Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Allan Gross, el funcionario estadounidense condenado en Cuba por introducir tecnología de espionaje, entregándola a personas que buscan derrocar al gobierno cubano con procedimientos no aprobados constitucionalmente, está en huelga de hambre desde el 4 de abril.


No estoy de acuerdo con las huelgas de hambre. He estado envuelto en múltiples ocasiones en algazaras de esa naturaleza y no las considero un método apropiado para obtener los objetivos que se persiguen. Eso no implicas que no apoye a quienes utilizan dicha forma de protesta.

Apoyo a Gross, quien alega que el gobierno de Estados Unidos, la Casa Blanca, para ser más exactos, no sólo lo embarcó en una empresa injustificada, sino que ha continuado dando pasos que le dan la razón al gobierno cubano, cuando dice que el vecino del Norte, conspira y ayuda de manera indirecta y a veces con total desenfado, a quienes desean derrocar al gobierno por métodos ilegales.

Allan Gross trabajaba para una empresa subcontratada por USAID, un organismo perteneciente al Departamento de Estado de Estados Unidos de Norteamérica, que tiene como objetivo alentar las mismas formas de gobierno y fomentar sus estilos de vida en otros países, a contrapelo de los intereses ciudadanos y de Estado que esas naciones puedan tener.

Es un bochorno y un verdadero pesar verlo y denunciarlo, pero Washington impone políticas y se considera con derecho a dar órdenes a otros Estados y gobiernos que no practiquen a pie juntillas, los métodos de administración estatal que ellos requieren para garantizar mercados y apuntalar su política exterior.

Allan Gross, parece que fue víctima de una de estas maniobras. Al menos eso es lo que ha confesado, pues niega haber sabido que la encomienda que lo llevó varias veces a Cuba, estuviese destinada a crear condiciones para que conspiradores en contra del gobierno, comunicaran al exterior asuntos nacionales al margen del conocimiento del Estado.

Como el desconocimiento de la Ley no anula el delito, a Goss lo condenaron por actividades de espionaje. Así se conocen las acciones que pretenden obtener clandestinamente informaciones controladas por los los Estados.

Allan Gross no fue a Cuba a detectar grupos o personas que conspiran en contra del gobierno de su país. En Cuba eso no existe. Ese tipo de actividades es factible en Medio Oriente, Asia, Europa, África y otros países donde coinciden con la generalidad de una ciudadanía común, creyentes fanáticos de valores supremos, pero no en Cuba, que siempre ha sido respetuosa de su vecino, sin que eso excluya una crítica acerba de su política exterior y de la conducta dominante que ejercita en el ámbito internacional.

Está bien que Gross proteste por las irresponsabilidades últimas cometidas con la invención del Tweeter que la USAID bautizó con el nombre de Zunzuneo, en referencia al batir de alas de los colibríes cubanos, a los cuales se les conoce en ese país con el nombre de Zunzunes. Pero más que por la pifia cometida en este sentido, Allan Gross debe protestar por haber sido abandonado de los responsables de su encarcelamiento.

Esto pasa muy a menudo en el mundo de los espías y los agentes, lo cual no ha sido el caso de Cuba, al menos en cuanto a los Cinco prisioneros que fueron juzgados por los delitos cometidos y por cargos improcedentes que fueron consecuencia de maniobras políticas ruines y quienes además recibieron condenas desproporcionadas.

Washington no ha tenido el gesto de decir es cierto, Allan Gross fue a Cuba a facilitar un cambio de gobierno con criterios políticos diferentes. En su lugar dicen que ese organismo del Departamento de Estado busca llevar libertades y democracia a Cuba y al resto del mundo. Lo cual fríamente escuchado parece bello y loable.

Pero lo que encubren esas declaraciones es que para lograrlo tienen que derrocar al gobierno cubano actual, porque los conceptos de libertad y democracia del Estado cubano, aun cuando discrepemos de la manera en que lo vienen instrumentando, se sustentan en conceptos de justicia y no en la existencia de libertades ilimitadas, casi incontroladas, para que personas individuales se enriquezcan y a partir de ese punto decidan en las cuestiones sociales de las mayorías.

Las labores del Departamento de Estado son contradictorias con la filosofía política cubana y con las prácticas de muchos otros países cuya estabilidad intentan minar con sutiles declaraciones ambivalentes. Por consiguiente cualquier intento de imponer sus criterios lleva implícito el derrocamiento del status quo vigente.

Allan Gross debe continuar exigiendo que Washington se envuelva en su caso. Sobre todo para que su familia sienta alguna protección en medio de sus dolores.

Los familiares de los Cinco agentes cubanos presos en cárceles estadounidenses, de los cuales dos han cumplido y han sido puestos en libertad, han tenido la bendición de un gobierno que, en este caso, se ha envuelto en el asunto y no ha negado sus responsabilidades en el mismo.

Alentamos a Allan Gross que continúe sus protestas. No le recomendamos que lo haga con una huelga de hambre para que no dañe impropiamente una salud que debe ser conservada y sobre todo que debe ser motivo de desvelo por aquellos que lo enviaron a cometer un delito injustificado.

Nos solidarizamos con Allan Gross y le pedimos al gobierno estadounidense que atienda su caso, el cual carece de las razones que mueven a un Estado a espiar a otros.

Así lo veo y así lo digo.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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