Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Hay conversaciones donde acostumbro mantenerme al margen por considerarlas entorpecedoras. Haciendo una salvedad comentaré sobre algo que viene sucediendo en el país, algo descabellado e inusual.


En Cuba donde periódicamente hay huracanes y lloviznas, se ha desatado lo que parece ser una tormenta en un vaso de agua, con el riesgo de que, como ha ocurrido otras veces, alguien jale el mantel, el líquido se derrame y algunos se ensucien.

Se trata de una serie de comentarios, en las redes y hasta en la prensa oficial, que a veces me dejan perplejo y otras me hacen sonreír. Son expresiones que provienen de personalidades de profundo pensamiento, hombres cultos y todos amantes de Cuba, conscientes que el proceso de cambios iniciado en 1959 debe continuar. Esa es la razón de mi perplejidad y también de mi sonreír incrédulo.

He leído escritos que, en ciertos momentos, no sabía si me deleitaba con un trabajo de Kafka. El tema central de algunos, es empeñarse en definir quién es contrarrevolucionario, neo contrarrevolucionario, revolucionario confundido,” neo revolucionario, revolucionarios que no saben lo que hacen” y por ese camino una larga cadena de aseveraciones.

En ese collage, me impresionó un texto firmado por Javier Gómez Sánchez, quien perfectamente podría escribir una Breve Introducción al arte de Etiquetar Vecinos y Amigos en diez volúmenes y quien posiblemente sea un tipo simpático con quien compartir veladas, o tal vez sea un seudónimo.

De repente, leyendo el trabajo, algo enjundioso y tan denso como una obra de filosofía alemana, tuve la impresión que, en Cuba, mi país, por cuya defensa he sufrido ataques, vejámenes y amenazas, casi nadie entiende lo que sucede. Parecería que las palabras y obras del poder cubano, anunciando cambios y cooperación para hacerlos, ajustes y entendimientos menos esquemáticos en el manejo de los métodos de análisis socio - políticos y económicos, son considerados por algunos meros mugidos de potrero. O sea, que el llamado de la dirección del estado cubano, al debate y la expresión sincera, son palabras huecas.

Perdón que mencione un nombre, pero es, entre todos los que he estado dispuesto a leer, el que mejor expresa la razón de este comentario. Nombrándolo no tengo que entrar en la reproducción de su trabajo. Que los interesados lo busquen.

Javier por decreto personal, casi descalifica hasta al mismo Presidente del Consejo de Estado de Cuba. Poco le faltó. No es el primer caso en que leo algo relacionado a esta faceta kafkiana que apenas enseña su nariz, y no llego a entender cuáles son los fundamentos para expresar ciertas ideas. Por supuesto, cuando no conocemos el camino por donde la armada transita, es difícil precisar hacia dónde se dirige.

Muchos hablan desde posiciones catequísticas, doctrinarias y otros (preferiría pensar que son unos pocos), procuramos navegar con la flexibilidad que obliga el viento, de forma que el velero social mantenga el mástil fuera del agua. Karl Marx, salvo en sus trabajos políticos, (cuando escribía desde la barricada y buscaba llegar a las mayorías desamparadas y semi analfabetas), dejó una obra de enorme flexibilidad, algo sorprendente para un tiempo donde los nuevos descubrimientos de las ciencias humanistas, hacían pensar que asían a Dios por las barbas.

En fin, no entiendo a dónde pretenden conducir esos comentarios, ni tampoco aquellos que se toman el trabajo de contestar. Por eso escribo sin tocar el tema de marras, porque, en mi opinión, lo importante es profundizar el debate y no ser parte de controversias que incluso, son más militantes que ideológicas. Tanto de un lado como del otro. Unos pretenden definir quién es revolucionario y los otros saltan para decir porqué lo son. La palabra de orden es “centrismo”, la cual no hay manera de definir en los tiempos actuales. Es un dime que te diré, digno para un teatro de risas de poca monta.

Creo que no se puede ser ecuménico y encerrado al mismo tiempo. Bajo el encapuchado no intencional (asumo que no es intencional) de gente cuya cuantía desconozco, propugnando la universalidad, mejores relaciones con el resto del mundo y la necesidad de incorporar nuevos conocimientos e intercambiar ideas, se manifiestan prácticas aislacionistas y por supuesto, sectarias. En este punto le doy la razón a Silvio Rodríguez quien, en referencia a este tema, trajo a colación aquel instante histórico en que los diversos grupos que encabezaron el comienzo de la Revolución, antes de conversar, optaron por acercar la brasa a su sardina y “llegó el Comandante y mandó a parar”. A pesar de eso, el pequeño resquicio que aquella situación bizantina originó, la usó Washington para infligirnos problemáticas que han perdurado hasta los días de hoy y todos fuimos víctimas, ensuciados en un lodazal que se detuvo antes de convertirse en ciénaga.

Han comenzado a surgir de repente dos bandos surrealistas, en un momento de nuestra historia donde debería continuar existiendo uno solo, lo cual no excluye el debate y la reflexión, sino todo lo contrario. Dedicarse a un tiroteo de guerrilla donde incluso la emboscada sería aceptable, volvería a tener resultados peligrosos y bienvenidos por el sempiterno enemigo.

Pienso que todos tenemos la virtud del error y nos equivocamos, pero considero que lo correcto, ante las realidades políticas de la región y el mundo, es debatir sin etiquetar, sino con ideas y propuestas. Mientras la discusión o debate parta del principio que el "otro está equivocado", estamos en una lucha libre en el fango, donde al final, los inútiles contendores tendrán que bañarse.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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