Por Iroel Sánchez Espinosa - Blog "La pupila insomne".- Tercera parte de la entrevista que los investigadores sociales Fernando Luis Rojas y Carolina García Salas me han realizado para la serie “¿Qué socialismo?” publicada en el sitio web de la revista Temas. Esta concentra los asuntos más relacionadoscon el sistema político y la continuidad de la Revolución.


FLR: Justamente, sobre el tema de la Constitución, esta nueva propuesta implica transformaciones en la manera de estructurar el sistema político ¿Cree que se necesitan otras? ¿Cómo debería funcionar un sistema político renovado?

IS: Yo estoy muy satisfecho con la versión definitiva de la Constitución. Creo que es un sistema político que se ha ido adaptando a las condiciones de la realidad económica y social del país y del mundo, y que ha ido tratando de asimilar la diversidad.

En el caso del Partido, por ejemplo, el propio Raúl dijo que teníamos que aspirar a un Partido cada vez más democrático, que represente los intereses del pueblo, porque el Partido es la garantía del poder político de los trabajadores, de los humildes, no es un Partido de élites como es la práctica política generalizada en el mundo, eso no se puede olvidar, porque nosotros no tenemos otro partido, y en ese sentido se han ido haciendo cambios, a lo interno del Partido y también de las instituciones y organizaciones, en función de ampliar los derechos, de la juridicidad del estado en defensa de los derechos, creo que en eso hemos avanzado. Puede haber gente inconforme, pero la misma calidad y amplitud del debate en torno a la Constitución, que fue un debate político, fue una acción de contenido político, con la libertad y claridad con que la gente habló, son evidencias. Y este proceso lo dirigió el Partido, fue el Partido quien convocó a participar en este proceso que es político, a criticar, a decir todo lo que se pensaba que debía ser cambiado. Eso le da autoridad, lo legitima. El Partido, además, tiene un papel ético-político que ejercer, no es un Partido electoral, trabaja para la unidad, para el patriotismo, desde la la ejemplaridad de quienes lo integran, que no reciben privilegios sino exigencias por ser sus miembros.

FLR: En el caso de las organizaciones políticas, estamos hablando del Partido y de la UJC, que proponen un horizonte e ideología comunista, pero al mismo tiempo tienen que representar y velar por los intereses, de los jóvenes, por un lado, de los cubanos todos en el otro, porque se trata del “Partido de la Nación”, ¿crees que podrían existir contradicciones en ese encargo? ¿Crees que deben y pueden estas organizaciones representar los intereses de todos los grupos sociales?

IS: El ideal comunista no es un credo fuera de la historia, ajeno a la vida real y a los intereses de la nación, el pueblo y los individuos concretos; al contrario, expresa la lucha por alcanzar lo mejor del ser humano, como nos enseñó el Che. Por eso creo que hay una contradicción, pero que no es antagónica y, en todo caso, privilegia y resulta a favor del desarrollo de la libre individualidad con valores solidarios.

Puede haber contradicciones, pero no antagónicas. Yo ingresé al Partido estando en Angola hace treinta años y desde entonces nunca he visto que se pregunte cómo vamos a convencer a la gente del comunismo. No es una secta, no es eso de lo que se ocupa el Partido. Yo creo que es un problema ético. A los que estamos allí se nos exige por el pueblo y por el propio Partido ser ejemplo, en la actividad que se hace cada lugar, en el trabajo, en el estudio. Se trata de ver cómo sumamos a la gente en favor del colectivo, de la sociedad.

Yo tendría esa preocupación si se tratara de una organización sectaria. Si estuviéramos nosotros aquí viendo cómo aislamos o luchamos contra los que no son miembros del Partido. De eso no es de lo que se ocupa el Partido, por lo menos no en el que yo milito y he visto actuar. Repito, es una cuestión de ética, de ejemplo, de sus militantes y de los que lo dirigen, de asumir las tareas más duras, de ser el primero en las tareas que demandan sacrificio. Es ese el papel, el de vanguardia ética.

CGS: ¿Cómo es el diálogo con aquellas personas o grupos que no aprueban el liderazgo del Partido, su rol en la sociedad, o cuyos proyectos de país están absolutamente divorciados de la construcción del socialismo?

IS: Ahí están todos los espacios que tiene también la sociedad. El diálogo debe transcurrir a partir del respeto a los principios proclamados en la Constitución, que proclama el carácter irreversible del socialismo, del respeto a la institucionalidad que se ha dado nuestro pueblo, y a su idiosincrasia. En ese marco se encierra la capacidad de canalizar una incontable y diversa pluralidad de intereses, expectativas, aspiraciones e iniciativas legítimas, a evidenciarlas, organizarlas y satisfacerlas con provecho público y privado. Un intercambio franco, respetuoso y constructivo, a favor del desarrollo económico y social del país, sin mudar su naturaleza socio-política y cultural.

CGS: ¿Y cómo se da la representación de sus intereses?

IS: Bueno, expresan sus intereses como cualquier otro ciudadano, según las reglas democráticas de nuestro país y sus leyes, es decir, dentro de la institucionalidad y los espacios, formas y vías de participación. La Constitución garantiza y refrenda el ejercicio de los derechos cívico-políticos, económicos, sociales y culturales a toda la ciudadanía, sin discriminaciones ideológicas de ningún tipo. Hay gente que no es revolucionaria ni comunista y no tienen por qué irse de Cuba y participan en todos los espacios, participaron ahora en el debate de la Constitución, pueden participar en su circunscripción como ciudadanos, incluso si votan por ellos la mayoría ser electos como delegados. Nadie los veta por no ser militantes del Partido. El problema está en cuál es el otro proyecto político aquí. Porque hay uno que sabemos de dónde viene y que tiene recursos, unos visibles, otros no tanto., para respaldar sus intereses. Y son los intereses de las élites, y de los partidos de otro país, y tienen una representación por el gobierno y los medios de comunicación más poderosos del mundo.

Pero si no eres comunista o revolucionario, pienses como pienses, eso no quiere decir que te conviertas en un paria por ello, no. La Constitución y las leyes no distinguen calidades de la ciudadanía por concepto de ideología política, al contrario, establecen y reivindican derechos y deberes universales, iguales y vinculantes para todos.  Como cubano participas en los espacios públicos de la sociedad, porque tienes todos los derechos y deberes. Yo nunca he visto expulsar a alguien de una asamblea de circunscripción porque defienda el capitalismo para Cuba. No ocurrió tampoco en los debates de la Constitución, donde según los datos aportados al final del debate por el Secretario del Consejo de Estado hubo personas –una minoría- que se opusieron abiertamente al socialismo o al papel del Partido en la sociedad, ahí están esos números. No hay reporte de represalias hacia quienes plantearon eso.

Creo que hoy ese no es un problema en Cuba, o sea, el de la falta de legitimidad del Partido. Podemos tener criterios sobre sus problemas de funcionamiento en un lugar, los errores que pueda cometer un dirigente. Pero, después de todo el proceso en torno a la Constitución, la legitimidad del Partido sale fortalecida, muy fortalecida. En la medida en que sea capaz de hacer eso, de oír a todo el mundo, es el Partido de todo el mundo. No es un Partido sectario que nada más oye a sus miembros.

Por otro lado, ¿qué cosa es la política? La participación de los ciudadanos en los asuntos del gobierno. Ese es un derecho y un deber cívico-político universal para todo cubano y cubana, piense como piense, sea o no militante del Partido o la UJC. Yo creo que es eso por lo que lucha el Partido aquí y por lo que tenemos que luchar todos, los que somos militantes mucho más. Pero eso no implica ningún privilegio, al contrario, implica exigencias de carácter ético.

Las deformaciones, las barbaridades que puedan haberse cometido allá, en aquello que se derrumbó [Campo Socialista], lastran también el nombre del Partido Comunista, con estigmas, cartelitos estalinistas y todo lo demás que ha establecido la propaganda anticomunista. Aquí en determinado momento se han cometido errores, se han corrompido militantes, se han burocratizado ciertas funciones, pero nunca ha sido aquel nuestro Partido, ¿por qué Fidel creó algo como la Asamblea de Ejemplares? Eso te obliga a consultar con las masas y es el colectivo el que decide, no un partido sectario. Se trata de un Partido que hace consultas populares de sus documentos programáticos, que le comunica el resultado de la evaluación de los militantes a la gente, que constantemente, y debe hacerlo cada vez más, le está rindiendo cuentas al pueblo de lo que es. Ese es el Partido al que debemos aspirar.

FLR: A partir de los años noventa tomó fuerza el discurso en torno a la “pérdida de valores” como resultado de la crisis económica. En no pocos sectores se asocian estos procesos, casi con exclusividad, a los jóvenes. ¿Qué cree usted de las juventudes cubanas?

IS: Yo estoy convencido de que Cuba tiene la mejor juventud del mundo, la más preparada, la más crítica, la más solidaria. No tengo dudas de eso. Esa juventud tiene las expectativas de su tiempo, tiene los resultados de nuestros errores y las cosas que no hemos podido resolver, unas por problemas internos y otras por las circunstancias que nos han impuesto desde afuera Yo conozco jóvenes que son más radicales que yo, más anticapitalistas, más antimperialistas, que tienen criterios más radicales que yo sobre la propiedad privada. Eso no quiere decir que no haya jóvenes también corruptos, enajenados, como hay personas de ese tipo en todas las edades.

¿Recuerdan la reacción de los jóvenes cuando murió Fidel? Eran esos mismos que nacieron y crecieron en los noventa. Los valores están ahí, todo depende de las condiciones que nosotros creemos en la sociedad para que germine una cosa o la otra. Cuando afloraron un grupo de problemas resultado de los años más duros del Período Especial y se crearon programas específicos para atenderlos, ¿a quién acudió Fidel?, a los jóvenes. Muchos de esos jóvenes estaban desvinculados del estudio y del trabajo, y se integraron para participar en la solución de problemas sociales.

Para continuar haciendo eso hay que promover una juventud activa, participante, y tener todas las herramientas. No sé si siempre las tenemos, si hemos perdido algunas o no hemos encontrado nuevas. Ya no son los años noventa, y habría que preguntarse si por ejemplo estamos produciendo simbólicamente referentes para la juventud. Por ejemplo, ¿cuál fue el último héroe del audiovisual cubano que nuestros adolescentes tuvieron? No se puede perder la capacidad de producir símbolos, influir en los imaginarios.

La Unión Internacional de Telecomunicaciones todos los años saca un ranking que tiene tres parámetros: uso, acceso y habilidades. En el año 2010 Cuba tenía en el acceso y en el uso el lugar ciento cincuenta y tanto, y en las habilidades, el cuarto. Esa es una potencialidad importante, que no ha podido ser suficientemente aprovechada por nosotros pero a la que se han destinado cuantiosos recursos por nuestros enemigos. Estamos construyendo una política de informatización para resolver eso, pero implica muchos desafíos. Nosotros tenemos que solucionar esa contradicción, tenemos una de las juventudes mejor formadas del mundo y no contamos con una economía capaz de responder a esa preparación, por supuesto que eso tiene causas internas y externas a las que hay encontrar respuestas.

CGS: La sociedad también le suele encargar a los jóvenes el cambio, en la historia de nuestro país las juventudes han sido protagonistas de los más importantes. No obstante, a veces puede ser ambigua la manera en que desde lo simbólico legitimamos la transformación y la propia renovación del sistema político. Posicionamos la continuidad, “Somos Continuidad” es el slogan político. Pero qué pasa con las rupturas, muchas de las actuales enriquecen el proyecto de país.

IS: Es que hay una guerra por la discontinuidad, por la ruptura con el proyecto de la Revolución, ante esa guerra es lógico que tú trates de responder reafirmando la continuidad porque no hay continuidad más innovadora que la verdaderamente revolucionaria.

CGS: Pero en todo proceso hay continuidades y rupturas ¿No crees que si se invisibilizan pueden llegar a estigmatizarse cuando también son indispensables e incluso legitiman la transformación?

IS: Ver a un Consejo de Ministros en Twitter, por ejemplo, es una ruptura. Pero no creo que escuchemos nunca a alguien decir: “estamos haciendo una ruptura” o “somos ruptura”, porque hay una guerra simbólica en la que la comunicación tiene un peso enorme. Yo creo que se están aplicando métodos acordes a otro tiempo, a otra generación, pero persiguen los mismos objetivos. Sí, hay rupturas, pero son rupturas en función de la continuidad del proyecto revolucionario.

Además, toda unidad es unidad en oposición a… No hay nada más sagrado para nosotros que la unidad. Cuando desde otros lugares se ha hecho tanto por la ruptura, no podemos crear un discurso que sea funcional a ese objetivo. En un lenguaje tal vez más matizado, diría yo, es un proceso de rupturas y continuidades donde predomina la continuidad, porque es sobre la base de los principios, donde está el meollo de la continuidad revolucionaria.

En el pasado Taller de Informatización, Díaz-Canel se refirió a algo relacionado con la idea de una modernidad socialista, dijo algo así como: “Yo le digo a los ministros que todas las soluciones pasan por tres cosas: investigación científica, comunicación social e informatización”. Esos elementos son de ruptura, esa trilogía no formaba parte del discurso anterior. Lo que no quiere decir que no se trabajara en eso, porque este país le ha dedicado mucho a la investigación científica, pero esa idea sintética, así en tres elementos, no estaba, es algo novedoso. Hay una ruptura, ¿pero para qué?, para la continuidad del proyecto. Y si lo evalúas detenidamente, en todo eso está el pensamiento de Fidel, ¿quién es Fidel sino un extraordinario comunicador?, ¿quién hizo más que él por la investigación científica en este país?, ¿quién sembró las bases de la informatización? Entonces hay una ruptura relativa, porque realmente en lo esencial hay una incorporación de elementos que ya estaban de un modo nuevo porque nuevas son las circunstancias.

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