Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- La montaña rusa de la gobernación de Trump, parece haberse zafado de los pernos que la sujetan al rail. Lentamente su gabinete y promesas parecen disolverse. ¿Quién iba a pensar que Sean Spicer el Secretario de Prensa “defensor a ultranza del Presidente” renunciaría? Al unísono con la renuncia, un financiero de Wall Street, Anthony Scaramucci es nombrado director de comunicaciones y pocos días después despedido como bola por tronera. Entonces Sarah Huckabee, ocupa el lugar de Spicer; por el mismo tiempo. el general John Kelly es transferido del Departamento de Seguridad de la Patria, a Jefe de Personal de la Casa Blanca, un cargo considerado superior en el rango de gobierno;  su yerno, Jarred Kushner, quien desde el comienzo de esta pintoresca presidencia ha fungido como Secretario de Relaciones Exteriores oficioso, lo han mudado lentamente al cuarto frío, en la medida que los escándalos de la familia, por los contactos con los rusos, rondan como fantasmas de carne y hueso los pasillos de la Casa Blanca. Así, con ese estilo de contratar y despedir, que en una época inspiró al Presidente para diseñar un programa de televisión, han transcurrido los días en Washington, desde la juramentación de su cargo presidencial el 20 de enero del 2017.


Ahora Steven Bannon, el gran asesor del Presidente, el supuesto cerebro gris detrás del trono está en remojo.

A raíz de las manifestaciones racistas en Virginia, trascendió que, en privado, el personaje dijo que los racistas eran un “grupo de payasos”, contradiciendo la imagen que Trump pretende defender a todo costo, mostrando simpatía con los neo nazis y supremacistas blancos. Ya hemos visto cómo el Presidente, con ese estilo de decir y desdecirse que lo caracteriza, primero culpó “a todas las partes” de los sucesos de Virginia, luego, debido a la reacción contraria de ambos partidos y de instituciones civiles de importancia en el país, se refirió críticamente a esos grupos. Pasadas apenas unas horas volvió a decir que la violencia en Charlottesville “había sido culpa de todas las partes”.

La Casa Blanca se está vaciando de moradores a la misma velocidad con que fue ocupada, pero con menos bombos y platillos que cuando Trump ingresó al recinto, rodeado de blancos y magnates del negocio.

El American Manufacturing Council, un grupo de prominentes jefes ejecutivos creados para asesorar al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sobre las iniciativas de manufactura doméstica, acaba de desaparecer. Fue presidido por Andrew Liveris, CEO de Dow Chemical Company, quien renunció ante las veleidades y contradicciones del Presidente.

Otro de sus miembros, el CEO de Merk and Co., Ken Frazier, fue el segundo en renunciar por los mismos motivos. El 16 de agosto, subrepticiamente, Trump mandó a desmantelar la organización, la cual ya había anunciado que se desmantelaría ella misma. Parecería que el Presidente actuó como ese chiste de dos señoras discutiendo en una barriada, una insulta a la otra diciéndole ser de baja ralea y sugiriendo que sus actos son licenciosos. La hija de esta última, quien presencia la discusión, le grita de repente a la madre:  mami dile prostituta antes que te lo diga”.

Trump, adelantándose a que los renunciantes renunciaran, desmanteló el grandilocuente grupo empresarial que iba a ofrecer las soluciones mágicas para “hacer América Grande” de nuevo.

Con motivo de estas inestabilidades, que parecen preconizar una debacle, los expertos de la Bolsa de Valores, deben estar en ascuas. Los buitres son expertos en prever cuando el animal que les proporcionará el próximo manjar dejará de respirar. Todos ellos apostaron por el Presidente que haría “América Grande de nuevo”, confiando que los haría más millonarios, ganando más y empobreciendo a más gente. Ellos saben que, al ritmo de estos acontecimientos, es difícil que su promesa de rebajar los impuestos pueda cumplirse. No sólo porque el Presidente ha sido incapaz de convencer al Congreso para que apruebe sus otros ofrecimientos de campaña, sino porque están viendo, cómo la gente salta por la ventana de la Blanca Mansión que Trumpo soñó con pintar un día de dorado

¡El cuarto agarró candela! A correr por los pasillos y saltar desde el techo, que la Bolsa de Valores se desinfla y antes que eso suceda, habrá que ver qué provecho se le puede sacar y qué cuentos inventan los vendedores de la Gran Ruleta, a la clientela de jugadores y amantes del dinero fácil, para mantenerlos tranquilos, antes que cunda el pánico. Si las leyes reduciendo los impuestos de los ricos no se materializan, los sueños de los corredores de la Bolsa se van por el caño del desagüe.

Ese es el próximo gran estreno que tendrá lugar en estas revueltas aguas sucias, donde al parecer, nadie resultará ganador, porque el “cuarto de Tula agarró candela” y la bomba de apagar incendios, ¡no funciona!

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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