Andrés Marí - Cubainformación / Fundació Vivint.- El análisis del artículo “La Unidad Necesaria”, de Javier Gómez Sánchez, publicado ayer en el blog La Joven Cuba, puede ofrecernos una buena oportunidad para pensar, repensar y decidir cómo enfrentar mejor una situación tan compleja como la que vive actualmente Cuba e intentar aportar algo, aún siendo mínimo, a su camino de soluciones sabiendo que apenas podremos acercarnos a ello, pero que, al menos, no lo pondremos más difícil.


Por las mil características que Cuba posee en su nueva confrontación con los enemigos de siempre y que se nos presentan tanto como estatales, institucionales, políticas, económicas, culturales, ideológicas, partidistas, personales y hasta muy personales atravesadas en el paisaje externo e interno con que avanza el país, a partir de ahora, como en el comienzo de la propia Revolución, “todo será más difícil”, pero no por ello abandonaremos el camino y aquí nos vemos Javier y yo. Por necesidad de mi análisis cito completo el artículo de él:

ÉL: “Lo que ha venido sucediendo en los últimos tiempos hace sentir la necesidad de la unión apremiante de todos los elementos de izquierda en la Cuba de hoy. Porque demuestran la ausencia de ella.”

YO: ¿Qué izquierda, la que puede tener tal pensamiento pero que no acepta -por la razón que sea- el tipo de unidad que le propone la izquierda organizada en el gobierno cubano? Pensemos que tal izquierda, con todos sus elementos, no participa de esa unidad por haber encontrado o imaginado otra que no es aceptada por la unidad vigente, ¿implica el desmontaje de la lograda o el deseo de compartir con ella el espacio político que brinda el multipartidismo para crear cierta unidad con autonomía de sus elementos? Pensemos que no -o que prefiere la última opción-, y que busca su lugar, ¿por qué no lo encuentra? ¿No lo encuentra por creer que ella no está en las decisiones gubernamentales y desea estarlo o porque solo quiere participar de un pensamiento crítico de la izquierda? Aquí no puede producirse el diálogo debido a que estamos en artículos separados. ¿Será este el problema de los dos? En Cuba se dialoga bastante. ¿No es a esos diálogos donde quiere ir él?

ÉL: “El aprovechamiento político del paso de un huracán mostró que hay fuerzas contrarias solapadas, preparadas y capitalizadas políticamente, listas para explotar cualquier oportunidad. Evidencia también que han aprendido a nunca perder. Que van con todo dispuesto para el éxito o el éxito. Si se les permite, ganan porque logran continuar su trabajo. Si se les impide, ganan más porque se convierten en mártires con toda la algarabía que implica. La reacción fue la peor de todas. La represión y el control policíaco solo benefician el discurso de la contrarrevolución. Usar la fuerza no nos muestra fuertes, al contrario. Demuestra escasez de recursos, de inteligencia, de capacidad y de confianza. Todo eso es lo que se pone en evidencia cuando se envía una patrulla cuando se debió “enviar” a la prensa revolucionaria. Los que lo hicieron, no saben el enorme favor que le han hecho a la contrarrevolución. ¿Quién se reunió, quién analizó, quien determinó? ¿De qué nos sirve ver un video que circule por ahí de alguna conferencia? De esos que nos dan la impresión de que hay ambiente y perspectivas, pero la práctica aparenta que eso es lo único que hay. Ahora ellos tienen su show. ¿Cómo es posible si en la propia prensa nacional al mencionarse escasamente, como esas puntas de iceberg que asoman a veces, se advirtió que eso venía preparándose con motivo de las próximas reuniones de la OEA? ¿Que esto ocurre en un ambiente creado por el CPJ y su informe que llega incluso a manipular entrevistas a gente de la izquierda bien intencionada? ¿Acaso no se sabía que todo se venía preparando? Las derrotas enseñan más que las victorias. Estaría bien que en la OEA lo presenten como trofeo, para ver si nos damos contra la pared y aprendemos de una vez que no se debe usar la fuerza cuando se debe usar la astucia.”

YO: ¿La astucia? ¿Acaso no sabemos, sin necesidad de ser astutos, quiénes forman esas fuerzas contrarias a la Revolución, con show asegurado en la OEA y ante el informe del CPJ, y que Cuba se debate entre ellas con extrema precaución pero que muchas veces, aún no gustándonos, nos obligan a usar métodos de fuerza para que nos dejen trabajar con cierta tranquilidad y finalmente ignoremos su show o sus mártires imaginados, porque no será la primera ni la última vez que Cuba haya de ignorarlos dada la ignorancia que ellos practican con Cuba? Si ante una situación tan complicada como el paso de un ciclón, ellos desean posar para estorbar y manipular los sucesos, descalificando la labor de la prensa, sin comillas, que ya estaba allí, no queda otra alternativa que aplicarles la ley del orden público y despejar el lugar de elementos perturbadores con la patrulla que alguien decidió hacer funcionar para comprobar una vez más, tampoco a gusto, que a la contrarrevolución solo puede parársele con la firmeza de la Revolución aunque no podamos exhibir ningún trofeo, pero sí el éxito de las labores a que está llamada ante un desastre natural como un ciclón.

ÉL: “Entonces todo esto nos lleva a preguntarnos a los que nos preocupa el futuro del socialismo: ¿Existe un frente unido de enfrentamiento político en Cuba? Hablo de un frente aglutinador, revolucionario, socialista, izquierdista o el apellido que le quieran poner. ¿Están todas nuestras fuerzas y nuestras capacidades articuladas? La respuesta es no. Los hechos no demuestran otra cosa.”

YO: Si se teme nombrar la palabra `comunista' -excluyendo al PCC, ignorándolo o desacreditándolo como frente aglutinador, revolucionario, etc. etc.-, entonces no, no existe ese frente unido, pero como esa palabra está llena de significados en Cuba, entonces sí, ya existe ese frente capaz de articular a todas las fuerzas del país que quieran sumarse al mayor hecho de la historia cubana: su partido comunista, el único que al frente del país ha sido capaz de dignificar a todos los cubanos, comunistas o no, en su titánica supervivencia frente al poderío de EEUU. Que ahora Cuba se vea obligada a entrar en un mundo atroz de dependencia hacia esa potencia, es el PCC quien marcará la entrada y permanencia del país en el mundo. Es el PCC, con todos sus errores y aciertos, quien nos articuló, organizó y condujo a la supervivencia en la peor etapa de nuestra historia, y es él, sin duda, el que también tiene la máxima responsabilidad en sacar al país de las consecuencias contraídas por su supervivencia sin perder las enormes conquistas sociales, políticas, económicas y culturales que el propio PCC lideró. No tendremos ningún éxito para enfrentar lo mejor posible al mundo si excluimos la enorme fuerza de este Partido Comunista Cubano aún con todas las debilidades que podamos señalarle. Nadie puede quitarle su liderazgo, salvo que él mismo renuncie a ello y asuma ante el pueblo otro frente de unidad. Y no se trata de servil obediencia al poder, sino del mínimo respeto que Cuba le debe al PCC. De no defender esa fuerza estaríamos facilitando a los EEUU la división que busca entre nosotros y más pronto que tarde arribaremos al torpe final de la mayor Revolución realizada por un paisito que aún se destaca en el mapamundi y si llega a caer desaparecerá inexorablemente.

ÉL: “Tenemos un enorme potencial, porque al unirnos se unen todas nuestras características. La capacidad intelectual, los recursos que nos da la organización y el poder. Pero el uso del poder tiene que funcionar políticamente y no solo para permanecer en el poder. No ser meramente un poder en el poder, tiene que ser sobretodo un poder político.”

YO: El poder político puede mantenerse si está respaldado por un poder económico y cultural, y estos solo pueden obtenerse a través de la formación profesional e ideológica de la mayoría de los ciudadanos. Se sabe que Cuba, en apenas los 30 años que van desde 1959 hasta 1989, logró una enorme ventaja continental en la formación de su pueblo. Que ello ahora se muestre debilitado se explica por el enorme contraste con lo que hubo de vencer casi como un milagro desde 1990 hasta nuestros días, en que prácticamente el país solo pudo resistir. Resistir ha sido la mayor prueba a que se ha sometido el poder político en Cuba. Si a esta resistencia no la vemos como una victoria política, difícilmente sabremos discernir entre el poder, permanecer en él y el poder político de un país.

ÉL: “Lo que tenemos ahora es una fuerza y una capacidad política tremendamente fragmentada. Tenemos al PCC y a la UJC, que llevan a remolque a la FEU y la AHS. Esas organizaciones tienen una línea, un nivel de discurso. Tenemos otra parte de la izquierda dispersa y desorganizada. Tenemos los medios que lo reflejan. Están por un lado Granma y JR, por otro lado medios también estatales pero que a su vez tienen otra línea, como Cubadebate, La Calle del Medio, La Jiribilla, Temas, etc. Por otro lado más, un grupo de páginas webs y blogs. Algunos responden a instituciones y ONGs. Otros son valiosas iniciativas de grupos o personas. En estos últimos se padece de vanidad, de inmadurez, de ambigüedad y dentro de ellos también hay una extrema fragmentación. Un terrible miedo al estigma social y a romper la Espiral del Silencio. De la misma manera que en los estatales se padece de censura, de silencio, de enajenación. Como fingiendo que las cosas no existen, y las cosas bajo el suelo van caminando. ¿Por qué no se conecta todo eso? No se conecta porque padecemos los mismos males que todas las izquierdas del mundo y de la historia. Y no hablo solo en la comunicación, hablo de toda la política, la comunicación es solo una expresión de esta. El pensamiento progresista cubano está tan fragmentado hoy como lo ha estado en la mayoría de las épocas. Lo que se logró en cada una fue cuando ese pensamiento llegó a unirse.”

YO: Cuando a la libertad, tantas veces compartida en nuestro proceso revolucionario, se le dan alas, no se fragmenta, sino que vuela hacia todas las posibles riquezas del pensamiento. Nunca el paisaje de los cubanos fue tan diverso y a ello, como es natural, después de tanto tiempo de uniformidad, debemos entregarle lo mejor que podamos concebir. Ya hay mucha y habrá aún más libertad en Cuba para la expansión del pensamiento, sin que ello venga a significar que de la anterior se derivaba un estigma social ni el silencio de la idiotez. Sencillamente la vida va pasando y con ella van pasando las cosas. La vida no es la moda ni las presiones del tiempo, sino la adaptación a su fuente nutricia: la salvación de la vida misma. Por ello habremos de enfrentarnos a mayores desafíos con esa idea, tan necesaria en nuestra actualidad, de alcanzar el gran poder de una individualidad más comprometida con su historia revolucionaria, jamás desligada del supremo ideal colectivo que la sostuvo y pugna por seguir sosteniéndola. Y sin enajenación, aunque aparecerán cientos de frivolidades influidas por ese mundo donde estamos entrando. La tolerancia será ley sagrada, tanto como la salvación del país. No padeceremos el error de tantas izquierdas porque no estamos reviviendo dogmas, al contrario, los estamos eliminando precisamente por haber aprendido a mirarlos con la valentía imprescindible. Habrá mayor progreso del pensamiento cubano, y no por su fragmentación, sino por la liberalización de las fuerzas que lo mantenían en una unidad circunstancial tan necesaria en su tiempo como lo es ahora su soltura frente al mundo en que le ha tocado confrontarse. El mayor relato nacional ha llegado a las nuevas generaciones y solo conscientizándolo en todo su poder de militancia revolucionaria podrá hacerlo florecer como derecho y deber individual y colectivo de nuestra época.

Él: “El imprescindible cuestionamiento a todos nuestros males ha contrapuesto a muchos integrantes del pensamiento de izquierda cubano con el funcionariado que dirige el Estado. Eso nos ha desgastado, sin haber forma de evadir ese desgaste. Hay que saberlo llevar. Padecemos sobre todo desconfianza. La desconfianza y las relaciones incómodas propias de una Revolución en el poder, que tiene su propia burocracia y que ha creado su propia tecnocracia. La realidad es que dentro de la Revolución, se desconfía de sus intelectuales, de sus periodistas, de muchos de sus más dedicados y lúcidos defensores. Hay temor de que empoderar a una prensa revolucionaria implique también un mayor cuestionamiento a todos nuestros problemas internos, administrativos y nacionales. Pero no puede ser de otra forma, porque hay que ser revolucionario para afuera y para dentro.”

YO: ¿Y cómo podríamos creer que no arrastraríamos desconfianza en medio de tanta agresividad exterior y la necesidad revolucionaria de poseer la imprescindible unidad interna que las circunstancias imponían? En medio de esas enormes dificultades cualquier cosa podía hacer confundir fácilmente a cualquier persona con otro destructor de la Revolución: es el más fiel resultado de una izquierda en el poder que casi puede afirmarse como la que menos errores cometió en su lógico ejercicio de la desconfianza y de ahí que no cayera cuando cayó el campo socialista europeo. ¿Se mantiene esa desconfianza con muchos de nosotros? Alguna desconfianza junto al desgaste que provoca tiene que quedar y habremos de “saberlo llevar” si es que realmente queremos pertenecer a los nuevos tiempos de la Revolución. Pero evidentemente no lo sabremos llevar si la esencia de nuestros postulados está en la desconfianza hacia el Partido Comunista Cubano y en el gobierno emergido de la historia más convulsa del país. Debemos ser “revolucionarios para afuera y para dentro”, pero cuando no se perciben del todo las agresiones que vive la Revolución en su entrada al mundo y no ofrecemos respuestas de mayor calibre reflexivo, de muy poco nos servirán pensamientos que pongan en jaque a la propia Revolución, al contrario, con pensamientos mal hilvanados y expresados hacemos pervivir la desconfianza tornándola aún más irrespirable de lo que nos sucedió un día y que hoy estamos, obsesivamente, buscando su desaparición. No es que se tema a una prensa crítica, sino que se condena a una prensa “libre” de nosotros, como sucede en los sitios donde impera la más falsa e hipócrita llamada libertad de prensa, donde el dominio de los intereses privados fija el olvido a los intereses de los no propietarios.

ÉL: “Hay miedo a reflexionar, como hay miedo al castigo por la sinceridad. Pagamos entonces las consecuencias de un sistema lamentable, que aún hoy clasifica a sus integrantes en “confiables” y “no confiables”. ¿A cuántos de nuestros cubanos más brillantes y más revolucionarios, no les han puesto a esa clasificación de “no confiable”? De saber la lista casi habría que llevarla con orgullo. Creer que nuestros problemas son comunicacionales es engañarnos. Son políticos. O nos damos cuenta de eso, o fracasaremos. Decir Unidad no es fingir que la tenemos. Es unidad de acción, de criterio, de qué hacer y cómo hacerlo. La Revolución Cubana surgió de la unión y solo puede terminar por la ausencia de ella. Busquemos ya de una vez la unión política que necesitamos, luego puede ser demasiado tarde. Nuestro mayor obstáculo es que hay gente que no sabe ni qué ni a quién hay que unir. Hagámoslo con una única certeza: Nos unimos o seremos derrotados.”

YO: A estas alturas de los cambios que se efectúan en Cuba, hablar de miedo o castigo por emitir un criterio es infantilismo o escurrirse de la verdad a partir del mal uso de las palabras “reflexión” y “sinceridad”. Puede quedar en algunos algo de eso, pero generalizarlo es mentir. ¿Cuántos puestos de trabajo los cubanos temen perder? Muy pocos, por no decir ninguno, dadas las ínfimas remuneraciones que la mayoría de ellos ofrece y cuando el campo del trabajo privado se extiende de forma imparable. Lo que está pasando en Cuba alrededor de esas palabras es una exigencia en algunos trabajos para que el trabajador asalariado del Estado cumpla, como en cualquier país o en la misma empresa privada cubana, su “contrato de trabajo”, algo que antes apenas se nombraba y ahora recupera toda su estatura. Confundir esta actualidad laboral con actitudes humanas que siempre han existido y existirán es, como menos, darle pie a la mayor confusión donde quieren vernos nuestros enemigos. Sabiendo que por internet circulan las más diversas opiniones sobre Cuba en favor o en contra y que casi todas fallecen en un mismo día, también sabemos que en todos los cubanos, con o sin internet, con actitudes revolucionarias o no, con conocimientos de los tantos temas o no, con heroicidad o no, permanecen vivamente muchas preocupaciones que, en gran parte, nosotros, los más activos en este diálogo virtual y que a veces llevamos al ámbito real en los tantos foros existentes en Cuba para el debate, tenemos el deber -sin creer que esta es una palabra abandonada o que nos han robado- de poner lo más claro que podamos el mejor pensamiento o la mejor acción que creamos imprescindibles para echar adelante a la Revolución y sin necesidad de mentir, de no ver la realidad, de temer a ser sincero, etc. etc., pero sí con el propósito de no confundir o enmarañar aún más el ya tortuoso camino que recorremos. Por esto me resulta penoso y hasta irritante leer que “pagamos las consecuencias de un sistema lamentable”. ¿Es verdad? Ni siquiera creo que él lo crea, pero si lo escribe, algo o toda su verdad está expresando. ¿Lamentable es nuestro sistema o lamentables son nuestros errores, esos que entre otras cosas están en que muchos cubanos ilustres, o no, fueran marginados de las luchas revolucionarias? Decir una cosa o la otra cambia mucho la percepción que tenemos sobre la reflexión y la sinceridad. A decir verdad, Cuba paga un enorme precio por ser Cuba y no porque nos elegimos confiables o no confiables. Estos confiables o no confiables son parte de nuestras anécdotas dramáticas o siempre tristes, no de la raíz que emana de Cuba. Pagamos todos realmente -marginados y no marginados- las consecuencias de haber hecho y mantenido una Revolución antiimperialista triunfante a 90 millas del imperio. Quizás han tenido que pasar muchos años para comprender la magnitud de esta realidad. Por muchas vueltas que queramos darle a esta moneda valorizada por Cuba, siempre saldrá una sola cara: Cuba va caminando hacia la normalidad de su existencia en el mundo y para ello habrá de usar todos los elementos que la protejan, en todo lo protegible que ha conquistado, como cualquier país del planeta, sin ningún temor a realizar aquello que el mundo hace y que los cubanos sepan hacer un poco mejor por el simple hecho de querer ser más amables. No son solamente rosas lo que nos espera, sino espinas mucho más que rosas. Si no sabemos coger las rosas sin pincharnos en demasía, nunca entenderemos la trascendencia de las rosas cubanas.

25-septiembre-2016

* Andrés Marí es escritor, profesor y actor cubano residente en Catalunya.

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