Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Si en alguna de las democracias liberales existentes, las elecciones se han convertido en puro formulismo, es en Estados Unidos. Son reducidos los márgenes para que una persona, electa a la Presidencia, ponga en práctica sus pensamientos.


En sus comienzos y durante varias décadas no fue así. Las normas electorales eran tan diferentes que hasta el gobierno de Franklyn D. Roosevelt, los Presidentes podían elegirse por más de dos períodos. Incluso podían ser reelectos, en períodos posteriores a la primera elección. Este fue el caso de Grover Cleveland quien fue Presidente desde 1885 a 1889 y volvió a ser electo en 1893, gobernando hasta 1897.

En general, el grado de tecnificación adquirido por los sistemas institucionales actuales, su capacidad de predecir, corregir y controlar, han hecho que el Estado se convierta en una maquinaria independiente donde los propios mecanismos de administración y represión necesarios a su estabilidad controlan no solo la mayor parte de los actos presidenciales, sino también su cuerpo de asesores y directores. Legisladores y Juristas y la burocracia profesional, se convierten en factores humanos permanentes de ese entramado. Quienes piensan que podrán gobernar están equivocados.

No obstante algunos candidatos aspiran con el sano interés de poner en práctica sus ideas o visiones nuevas que contradigan el estado de cosas imperante. Sin embargo, nos inclinamos a pensar que la maquinaria prefiere que los candidatos, sean proclives a las reglas en uso y en ese sentido mueven sus músculos para que no suceda lo contrario.

La contrapartida a estas normas es el acceso universal a la información que la tecnología permite actualmente y el agotamiento que la ciudadanía viene experimentando ante problemas vitales y existenciales que no hallan solución en las promesas electorales que preceden cada elección, los cual en ocasiones dificulta imponer a los aspirantes públicos.

Hillary Clinton parece ser la próxima candidata del Partido Demócrata y definitivamente no le dará continuidad al discurso del Obama, el cual la antigua Primera Dama no parece compartir.

Por esas ironías de la política al uso, en las pocas declaraciones públicas que Hillary ha hecho, donde anticipa aspectos de lo que sería su Presidencia, ha criticado a Obama por los sucesos de Medio Oriente. Tal parece que la también ex Secretaria de Estado, no recuerda que los entuertos de Irán, Siria, Isarael, Irak, Libia y todos lo demás, fueron creados durante su reinado.

El discurso de Obama en el Cairo en el año 2009, resultó en palabras huecas. No sabemos cuánta responsabilidad ha tenido en esto el Presidente, pero sin dudas que la Secretaría de Estado posee una discreta autonomía en la elaboración de la política exterior. Sobre todo por ser el organismo más confiable con que cuenta el Presidente para elaborar esas políticas.

El fenómeno de las “Primaveras Árabes” fue interpretado como la ocasión para dominar Medio Oriente, una obsesión imperial que los tiempos de hoy no permiten realizar con la impunidad de hace tres décadas.

El asunto agarró por sorpresa a la CIA, Departamento de Estado, Seguridad de la Patria (Homeland Security) y a todos los organismos que supuestamente alertan o controlan asuntos de esta naturaleza allende los mares.

Partiendo de estos hechos cuyo origen no interesa analizar aquí, la política exterior se estableció como reacción. No fue elaborada a priori, sino mera táctica de respuesta ante una “sorpresa” que pensaron jugaría a favor de su política de dominio.

Con esos criterios en mente, desarticularon las bases del Estado Libio y ahora tenemos allí un desastre tribal incontrolable, donde los terroristas campean a sus anchas.

A través de una sucia resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, pudieron hacer que la OTAN bombardease a diestra y siniestra el territorio libio, haciendo añicos las estructuras de aquel Estado.

En Siria las cosas tuvieron que ser algo más comedidas porque el apoyo de Rusia e Irán al Presidente Assad, constituía un detente, pero no caben muchas dudas que la destrucción ocasionada en las fronteras vecinas de Siria por los errores de una política que ya no hay manera de implantar sin consecuencias, han hecho proliferar fenómenos como el del Estado Islámico.

Las ayudas a la supuesta “oposición” al gobierno de Assad, la mayoría de ellos terroristas enemigos de Estados Unidos, contribuyó a armar los primeros grupos de ese nuevo fantasma que hoy acecha a Washington.

Al Quaeda se debilitó y el Estado Islámico (EL) se fortaleció al punto que hoy se considera el enemigo de naturaleza terrorista más grande que jamás haya imaginado Estados Unidos de América.

En estos momentos, EL (Estado Islámico) combate en Irak, un aliado de Estados Unidos; Irán, enemigo de Estados Unidos, apoya a Irak en su lucha, mientras Arabia Saudita, un amigo de Estados Unidos, apoya a EL; los curdos, también amigos de Estados Unidos, combaten a EL y también al gobierno iraquí quien es a su vez amigo de Washington; Siria, supuesta enemiga de Estados Unidos, combate a EL y Hezbolla, enemigo de Estados Unidos, apoya a Siria a combatir al Estado Islámico.

Han creado un paisaje internacional putrefacto, donde los enemigos combaten a los aliados y los aliados apoyan a los enemigos, sin que el sistema político estadounidense actual tenga la capacidad de resolver.

Entre otras cosas para destruir algunas de las bases del Estado Islámico en Siria, Washington tendrá que aceptar la existencia de Assad, así como a Irán y el resto de sus “enemigos”, quienes hoy tienen en común con Estados Unidos esta nueva intifada musulmana.

Todo eso ha sido gracias en primer lugar, a la señora Clinton quien en un par de oportunidades ha tenido el cinismo de criticar la política internacional del Presidente Obama.

Si no aparecen nuevas caras en el escenario político estadounidense, en quienes pueda confiarse en términos de las creencias sociales que profesan, como fue el caso con el Presidente Obama cuando se presentó a las elecciones del 2008, el panorama gris de hoy se tornará más gris.

Ante estas realidades no sería desacertado recordar un verso de un famoso poeta cubano de los años treinta:

“A dónde vamos todos en brutal extravío”…

Así lo veo y así lo digo.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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