Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- A solo un día de entrar en vigor el Título III de la criminal Ley Helms-Burton, el pasado 3 de mayo 2019, la compañía petrolera ExxonMobil, presentó ante el Tribunal del Distrito de Columbia, una reclamación por la nacionalización de una refinería de petróleo en La Habana, Cuba, el 1ro de julio de 1960, además de varias gasolineras y otros activos que poseían en la Isla.


El monto de su reclamación asciende a 280 millones USD, como pago por sus activos, acusando al gobierno cubano de “traficar” con ellos, los cuales pertenecen hoy a la empresa estatal de Cuba, CUPET y al holding de empresas de la Corporación CIMEX.

La controvertida Ley Helms-Burton, aprobada en 1996 por el entonces presidente Bill Clinton, persigue el único fin de ahogar la economía cubana, con la frustrada esperanza de derrocar el socialismo, para lo cual reclutaron al presidente español José María Aznar, a fin de que paralelamente propusiera a la Unión Europea la llamada Posición Común, y así completar el aislamiento de la Revolución socialista, que en aquellos años resistía estoicamente el desmoronamiento del campo socialista del este europeo.

Ni una ni otra han alcanzado los sueños yanquis, convertidos en pesadilla ante la unidad de los cubanos para mantener a todo costo su independencia y soberanía, algo que Estados Unidos no acepta.

MartianosLa citada demanda de la petrolera yanqui no menciona que Estados Unidos se negó a negociar la compensación monetaria propuesta por el gobierno cubano, en la década de los años 60 del pasado siglo XX, como sí aceptaron otros países. Washington pensaba que la Revolución no resistiría las acciones de guerra económica que ya empezaban a aplicar contra Cuba.

Tampoco se recogen el texto de dicha reclamación, las razones por las cuales Cuba inició el proceso de nacionalización, al negarse el 7 de junio de 1960, la Exxon y Texaco, más la británica Shell, a refinar el primer cargamento de petróleo que la URSS le vendió a Cuba a precios preferenciales, a pesar de la solicitud anticipada que hicieron las autoridades de la Isla, el 24 de mayo del mismo año 60.

Está plasmado en documentos históricos que Estados Unidos para esa fecha ya preparaba una invasión a Cuba, mediante una brigada de mercenarios reclutados, entrenados y financiados por la CIA.

En el documento presentado por los abogados de la ExxonMobil, no consta ninguna exigencia al gobierno de Estados Unidos por los daños causados a la instalación, por el sabotaje terrorista perpetrado contra la refinería habanera, la noche del 25 de abril de 1963.

Aquella acción pretendía destruirla para afectar la economía cubana, y fue ejecutado por un avión bimotor procedente de Estados Unidos, que voló a baja altura sobre la refinería situada en el fondo de la bahía habanera. Una vez sobre la misma lanzó una bomba de cien libras y varios contenedores con napalm que provocaron un incendio. De inmediato la aeronave tomó rumbo norte.

Posteriormente, agencias cablegráficas yanquis difundieron la información de que el ciudadano estadounidense nombrado Alexander Rorke, había declarado ante periodistas en la ciudad de Washington, que él, junto a otro ciudadano norteamericano que no identificó, se encontraban en el avión que había bombardeado la refinería, con el propósito de hacerla estallar.

Gracias a la rápida actuación de los obreros y técnicos cubanos se pudo sofocar el incendio, el que hubiera reducido a chatarra a la refinería, esa que ahora reclaman sus anteriores propietarios norteamericanos.

Si como se prevé, la compañía petrolera Texaco, sigue los pasos de la Exxon, deberá agregarle a su reclamación judicial por la nacionalización el 29 de junio de 1960, de la refinería  tenían en la bahía de Santiago de Cuba, los daños causados por la CIA contra la misma, cuando fue atacada el 12 de marzo de 1961 por una lancha rápida artillada con grueso calibre, procedente del buque-madre de la CIA, nombrado Bárbara J., con el objetivo de destruirla e interrumpir su proceso productivo, vital para la región oriental cubana.

Ese acto terrorista provocó un incendio en la torre de la planta de destilación y otros daños en la instalación, unidos al sabotaje contra la torre del tendido eléctrico que suministraba energía a dicha industria.

Una vez más la inmediata respuesta de los trabajadores cubanos evitó la destrucción total de la refinería, pero en el criminal acto ejecutado por la CIA, perdió la vida el miembro de la Marina de Guerra René Rodríguez Hernández, de 27 años y fue herido de gravedad el joven de 19 años de edad, Roberto Ramón Castro, custodio de la instalación.

Si los abogados de la Texaco desean más detalles para formular su reclamación, pueden leer el informe ya desclasificado, escrito por el inspector general de la CIA, Liman Kirk Patrick, en octubre de 1961, donde reconoce la participación de su Agencia en el hecho, prueba contundente de las acciones de terrorismo de Estado ejecutadas por la potencia yanqui contra el pueblo cubano, por lo cual tendrán que indemnizar a Cuba.

Por eso, los yanquis deberían recordar a José Martí cuando afirmó:

Hay que estar seguros de sí, para poder echar en cara a los demás”.

*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.

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