ganancias deseadas.

Desde hace muchos años se estableció que las compras de la temporada navideña comenzaban el día después del día de Acción de Gracias que se celebra en los Estados Unidos el cuarto jueves del mes de noviembre. Ese es el día al que se le ha llamado con el sobre nombre de Viernes Negro. Hasta hace unos años, las grandes tiendas por departamento abrían sus puertas al público a las 12 de la noche de ese día, pero en los últimos años ese horario ha ido bajando hasta llegar a la 6PM del mismo día de Acción de Gracias. Es tanta la voracidad por vender y por comprar, que los empleados de las mismas ya ni pueden celebrar la tradicional cena reunidos con su familia.

Este viernes pasado fue el famoso Viernes Negro y la locura fue total en los centros comerciales de las ciudades norteamericanas. Por curiosidad, me di a la tarea de buscar algunos datos sobre la cantidad de dinero que se gastan los ciudadanos de este país en un día como el del viernes pasado. Buscando en la Internet, encontré una serie de datos que le servirán para satisfacer su curiosidad a los lectores de esta columna:

Se calcula que este año cerca de cien millones de personas acudieron a las tiendas a comprar lo que estas vendían, lo necesitaran o no. Casi noventa millones lo hicieron el año pasado. Las estadísticas de este año aun no se conocen, pero basándonos en las del año pasado, uno se puede dar más o menos cuenta de cuántos fueron.

En el viernes negro del 2012, los norteamericanos gastaron aproximadamente 60 mil millones de dólares en compras, alrededor de $425.00 por persona. Los expertos calculan que en la temporada navideñas de este año se gastarán aproximadamente 600 mil millones de dólares en ventas al detalle, que es un poco más del 20 % de las ventas totales en el año.

Nada, la locura total, consumir por consumir para endeudarse por endeudarse. Parece que aquí la consigna es sencilla, vinimos a la vida a consumir, para llegar a la muerte empeñados hasta el tuétano.

*Lázaro Fariñas, periodista cubano residente en EE.UU.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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