Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Uno de los grandes problemas de los humanos es que nos creemos capaces de hacer todo cuanto se nos pueda ocurrir.


Ese criterio, en lo relacionado con las ciencias exactas, no ocasiona tantos inconvenientes como sucede al aplicarlo en el diario bregar y especialmente en la organización de la sociedad.

El origen de ese pensamiento quizás esté dado en un postulado cristiano donde se dice que “los humanos somos hechos a imagen y semejanza de Dios”.

¡Vaya grandeza la nuestra! Somos dioses omnipotentes, omnipresentes, tenemos el don de la ubicuidad y para rematar somos infalibles. Esto quizás lo explique muy bien la teología, pero en la realidad quienes hacen uso de estos criterios, ni son teólogos, ni les interesa la explicación.

Concepciones como estas, aunque obviamente a niveles inconscientes, han conducido el quehacer de los pueblos y especialmente el de sus dirigentes a lo largo de la historia.

En el presente ante tanta información vamos entendiendo que las cosas no son así, pero entre entendimiento y entendimiento, cada vez comentemos faltas mayores, porque los recursos con los cuales contamos, oscilan entre la capacidad adquirida para adulterar cada vez más las explicaciones, hasta la consumación de actos letales. Todo gracias a los grandes adelantos tecnológicos y el gran atraso de las ciencias sociales, la más compleja de todas las ciencias.

Desde que el mundo se organizó en sociedad y fue capaz de estructurar el Estado, hemos pensado que nuestro modo de vida es mejor que el otro y nunca consideramos porqué lo hicimos de una manera y porqué los otros apelaron a diferentes modos de organizarse y pensar.

Las guerras, han tenido un esencial contenido económico, aun cuando en algunas oportunidades se disfrazaron de cruzadas salvadoras que no siempre fueron conducidas por los cristianos. Los musulmanes ocuparon la Península Ibérica y el sur de Francia mucho antes y sobre los templos cristianos erigieron sus mezquitas. Es bueno mencionar que con anterioridad, a la llegada de los cristianos los templos eran romanos y sobre ellos se erigieron las iglesias cristianas. Pero más allá de las razones subyacentes que explican en parte las invasiones y ocupaciones territoriales, siempre se destacó la imposición de estructuras de gobierno semejantes a las del agresor.

Toda ocupación persiguió ese fin y con ese criterio Estados Unidos desarticuló la región iraquí.

No me refiero a Irak como un país, porque en realidad, en esa geografía confluyeron en gran medida las divisiones y odios creados a partir de la muerte de Mahoma y especialmente luego que Alí trasladó la capital musulmana de Medina a Kufa, ciudad ubicada en las tierras que hoy llamamos Irak.

Antes y después de su aparición como líder espiritual y gobernante, aquel mundo era un conjunto de tribus y etnias en constante pujanza por desplazar al vecino, subyugarlo, usarlo para sus fines o simplemente eliminarlo como competidor. Sus características difícilmente permiten usar la palabra país o nación y no lo decimos porque allí confluya una gran multiplicidad étnica y lingüística (Suiza es una nación donde coexisten un collage de lenguas), sino porque el enfrentamiento es constante e impide una unidad natural.

Los artífices de aquella invasión sabían de estos asuntos, pero como siempre ha ocurrido, el petróleo era importante y crear otro aliado en la región lo era aún más. Es el eterno pensamiento pretoriano: las divisiones son capaces de todo y más hoy que contamos con cohetes inteligentes. No era así y la realidad demuestra que no es así.

Saddam Hussein advirtió: “Si invaden se va a desatar la madre de todas las guerras”. ¿Recuerdan esas palabras?

Al escucharlas los poderosos sonrieron detrás de sus tecnologías mortuorias, pero ahora, quien debe estar sombrío y disgustado es Hussein, porque los inteligentes no le creyeron.

Cuando Saddam Hussein ocupó el Poder en 1979, sabía del rol que tocaba jugar y creó un gobierno autoritario y estructuras de Estado que, aun bajo la protesta de los chiitas, resultaba conveniente para todos, incluyéndolos a ellos y al resto de las tribus que allí pululan en ese conflicto eterno en el cual viven.

La secularización del Estado iraquí sólo era posible bajo el concepto ególatra, autoritario y frío de Saddam, quien además de esos atributos tenía un carisma visionario para ver donde otros solamente miran y la intuición para desenredar una problemática social que desafía la dialéctica.

Nos imaginamos que los autores del crimen de aquella ocupación injustificada se recuerden del temible presagio de Gran Muerto que representa hoy Saddam Hussein para las hordas (perdonen la insolencia) que están a punto de clavar la bandera de la intransigencia en un lugar que ya no será lo que pudiera haber sido.

Esto parece ser la Madre de todas las Guerras.

No creo que Saddam Hussein se esté sonriendo pero sí creo que hay muchos un poco preocupados.

Así lo veo y así lo digo.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

Estos textos pueden ser reproducidos libremente siempre que sea con fines no comerciales y cite la fuente.

La Columna
Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Radio Miami.- Varias generaciones de cubanos han tenido un complicado destino desde el golpe de estado del general Fulgencio Batista y Zaldívar en 1952....
Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Radio Miami.- El último domingo de cada mes, en la ciudad de Miami, se realiza una caravana de autos, pequeña, pero consistente, para protestar en contra ...
Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Radio Miami.- El título del artículo puede referirse a una época tan remota como 1992 durante la presidencia de George H.W. Bush u 8 años de...
Lo último
La Columna
La Revista