Por: Osmany Sánchez (jimmy@umcc.cu / @JimmydeCuba).- El gran César se reúne con sus senadores y les dice enigmáticamente: “les digo que los que escaparon a las garras del león serán envenenados por el veneno de la serpiente”. Mientras las garras del halcón se cierran sobre todos los continentes, un puñado de irreductibles galos continúan riéndose del emblema del Águila Imperial.


Esos bárbaros rechazan a Roma, entonces Roma irá hacia ellos. Sus bosques darán lugar a nuestros gloriosos edificios, rodeados por la civilización romana, tendrán que adaptarse o desaparecer. Ese será el veneno de la serpiente.

La ciudad será llamada la Residencia de los Dioses.

En un inicio los galos discuten sobre cómo tratar con los nuevos vecinos y todos coinciden en que estos no serán bienvenidos. No se fían de los “invasores” y los tratarán duramente. Luego las cosas cambian y los negociantes venderán sus productos a altos precios y se niegan a expulsar a sus clientes de la Residencia de los Dioses.

“No hace ningún daño capitalizar el comercio” dice el jefe de los galos. El mal es que ustedes se han convertido en tontos codiciosos. Responde Asterix y enojado dice que se mudará para la Residencia de los Dioses, que no se quedará en una aldea que ya no reconoce.

Los demás abandonan su aldea, los siguen y comienzan a vivir entre romanos y como romanos. Se cumplen los planes del César. El veneno hace efecto.

Lo que he narrado es la trama central de un animado que mis hijos vieron ayer y al que le encuentro varios puntos de coincidencia con las actuales relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, y con las intenciones de estos últimos, que han reconocido públicamente que los métodos cambian pero que las intenciones siguen siendo las mismas.

Luego de más de cincuenta años pretendiendo destruir nuestro proyecto social por la fuerza, el actual gobierno de los Estados Unidos reconoce que la cosa no ha funcionado y que hay que hacer cosas diferentes.

La nueva embajada de los Estados Unidos será entonces la “Residencia de los Dioses”, ese fastuoso edificio que como aquel que construyó César frente a los galos, será la vía para inocular el veneno de la serpiente.

La llegada de inversores y turistas norteamericanos traerá sin dudas prosperidad a nuestro país y no faltarán algunos que dirán que “No hace ningún daño capitalizar el comercio” mientras otros alerten que no podemos perder nuestra soberanía y nuestra identidad.

Miro a mis hijos y pienso en cómo estará Cuba cuando ellos sean adultos, ¿Seremos inmunes al veneno de la serpiente? ¿Podremos resistir todo lo que venga de la Residencia de los Dioses?

No pretendo que este sea un post alarmista, solo es un llamado a la reflexión.

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