Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Se iniciaba el año 1996 y la mafia terrorista anticubana radicada en Estados Unidos, veía con odio como el gobierno del presidente William Bill Clinton daba señales de un posible mejoramiento de las maltrechas relaciones con su vecino cubano, al desarrollar su política de Pueblo a Pueblo, permitiendo un tibio acercamiento con delegaciones de estudiantes estadounidenses a Cuba y de otros sectores de esa sociedad.


Varios senadores y representantes llegaban a la Habana y eran recibidos por el propio Fidel Castro, algo que la mafia observaba con disgusto y por tanto tenían que diseñar alguna provocación que impidiera esa peligrosa aproximación, según la consideraban ellos.

Ante ese escenario la representante Ileana Ros-Lehtinen intervino como facilitadora de la compra de varias avionetas, por parte de la organización contrarrevolucionaria Hermanos Al Rescate, con el fin de que esta iniciara varios vuelos ilegales a Cuba.

Tales vuelos eran para violar de forma reiterada el espacio aéreo cubano y lanzar a baja altura, propaganda en contra del gobierno cubano donde llamaban a la sublevación, acción riesgosa por hacerlo encima del populoso barrio del Vedado, en el cual se ubican los principales hoteles, ministerios, la universidad de la Habana, cinco hospitales, y los edificios de mayor altura del país.

Cuba denunció públicamente esas provocaciones e incluso envió mensajes al propio presidente Clinton, a través de una delegación de militares retirados que visitó la Isla.

Ninguna de esas denuncias fue escuchada, a pesar de la alerta de que no se permitirían otras provocaciones similares.

El gobierno cubano tenía muchos antecedentes de violaciones del espacio aéreo, cuando el 11 de octubre de 1959, a solo 10 meses del triunfo revolucionario, aviones procedentes de los Estados Unidos incursionaron en tres ocasiones sobre zonas de las provincias de Pinar del Río y Camagüey, donde bombardearon centrales azucareros.

El 21 del mismo mes y año, otro avión voló sobre la capital cubana y lanzó bombas, que dejaron un saldo de dos muertos y 45 heridos. El piloto de dicho avión era el desertor de la Fuerza Aérea de Cuba, Pedro Luis Díaz Lanz, quien días después lo admitió en declaraciones ante el FBI, sin que fuera detenido ni sancionado.

Un día después, el 22 de octubre, otra aeronave procedente de los Estados Unidos bombardeó un tren de pasajeros cuando recorría la provincia de Las Villas.

Al año siguiente, el 12 de enero de 1960 bombas incendiarias caían sobre campos de caña de azúcar en La Habana y el 21 de enero un avión también procendente de Estados Unidos, lanzaba cuatro bombas de cien libras sobre La Habana, causando cuantiosos daños materiales.

Acciones similares se produjeron el 28 y 29 de enero, cuando cinco aviones bombardearon campos de caña en las provincias de Camagüey y otros tres en Oriente. Actos idénticos suceden el 7 de febrero de 1960 en Camagüey, y el 23 sobre Las Villas y Matanzas.

En esta última provincia, el día 18 fue abatido un avión que atacó un central azucarero, donde resultó muerto el piloto yanqui, Roberts Ellis Frost.  En los documentos rescatados consta que en tres oportunidades anteriores había violado el espacio aéreo cubano, hechos reconocidos por el Departamento de Estado, ante las evidencias presentadas.

La lista de actos iguales es larga, por lo que Cuba ante las constantes provocaciones de la organización Hermanos Al Rescate, y su negativa de suspenderlas, decidió derribar a dos de las tres aeronaves en su nueva violación del territorio nacional.

Al tratarse de un plan concebido para lograr ese suceso, la mafia terrorista con representación en el Congreso yanqui, conformó un show mediático, haciéndole creer a la opinión pública que los pilotos de Miami eran inocentes y Cuba, la agredida, era la responsable del hecho, lo que condujo a fuertes presiones contra el presidente Clinton, conminándolo a que el 12 de marzo de 1996 aprobara la execrable Ley para la libertad y la solidaridad democrática cubanas, conocida como Ley Helms-Burton.

Con su firma, Clinton le regaló al Congreso el derecho, que tenían hasta entonces los presidentes de Estados Unidos, de derogar el mal llamado Embargo contra Cuba, imponiéndole sanciones más fuertes con el propósito de matar por hambre y enfermedades a su pueblo.

La citada Ley “Libertad”, incrementa las medidas de guerra económica, comercial y financiera, establecidas en 1962 por el presidente John F. Kennedy, sancionando además a los bancos extranjeros que otorguen financiamientos a Cuba y otras medidas como la persecución de los extranjeros que inviertan en la Isla.

Triste día para la historia, donde se puso de manifestó como un grupo de terroristas secuestraron las facultades del presidente de los Estados Unidos, ante intereses espurios contra un pueblo, cuyo único delito fue decidir caminar soberanamente sin cadenas imperiales.

Mucha razón tenía José Martí cuando afirmó:

“Nada más justo que dejar en punto de verdad las cosas de la historia”.

La Columna
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