Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Violadores de todos los derechos humanos, invasores de países donde desean implantar sus doctrinas y apoderarse de los principales recursos naturales, asesinos de dirigentes que no se arrodillan ante ellos, maestros en Operaciones Encubiertas para destituir gobiernos que no son de su agrado, excelentes creadores de campañas propagandísticas para hacerle creer al mundo que son los “campeones” de los Derechos Humanos, y carentes de escrúpulos para introducir virus patógenos contra personas, la flora y la fauna en países donde pretenden acabar con su economía, son realmente los Estados Unidos.


No es propaganda anti yanqui, es la historia contada en sus propios documentos que desfachatadamente publican, quizás con la solapada intensión de sembrar pánico entre los que se oponen a sus políticas imperiales.

Nada ha cambiado en doscientos años y una prueba fehaciente son los hechos cometidos por la actual administración que, sin escrúpulos ni ética, su Presidente presionó a un gobernante extranjero para manchar la imagen de un candidato a la presidencia de Estados Unidos, hecho denunciado, pero rechazado por Senadores del partido republicano, haciendo gala de lo que son capaces para lograr sus objetivos.

La historia real de las acciones ejecutadas contra la Revolución cubana desde 1959, demuestran hasta donde son capaces de llegar con tal de eliminar a quienes se le atraviesen en su camino; así consta en sus documentos disponibles para estudiosos de la historia.

En abril de 1959 el Ministro Consejero de su embajada en La Habana y el Jefe de la Estación local de la CIA, enviaron a Washington un plan de influencia política y reclutamiento de altos funcionarios del naciente gobierno cubano, en el cual proponen entre varias medidas:

“Los funcionarios de la embajada y los líderes de la comunidad de negocios americanos, deberán hacer un esfuerzo concertado para desarrollar amigos dentro de los ministerios y agencias del gobierno, tales como el programa agrario, la eliminación de la corrupción, la industrialización, etc.”

“Tratar de aislar a Castro de la influencia comunista alrededor suyo. Podría estimularse una campaña de prensa, la cual enfocaría las luces sobre los comunistas en posiciones de importancia”.

“Denunciar las actividades comunistas locales en la prensa de Cuba, la de Estados Unidos y en el mundo libre”.

“Fortalecer a los elementos anticomunistas existentes en sus esfuerzos contra el comunismo. Los blancos serán:

  • El gobierno, las Fuerzas Armadas, los sindicatos de trabajadores, la prensa y escritores individuales; la radio y la TV, los partidos políticos y los grupos de acción, la iglesia, y los estudiantes”.

“Ampliar grandemente el programa de becas a dirigentes para poder brindar a algunos de los nuevos líderes, un cuadro más preciso de Estados Unidos que el proyectado por los comunistas y los compañeros de ruta. Ayudar a los anticomunistas a obtener visas de Estados Unidos”.

“Funcionarios individuales de la embajada deberán tratar de colocar en las manos de los funcionarios claves de los ministerios, literatura y libros de la USIS (Servicio de Información) sobre el tema del comunismo”. “Extender los esfuerzos de la USIS en las provincias, mediante el establecimiento de un salón de lectura en Santa Clara y mejorar los salones de lectura en Santiago”.

El plan propuesto a solo 4 meses del triunfo revolucionario, fue amplio y abarcador para influir rápidamente sobre la población cubana, satanizar las medidas adoptadas que favorecían a los desposeídos y acusar de comunista a todo lo que oliera a nacionalismo e independencia política y económica de los Estados Unidos.

A fines de ese mismo año 1959, el Jefe de la División del Hemisferio Occidental de la CIA, J. C. King, le propuso al su Director General, Allen Dulles, un conjunto de objetivos y medidas entre ellas:

“El derrocamiento de Fidel Castro en el término de un año y su reemplazo por una Junta que sea del agrado de los Estados Unidos, la cual convocará a elecciones seis meses después de su llegada al poder”.

Ataques de una radio clandestina desde países del Caribe, por parte de un grupo liberal, trabajando estrechamente con nosotros y utilizando a cubanos para las transmisiones”. “Operaciones de interferencia contra la radio y la televisión de Castro, instrumentada desde dentro de la Isla”. “Alentar a grupos opositores a favor de Estados Unidos”.

Para cerrar sus propuestas el alto funcionario de la CIA apuntó:

“Debe dársele una cuidadosa atención a la eliminación de Fidel Castro…Muchas personas bien informadas consideran que la desaparición de Fidel, aceleraría grandemente la caída del gobierno actual”.

A solo once meses del triunfo, aun con relaciones diplomáticas y comerciales plenas, ya la CIA proponía asesinar al máximo líder de la Revolución, porque este asumía posiciones soberanas e independientes, muy diferentes a la de todos los presidentes desde 1902.

El 17 de marzo de 1960, el presidente Dwight Eisenhower le aprobó a la CIA un plan de Acciones Encubiertas, que contempla la creación de la llamada “oposición” a Castro y la preparación de condiciones para la invasión mercenaria, dejándosela conformada a su sucesor J.F. Kennedy, quien tendrá que asumir la responsabilidad de la derrota el 19 de abril 1961.

Una semana antes del desembarco de las fuerzas mercenarias entrenadas por la CIA, con asesores del ejército yanqui, Arthur Schlesinger Jr., Asistente Especial del presidente Kennedy, envió a este un amplio informe con medidas políticas, diplomáticas y económicas con el fin de enfrentar y contrarrestar, en lo posible, la repercusión que internacionalmente tendría esa invasión para Estados Unidos.

En ese memorando se pone de manifiesto la verdadera cara de Estados Unidos y como manipulan a la opinión pública, interna y externa, para no manchar su imagen.

Schlesinger sugiere algunas medidas para distraer la atención hacia otros países y contrapesar las noticias, entre ellas:

¿No podría hacerse algo contra la República Dominicana? ¿No podríamos afirmar, de alguna forma notable, nuestro apoyo a algún gobierno progresista de Latinoamérica como Venezuela? ¿No podríamos hacer algo en África o en Asia que contrarreste la afirmación soviética de que somos imperialistas irreconciliables? ¿No podríamos presentar algo ante la ONU en los próximos días, que nos permita asumir una posición antimperialista pujante?

En cuanto al apoyo a una “Cuba libre”, aseveró:

“Si la invasión triunfa, Estados Unidos asumirá la responsabilidad total de la Cuba posterior a Castro. El mundo pondrá sus ojos en Cuba como nunca…Si el régimen posterior comienza por prestar atención a los dueños de las propiedades confiscadas y a los inversionistas extranjeros, si echa a la gente corriente de las playas y de los hoteles, si trata de dar marcha atrás en lo tocante a las condiciones sociales y económicas, éstos serían elementos que fundamentarían la afirmación soviética, de que lo que perseguían los estadounidenses era poner a Cuba una vez más en manos del capitalismo estadounidense”.

[…] Debemos ponernos a pensar ya, en un hombre lo suficiente astuto, agresivo e influyente, que viaje a La Habana como embajador de los Estados Unidos y garantice que el nuevo régimen emprenda una vía socialmente progresista”. […] Otro grupo de economistas debe elaborar un plan perspectivo de desarrollo para Cuba, que sirva de guía al gobierno posterior a Castro”.

Es la vieja forma de actuar para encubrir su participación y los objetivos de sus intervenciones en otros países. Cuba volvería a sus brazos, tal y como ellos afirman, por eso no admitirán jamás un gobierno libre e independiente no aceptable para ellos, gobierne un demócrata o un republicano.

No por gusto alertó José Martí:

“Impedir a tiempo con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.

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