Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Hace unos días, ante un cuestionamiento al pulso de nuestro Sistema Político, me resultó necesario diferenciar entre exponer un criterio y argumentar una tesis, y acoté: sin despreciar que me considero lejos de ser un apologético del proceso emancipador iniciado por el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana: ahí están como muestra “Cuba: Hacer más contra el Bloqueo interno” y “Cuba: necesitamos más de su Contraloría (2)”; por solo citar estos rótulos (1). Hoy, de cara a este título, encuentro oportuno declarar mi ausencia de vocación para desempeñarme como adulador. Con esta premisa, le doy rienda a mi sentipensamiento.
En la antesala de que el Compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez asumiera el liderazgo estatal, en Abril de 2018 firmé “Cuba, en la perspectiva de la ruptura-continuidad” con la inscripción que sigue: “El referente está en el PCC [Partido Comunista de Cuba]. La brújula, en Fidel: 'Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado'” (2). Pasado seis meses, una vez que mandé al carajo las habladurías sobre el ejercicio democrático que condujo a su elección como Presidente, signifiqué que con él nuestra Patria refleja el rumbo que se puso de manifiesto en las actividades desarrolladas en EEUU que reflejaron la coherencia en la dinámica de las políticas interna y externa de la Isla (3).
A punto de finalizar 2018, acredité que en los conceptos de trabajo que el Dignatario Díaz-Canel considera clave está una brújula corroborada en nuestra práctica revolucionaria conducida por el PCC que deviene advertencia del camino que hemos de seguir para coronar los sueños del pueblo cubano (4); y en los comienzos del año en curso ponderé su armonía plena y tangible con Raúl Castro, al paso que resumí: enhorabuena que marche muy bien el proceso de transferencia a las nuevas generaciones de las principales responsabilidades estatales (5).
Retrotraerme, resulta imprescindible para apuntalar en una perspectiva sistémica el razonamiento que comparto en esta oportunidad al detenerme apenas en dos verdaderos sucesos de los últimos días.
Por un lado, no vacilo en certificar que la manera de conducir la presentación/argumentos sobre las medidas económicas más recientes adoptadas en el archipiélago nacional constituye una suerte de inflexión en el quehacer gubernamental cubano. No es inadvertido que ello sucedió “a partir de las visitas a provincias, los estados de opinión de la población, planteamientos en congresos como el de la Central de Trabajadores de Cuba y atendiendo a los problemas que afronta nuestra economía, agravados por la política hostil del Gobierno de los Estados Unidos [aspectos todos que sirvieron para condicionar que] durante algunos meses un grupo de trabajo —donde también participaron académicos de las ciencias económicas— debatió sistemáticamente las decisiones que ahora aprueba el máximo órgano de Gobierno del país” (6).
Cuánta audacia así quedó revelada. Qué muestra tan fehaciente de que sí se puede, de que es posible/pertinente/decisivo disminuir paulatinamente segmentos de los obstáculos en torno a equis problema, sin esperar a que supuestamente estén creadas las condiciones que permitan la solución de la dificultad. Es digno meditar y volver a meditar alrededor de lo expuesto en las dos Mesa Redonda que abordaron el asunto (7, 8). La alegría popular es palpable, no solo por la indiscutible mejoría que representa el aumento salarial en el sector presupuestado sino también porque se ha convocado al pueblo a que incremente su supervisión de cómo en efecto se controla que no haya incremento injustificado de los precios —a la sazón de un enfoque totalizador.
Por otra parte, constituye una brújula asimismo las palabras expresadas por nuestro Presidente en la clausura del IX Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (9) en el marco de la necesidad de defender/enriquece nuestra Identidad Cultural (10).
Del discurso pronunciado el pasado 30 de Junio al cierre de la magna cita de la UNEAC, significo que resultan orientadoras las exactitudes que realizó el Compañero Díaz-Canel en torno a qué queremos quienes amamos la Revolución:
“Un país libre, independiente y soberano;/ Fiel a nuestra historia;/ Que garantice justicia social y justa distribución de la riqueza;/ Con respeto a la dignidad plena del ser humano, mujer y hombre;/ Con una sólida identidad cultural;/ Donde se preserve el acceso gratuito y universal a la educación;/ Que avance hacia un desarrollo económico equilibrado y sostenible;/ Próspero, inclusivo, participativo;/ Invulnerable militar, ideológica, social y económicamente;/ Con servicios de salud gratuitos y de la mayor calidad para todos;/ Solidario, generoso, humanista;/ Que repudie todas las formas de discriminación;/ Donde no prosperen nunca el crimen organizado, la trata de personas o el terrorismo;/ Defensor de los derechos humanos de todos, no de segmentos exclusivos o privilegiados;/ Libre de toda forma de violencia, esclavitud, explotación humana;/ Con un ejercicio ejemplar de la democracia del pueblo y no del poder antidemocrático del capital;/ Capaz de vivir en paz y desarrollarse en armonía con la naturaleza y cuidando las fuentes de las que depende la vida en el planeta”.
No obstante, alerto que no es un dato menor subrayar cómo fue acogida/asimilada esta intervención en el Congreso de marras. No se trata de que haya sido una auténtica Conferencia Magistral —ídem en el Congreso de Economistas (11). Es muchísimo más. Justamente por tratarse de un auditorio susceptible de recepcionar expectativas con reservas —me refiero a que no asimila en primera instancia sino que más bien piensa y vuelve a pensar de modo retador el discurso que se le presente—, es de admirar que una y otra vez se evidenció indiscutible júbilo al ponerse de pie y brindar prolongados aplausos. Me atrevo a decir, pues, que este suceso ya quedó escrito en la Historia de Cuba con letras en mayúsculas. ¡Qué lección para las presentes y futuras generaciones sobre cómo construir la irreversibilidad del Socialismo en Cuba!
Concluyo: si casi una década atrás identifiqué la emergencia de la Actualización del modelo económico cubano como el acontecimiento que servía de testimonio de que nuestra nación había remontado las peores calamidades derivadas del Período Especial y, por tanto, el momento era propicio para retomar el Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas interrumpido con la llegada del Período Especial a finales del siglo XX —sin ánimo de ser absoluto, aclaré entonces (12); en este minuto estoy plenamente convencido de que el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez aporta sus mejores energías a la revitalización de ese Proceso y, a la luz del Fidel de Siempre (13), patentiza que hacemos Revolución —hoy y mañana. ¡Amén!
Referencias:
1.- https://kaosenlared.net/cuba-el-pulso-de-su-sistema-politico-5/.
4.- https://kaosenlared.net/cuba-diaz-canel-advierte-el-camino/.
10.- http://banderaroja.blogspot.com/2009/10/amamantar-la-identidad-nacional-cubana.html?m=0.
