Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Desde hace 60 años, Estados Unidos emplea diferentes pretextos para sancionar a Cuba por haber hecho una Revolución socialista a solo 90 millas de sus costas.


De ser una neo colonia yanqui, invadida en tres ocasiones desde 1898 y con su economía sometida a los grandes capitales, en 1959 Cuba pasó a ser un país libre, soberano e independiente de las órdenes de la Casa Blanca, algo que jamás le perdonarán los imperialistas.

En un inicio, el pretexto que impedían las relaciones fueron las relaciones con la URSS y China; después el apoyo a los movimientos de liberación en América Latina, y le siguió la presencia militar cubana en África para ayudar a Angola, invadida por Sudáfrica para evitar su independencia del colonialismo portugués.

Eliminados esos argumentos, inventaron las violaciones a los derechos humanos, la libertad religiosa y cuantas ideas se les ocurrieron, con tal de continuar su enfrentamiento contra la Revolución, pues el único y verdadero motivo es lo que se afirma en el primer Programa de Acciones Encubiertas de la CIA, aprobado por el presidente Dwight Eisenhower, el 17 de marzo de 1960:

El propósito del programa es provocar la sustitución del régimen de Castro, por uno que sea más aceptable para Estados Unidos”.

Esto pudiera considerarse como la piedra filosofal de la política yanqui contra Cuba, de ahí que mientras exista un sistema socialista en la Isla, jamás habrá un entendimiento normal entre los dos países.

MartianosTodas sus acciones siempre tendrán el interés de cambiar el sistema, algo que señaló perfectamente Barack Obama, al iniciar las relaciones diplomáticas:

Décadas de aislamiento de Cuba no han conseguido nuestro perdurable objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable, próspera y democrática. La administración continuará implementando programas de EE.UU. enfocados en promover el cambio positivo en Cuba”.

Al no obtener los resultados añorados con la política de la zanahoria dulce, Donald Trump decidió retomar la política del garrote, pero con más fuerza, soñando derrocar lo que 12 administraciones anteriores no pudieron.

El retroceso en el acercamiento almibarado de Obama no se hizo esperar, dando curso a su política, tal y como anunciara el 16 de junio de 2017, ante la mafia terrorista asesina de Miami.

Ahora el nuevo pretexto es la ayuda al gobierno venezolano de Nicolás Maduro, acusando a La Habana de ser la responsable de la resistencia de ese pueblo, ante las acciones de guerra económica, comercial y financiera.

Ridícula acusación, porque Cuba solo ofrece salud, educación, cultura, deportes y asesoramiento en la agricultura, algo que los yanquis saben que el pueblo de Venezuela le agradece a su Revolución bolivariana, porque nunca antes los gobiernos de turno se preocuparon por los desposeídos.

Los yanquis pretenden crear un caos interno en Venezuela para que la gente se lance a las calles y derroten a Maduro, vieja táctica que ejecutan contra Cuba desde hace más de medio siglo, sin resultados.

La realidad que no deja dormir a sus ideólogos es el pánico de que Venezuela se convierta en otra Cuba, por eso aseguran que ahora es el momento de resolverlo, “antes de que sus consecuencias afecten a la región entera”.

Con la trasnochada ilusión de que el pueblo cubano y sector de los trabajadores no estatales, pudieran salir a protestar contra el gobierno ante la baja en sus ingresos personales y la escasez de alimentos por falta de liquidez financiera, Trump, mal asesorado por John Bolton y el senador Marco Rubio, prohibió los viajes de los norteamericanos a Cuba, incluido los cruceros, bajo el argumento que “no desea que sus dólares sostengan al socialismo”, y por el falso subterfugio de que Cuba sostiene al régimen de Maduro.

Pero, ¿quién sanciona a Estados Unidos por mantener al régimen de Israel, ese que viola todas las resoluciones aprobadas por la Asamblea General de la ONU, ocupa ilegalmente parte de los territorios palestinos dividiéndolo en dos partes, asesina diariamente a niños inocentes, mujeres, ancianos y a toda la población civil, impide la entrada de ayuda humanitaria y cierra los pasos fronterizos con Egipto para incrementar sus necesidades básicas de alimentos, medicina y vestuario?

¿Querrán que el mundo se olvide de sus bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, la guerra contra Viet Nam con sus cientos de miles de muertos y mutilados, la de Afganistán, Irak, Libia, Yemen y Siria, siempre bajo argumentos falsos?

Mucha ausencia de moral tiene Estados Unidos para inventar justificaciones por su guerra económica, comercial y financiera contra Cuba y Venezuela, mientras respalda, a capa y espada, al genocida Estado de Israel, silenciando sus crímenes en la gran prensa norteamericana, enviándole millones de dólares anuales para mantener prospera su economía, sumado a la venta de armamentos sofisticados, con el fin de que le sirvan de gendarmes en la región.

Estados Unidos tiene que ser sancionado por sus crímenes y su responsabilidad en los golpes de Estado en Chile, Brasil, Guatemala, Paraguay, Uruguay, Argentina, a lo que hay que sumarle las acciones de la CIA, como la execrable Operación Cóndor, causante de miles de asesinatos, desapariciones, torturas y robo de niños.

La Unión Europea, Canadá, Latinoamérica completa, África, el Medio Oriente y el sudeste asiático, deberían unirse para declararle una guerra comercial a Estados Unidos, como sanción por tantos horrores cometidos, y demostrarle que el mundo puede vivir si ellos. Pero la realidad es triste porque los yanquis han dedicado muchos esfuerzos en dividir, crear alianzas a su favor y comprar conciencias para evitar ser condenados.

Por esa razón, cuando existen gobiernos con dignidad que no se dejan comprar ni amedrentar, Estados Unidos descarga toda su rabia contra ellos para evitar que sean imitados por otros, y que el mundo tome conciencia de que contra ellos no es posible actuar.

No se equivocó José Martí cuando aseveró:

Los bribones tienen un modo muy fácil de desembarazarse de los tribunos de la justicia pública”.

*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.

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