Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Cuando se escucha a un alto funcionario de cualquier país del mundo, esperamos encontrar a una persona culta, preparada para el cargo que ocupa y sobre todo que no mienta.


Pero ese no es el caso de la joven Carrie Filipetti, nueva Subsecretaria de Estado adjunta para Cuba y Venezuela, en la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, quien demostró una total ignorancia de los temas de la región latinoamericana, e incluso de la participación histórica de Estados Unidos en la región, durante una entrevista concedida a Radio y Tv Martí el pasado 16 de septiembre de 2019.

MartianosLas respuestas que ofreció pusieron en evidencia su falta de conocimientos, lo que pudiera estar basado en que es graduada de Estudios Religiosos, cursados en la Universidad de Virginia en 2011.

Su currículo carece de avales para ocupar una plaza tan importante dentro del Departamento de Estado y menos en momentos tan complejos como los que vive la zona.

Según ella, “el régimen cubano tiene que rendir cuentas por el comportamiento que está perpetuando en el Hemisferio y en el desmantelamiento de la democracia en Venezuela”.

Repitiendo el mismo lenguaje de los halcones, Carrie Filipetti, aseguró: “desde que se instauró la Revolución, hemos visto cómo vienen minando continuamente las libertades fundamentales del pueblo cubano, y ahora, además de socavar las libertades de los cubanos, están exportando su dictadura a Venezuela, lo cual afecta a toda la región”.

Si no fuese por el cargo que ocupa, sus declaraciones causarían risa, pues la historia expone las atrocidades y violaciones de la libertad y los derechos humanos que los Estados Unidos ejecutan en Latinoamérica y en el resto del mundo.

¿Sabrá la joven funcionaria como vivían los cubanos antes de 1959, cuando Cuba era una neocolonia yanqui, con la mafia italonorteamericana gobernando tras las mesas de juego, las drogas y la prostitución?

Si quiere trabajar adecuadamente debe leer un poco de historia en vez de temas religiosos, pues a partir de 1960 Estados Unidos engendró un poderoso y cruento accionar contra los países latinoamericanos, basado en Operaciones Encubiertas de la CIA.

En esa época, Estados Unidos impuso las dictaduras militares, diseñó y organizó golpes militares que ensangrentaron el hemisferio, llevando a cabo millares de detenciones extrajudiciales, torturas macabras, desapariciones de personas y el asesinato de todos los que resultaban contrarios a sus posiciones ideológicas.

Fueron miles los que se vieron obligados a emigrar para salvar la vida, porque los asesinatos y desapariciones eran cotidianos, bajo el asesoramiento de militares yanquis formados en la Escuela de las Américas, ubicada en la zona del Canal de Panamá.

La joven y mal preparada en historia, Carrie Filipetti, debería leerse algunos de los programas de la CIA contra Cuba, para que conociera realmente quien pretendió socavar la libertad de los cubanos y quién es el que tendrá que responder por sus crímenes, que no es precisamente el gobierno revolucionario, sino los propios gobernantes yanquis.

La política de terrorismo de Estado ejecutada por Estados Unidos contra el pueblo cubano, según sus propios planes subversivos hoy desclasificados, han causado desde 1959 hasta la actualidad, 3 mil 478 muertos e incapacitado de por vida a 2 mil 99 personas, entre ellos hay 120 niños muertos, a lo que debe sumársele los 158 cubanos, de ellos 101 niños, que murieron durante la epidemia del Dengue Hemorrágico, introducida por primera vez en Cuba por agentes pagados por la CIA.

Por supuesto que la ignorancia de ella no le permite analizar esos datos y menos después de pasarse casi cinco años en Israel, donde se aniquilan miles de palestinos, entre ellos niños, mujeres y ancianos, lo que seguramente justifica.

Si desea trabajar como Subsecretaria de Estado para este continente, antes de blasfemar a Cuba sin elementos probatorios, es importante que conozca que fue la Operación Cóndor, responsable de la tortura y asesinato de miles de jóvenes latinoamericanos, por las que hasta la fecha su gobierno no ha sido sancionado.

Igualmente, debe saber que en 1964 el ejército yanqui reprimió salvajemente las manifestaciones de estudiantes panameños que reclamaban la soberanía de la zona del Canal. Ese mismo año Washington propició golpes militares en Brasil y Guyana, con un elevado saldo de muertos y heridos.

No fue el gobierno socialista cubano quien ensangrentó a esos países, sino Estados Unidos.

En 1965 cerca de 42 mil militares yanquis, apoyados por la OEA y efectivos del ejército de Brasil, invadieron a la República Dominicana, dejando miles de civiles muertos.

Al año siguiente, en 1966, la CIA organizó el golpe militar en Argentina, derrocando al presidente constitucional Arturo Illia.

Su ineptitud no le permite tener presente que en 1967 el gobierno norteamericano propició el golpe militar que depuso al presidente constitucional de Uruguay, imponiendo a un general al frente de ese país, sembrado muerte y violación de los derechos humanos.

¿Le habrán enseñado en la universidad de Virginia, donde ella estudió religión, que asesinar es un pecado insalvable?

Pues si no se lo dijeron, debe saber que la CIA organizó cientos de planes para asesinar a Fidel Castro, reconocido en 1975 ante el Comité Selecto del Senado yanqui, bajo la investigación efectuada por la Comisión Church.

En 1973 la CIA, por órdenes de la Casa Blanca, ejecutó un sanguinario golpe de Estado en Chile, para derrocar al presidente Salvador Allende, apresando injustificadamente a ciento de miles de ciudadanos, asesinándolos brutalmente e incluso al cantautor Víctor Jara, antes de matarlo le cortaron las dos manos.

La lista es demasiado larga, sin contar las intervenciones militares en Vietnam, Laos, Cambodia, Irak, Afganistán, Libia y Siria, más el apoyo a la UNITA en Angola y la invasión a Sudán, donde la estela de sangre y destrucción resulta incontable.

Cuba se presenta ante el mundo como víctima, porque es una verdad rotunda e incuestionable, y además de las acciones terroristas sufridas, plasmadas en documentos hoy desclasificados, también padece las criminales guerras económica, comercial, financiera y biológica, desencadenadas por Washington para matar de hambre a todo un pueblo.

Para atenuar su incultura política la Sra. Filipetti, podría leerse algunos documentos archivados en su Departamento, como el memorando de su antecesor Lester Mallory, de abril 1960, para que aprenda como Estados Unidos viola y pisotea todos los derechos de los cubanos, y así evitar hablar tantas mentiras, que la dejan muy mal parada ante miles de millones de latinoamericanos que sufren, en carne propia, las atrocidades que ejecutan los gobernantes yanquis.

Evidentemente el traje de Subsecretaria de Estado le queda muy grande y su breve paso por la Misión de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas (USUN), cuando fue asesora principal de la embajadora de los Estados Unidos, Nikki R. Haley, no enriquecieron su bagaje en política internacional.

Quizás pudiera ser más efectiva en el Departamento de Bomberos Voluntarios de Silver Spring, donde se capacita para convertirse en bombero, pues evidentemente la historia ni política son su fuerte.

Genial fue José Martí cuando sentenció:

La ignorancia es la garantía de los extravíos políticos”.

*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.

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