Alberto Buitre - Oficio Rojo - Borges consideraba que los gobiernos eran un mal necesario, en tanto los seres humanos no somos –o mientras no seamos–, capaces de actuar éticamente. Se consideraba a sí mismo un anarquista conservador, por lo que sin ambages decía no creer en la política; creía, más bien, en la ética. Siguiendo este sencillo consejo ¿es posible que la utopía de una sociedad justa, pacífica y feliz puede alcanzarse no por vía de la lucha de clases, sino mediante la simple implementación de una conducta ética en casa cosa que realicemos?


Para esto tendríamos primero que delimitar las normas que dictan una conducta ética, y ahí sí que vendrían un montón de debates. Considero una pérdida de tiempo intentar conciliar la moral de los ultraconservadores católicos con mis admiradas combatientes feministas. No creo que exista reconciliación posible entre los capitalistas contumaces y los camaradas comunistas, dispuestos a entregar la vida por la revolución. Porque estoy convencido que la preponderancia de una ideología no se determina por si tal o cual es verdadera o no, injusta o no, sino por simples y a la vez complejas relaciones de poder. Es decir que quien ejerce el poder público es capaz de imponer su percepción de la naturaleza. De tal manera, la privatización de los energéticos en México fue impuesta porque los hilos del poder tejieron la reforma, aunque la población no estuviera de acuerdo. O aquí no se despenaliza por completo el aborto porque, ignorando el Estado laico, al gobierno le hacen cosquillas las opiniones de la Iglesia. No hay nada democrático en el ejercicio del poder. En este sistema, no ganan las mayorías, sino una minoría poderosa.

De tal manera, la forma de gobernar está condicionada a la calidad ética de quien gobierna. Como un buen ejemplo, está el impulso que recién dio la presidenta Michele Bachelet a la despenalización del aborto, en un Chile subsumido en un conservadurismo atroz. Pero la presidenta se rifó y sacó adelante la interrupción legal del embarazo por tres causales. O como un mal ejemplo, la necedad de Peña Nieto de impulsar como Fiscal General al titular de la PGR, Raúl Cervantes, a quien le descubrieron la posesión de un Ferrari emplacado en un domicilio fantasma.

Luego entonces el nivel de corrupción es proporcional al nivel de ética. Un gobierno corrupto (y una persona corrupta en particular) es aquel que viola las normas que suponen un buen comportamiento en comunidad.

¿Basta entonces con que un gobierno sea ético para que sea bueno? ¿Podemos descartar entonces las contradicciones económicas? ¿Nada tiene qué ver el sistema político, vale lo mismo una monarquía que una república, en tanto actúen éticamente?

Consideremos el consecuencialismo ético, es decir, aquella tesis filosófica que nos dice que algo es bueno, o malo, según las consecuencias que conlleve. Para que algo tenga buenas consecuencias, deberá ser bueno en sí mismo. La paz es buena en sí misma, creo yo; por tanto, un gobierno pacífico será un gobierno bueno. O la justicia. O la igualdad. No obstante, depende de lo que se considere por justicia o por igualdad, o sea, lo que se crea como bueno, o malo en sí. Sócrates bebió la cicuta porque prefirió seguir su forma de pensar, antes de renunciar a ello con tal de salvar la vida. Actuó como consideró se debe actuar. Quizá alguno de los alumnos haría algo distinto ¿Por qué no pedir perdón cínicamente para seguir viviendo, total, podía seguir enseñando y haciendo el bien? Pero, para Sócrates, eso mismo sería inmoral. Mejor morirse con la suya.

¿Qué hacer entonces, maldita sea? Actúa de tal manera, cómo si la máxima de tu acción pudiera convertirse en ley universal, enseñó Kant. Esa es una buena forma de remediarlo. ¿Qué pasaría si actuáramos como si fuera bueno imponer a un amigo en un cargo aunque se sepa que no esté capacitado? ¿Qué pasaría si actuáramos como si fuera válido dejar de invertir en salud o quitarle el 20 por ciento a la educación, porque me muero de ganas de un avión de ocho millones de dólares? ¿O si se valiera sobornar al de tránsito para que no me ponga la multa?

¿Cómo? ¿Es que sí actuamos así? La verdadera pregunta es ¿por qué creemos que actuar así es válido? ¿Porque lo hacen los demás? Hay que ser pusilánimes. Aunque ciertamente si el presidente es deshonesto, ¿por qué no lo sería el diputado, el gobernador, el alcalde? La corrupción es también un asunto de poder. En México tenemos problema ético gigantesco; no es casualidad que por todos lados se abran socavones.

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