Flor de Paz - Juventud Técnica / Cubainformación.- La inmunohistoquímica, una tecnología que se aplica diariamente en la práctica médica, ha cobrado vital importancia en el terreno de la Oncología. Su reciente automatización en dos hospitales de referencia nacional abre espacio al desarrollo de un programa que dará cobertura al estudio de determinados tipos de tumores malignos en todo el país. Los próximos pasos: el emplazamiento más extendido de tecnologías moleculares y la creación de una plataforma cubana de biomarcadores.


 

En los procesos tumorales la clave del mejor tratamiento está en el diagnóstico preciso. Para conseguirlo, los oncólogos requieren de pruebas clínicas, imagenológicas y quirúrgicas; pero, sobre todo, de estudios anatomo-patológicos.

La inmunohistoquímica es uno de ellos y se basa en la reacción antígeno anticuerpo que se provoca a partir de anticuerpos específicos, fabricados para los antígenos que hay en la célula.

Su capacidad para ofrecer un resultado confirmatorio y caracterizador del padecimiento en cada paciente lo ha convertido en un medio analítico recurrente. “Porque no todos los casos ni todos los cánceres son iguales”, afirma el Profesor Israel Borrajero Martínez, Jefe del Departamento de Anatomía Patológica del Hospital Hermanos Ameijeiras.

Ante la existencia de diferentes alternativas quirúrgicas y medicamentosas para el tratamiento oncológico, la necesidad de precisiones en el diagnóstico es creciente. Además, el cáncer ocupa un primer nivel de morbimortalidad en la población cubana. Ambas razones hacen de la inmunohistoquímica un estudio muy demandado.

Tras la reciente llegada de equipos que automatizan el procedimiento, el Ameijeiras y el Instituto de Oncología han asumido la responsabilidad de poner en marcha un programa nacional para dar cobertura a las necesidades de los pacientes de todo el país ¿Su objetivo? La realización de estudios complementarios cuando existan dudas que el patólogo no pueda resolver con otras técnicas al diagnosticar tumores de mama y linfomas malignos, lesiones de alta incidencia en Cuba.

Sin embargo —alerta el experto—, para la inmunohistoquímica automatizada es preciso que las muestras sean preparadas con la calidad requerida en los centros asistenciales de origen. De lo contrario, va a ser muy difícil realizar el análisis con la nueva tecnología.

Al respecto, el Profesor Borrajero reconoce los déficits existentes en muchos de los departamentos de Anatomía patológica del país, entre ellos, carencias de equipos básicos, reactivos y personal técnico.

“Estas dificultades han sido tomadas en cuenta para la ejecución del plan de mejoramiento progresivo que se está desarrollando en el trabajo de la especialidad a nivel de los hospitales periféricos. Un programa de re-adiestramiento y actualización de patólogos y técnicos vinculados a la fase pre-analítica de la inmunohistoquímica también se incluye dentro de las nuevas propuestas a ejecutar”.

La biopsia: un surtidor

Cada vez es más amplia la información que puede obtenerse de una muestra de tejido biológico extraída del paciente mediante la biopsia. Su utilidad redunda en el conocimiento del origen de las enfermedades y en el surgimiento de nuevas contrapartidas terapéuticas.

Así, a la constatación del diagnóstico patológico también es esencial poder llegar mediante tecnologías dirigidas al estudio de los procesos a nivel de estructuras moleculares, como la doble hélice del ADN. Por ese camino, que conduce a la llamada medicina personalizada, comienza a orientarse la atención oncológica cubana.

La inclusión de estas nuevas perspectivas en la asistencia al paciente, reconceptualizará las bases de la especialidad, que estarán sustentadas en la información molecular y específica del tumor de cada persona y no solo en las peculiaridades clínicas del paciente. Gracias al influjo de la biología molecular ha podido conocerse que la denominación cáncer de mama, por ejemplo, no implica un solo tipo de tumor, sino una diversidad de ellos.

“En el Ameijeiras esta tecnología está montada y se aplica en procesos tumorales malignos que requieren de una exactitud imposible de obtener mediante la inmunohistoquímica, porque cuando las técnicas de patología molecular son utilizadas se añaden elementos aún más novedosos que van al estudio de las características y estructura molecular de la célula y de sus alteraciones internas, particularizando en elementos genéticos”.

El objetivo principal es hacer diagnósticos confirmatorios cada vez más completos, con el fin de aplicar terapéuticas específicas —explica—, porque no todos los cánceres tienen la misma conformación estructural en su orden genético, sus características inmunohistoquímicas y su bioquímica molecular.

Imitar al sistema inmune

Los anticuerpos o biomarcadores son las sustancias que permiten la realización del estudio inmunohistoquímico. De acuerdo al mecanismo inmunológico general, todas las células tienen antígenos (estructuras proteicas capaces de producir una respuesta de anticuerpo en condiciones adecuadas).

“Como respuesta inmune, un antígeno es capaz de generar un anticuerpo que le es propio o específico. La precisión en el diagnóstico tiene lugar debido a esa reacción particular que ocurre entre uno y otro. A partir de estas interacciones pueden ser concebidas sustancias medicamentosas. Tal es el principio de la terapéutica que se está desarrollando en el Centro de Inmunología Molecular (CIM): hacer más específica la determinación antigénica de los tumores para poder elaborar anticuerpos bien definidos que vayan y ataquen”.

Transformar el cáncer avanzado en una enfermedad crónica, compatible con años de calidad de vida, mediante la generación de anticuerpos monoclonales y vacunas terapéuticas, es el propósito fundamental para el que trabaja dicha institución científica.

Según un artículo elaborado por Agustín Lage y Tania Crombet (director y jefa de ensayos clínicos del CIM, respectivamente) y publicado en la revista International Research and PublicHealth, el aumento que experimentará la incidencia de cáncer avanzado en el mundo, debido al envejecimiento poblacional, requerirá necesariamente de las terapias modernas. De acuerdo con los autores, ellas contribuirán a que muchos pacientes tengan más probabilidad de morir con cáncer, que de morir por cáncer.

“La transición de una enfermedad rápidamente fatal a una condición crónica, compatible con muchos años de calidad de vida, no es nueva en la historia de la Medicina. Es exactamente lo que sucedió con la Diabetes Mellitus, después del descubrimiento de insulina en 1921”.

Para lograr esta evolución hacia la cronicidad el CIM apuesta por “las moléculas pequeñas de blanco específico y los productos biológicos, que han mostrado actividad en combinación con la quimioterapia y la irradiación, pero también como monoterapia”, aunque “el gran desafío consiste en identificar la población de pacientes que puede ser susceptible a cada tratamiento, con una prueba diagnóstica simple”.

La tecnología: un proceso social

Unos meses después de haberse puesto en marcha la automatización de la inmunohistoquímica en el Instituto de Oncología, la doctora Janet Lamadrid García, jefa de departamento de Anatomía Patológica de ese centro investigativo-asistencial, asegura que su grupo de trabajo se halla muy satisfecho con la aplicación de la nueva tecnología. “Por el ahorro de tiempo que implica la introducción del nuevo equipamiento y por la diferencia cualitativa del producto final.

“Al significativo aumento del volumen de muestras que pueden ser analizadas en un corto período de tiempo —este nuevo instrumento digitalizado realiza todo el proceso en dos horas y media, frente a las 48 que precisa la forma manual—, se suma la superioridad de la lámina donde se deposita el tejido a analizar”.

Interrogado acerca de los detalles del funcionamiento del equipo, el patólogo Julio J. Jiménez Galainena, especificó que para el diagnóstico de un linfoma, por ejemplo, se requieren alrededor de diez biomarcadores o anticuerpos. Otra característica beneficiosa de la inmunohistoquímica digital, señaló la doctora Lamadrid, es que tiene capacidad para 20 láminas (cada una se corresponde con un anticuerpo o biomarcador) y aunque es variable el número de pacientes que pueden ser estudiados a la vez, casi nunca son menos de cuatro.

En cuanto a la aplicación de las técnicas vinculadas a la biología molecular, la especialista dijo que aún no se han producido avances de importancia en la institución. “Todavía no podemos determinar la expresión de genes y sus mutaciones. Aunque algunos anticuerpos o biomarcadores son capaces de sugerir su presencia, carecemos de herramientas para comprobarla porque no contamos con la posibilidad de llegar al estudio de la mutación genética como tal”.

Una nueva etapa será la creación de una plataforma cubana de biomarcadores, base necesaria para la realización de diagnósticos moleculares (posteriormente redundantes en tratamientos específicos), se halla en fase de estudios de factibilidad, dio a conocer el doctor Jorge Luis Soriano, jefe del servicio del mismo nombre en el Hospital Ameijeiras durante el recién celebrado congreso de Oncología.

“Tomaremos en cuenta la experiencia que tuvimos en el 2014 con la introducción de tecnología moderna para los estudios inmunohistoquímicos, que ha incorporado en este campo rapidez, seguridad y controles de calidad externos. Porque si es importante tener el diagnóstico, también es imprescindible que este sea seguro. No existe otra forma de saber la terapéutica que realmente necesita cada paciente”. (Publicado en Juventud Técnica).

“La importancia de la Anatomía patológica en el campo de la Oncología radica en diagnosticar los tumores según su tipología. Sin esa precisión no puede ser aplicada la terapéutica dirigida, cualidad definitoria de las nuevas tendencias en el tratamiento del cáncer”, dijo el profesor Israel Borrajero.

La automatización de la inmunohistoquímica no exime al médico de hacer el diagnóstico, advirtió la doctora Janet Lamadrid. “Además, en la etapa previa a la mediación del equipo automatizado, también intervienen otros médicos, enfermeras, técnicos y los mensajeros que trasladan las láminas depositarias del tejido a estudiar.

Bárbara Chávez Tapia (a la izquierda) y Marisol Rodríguez Touceiro (a la derecha), del hospital Hermanos Ameijeiras, preparan las condiciones para la colocación de las láminas a analizar.

Anticuerpos para el análisis colocados en el carrusel

Base donde se asientan las láminas portadoras del tejido en estudio.

Equipo para la automatización de la inmunohistoquímica, instalado en los hospitales Ameijeiras y Oncológico.

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