Flor de Paz - Cubaperiodistas / Cuba en Resumen / Cubainformación.- Profesionales como Jorge Berlanga Acosta —jefe del Proyecto de Cicatrización y Citoprotección del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), líder científico del HEBERPROT-P®, medicamento que marcó un antes y un después para quienes padecen de úlceras del pie diabético— integran el colectivo de BioCubaFarma.


Entrevistado recientemente por el periódico Trabajadores[i], Berlanga, Doctor en Medicina Veterinaria desde 1985, cuenta su historia y la del HEBERPROT-P®, una formulación inyectable que, administrada a través de infiltración intralesional, ha demostrado la posibilidad de una cura para la cicatrización de las heridas complejas, las úlceras isquémicas y las resultantes del pie diabético.

Al producto se le considera único y primero de su clase en el mundo; actualmente, la única alternativa para prevenir la amputación de las extremidades en diabéticos con lesiones terminales. Ha sido aplicado en alrededor de 186 000 pacientes en el mundo (de ellos más de 44 000 en Cuba). Su empleo reporta una disminución del riesgo de amputación en más del 71 por ciento de los casos tratados.

Pero el Doctor Berlanga no hace en esta entrevista un recuento del éxito del HEBERPROT-P®, sino del camino que ha transitado en la investigación científica, de cómo siempre prefirió la investigación en patología experimental y cómo mediante su amigo, el doctor  Juan Infante, quien para entonces trabajaba en el Instituto Finlay, pasó de ser profesor en la Universidad de Granma a trabajar en el CIGB, en la división que entonces se llamaba de Ensayos clínicos y preclínicos, bajo la tutela de Pedro López Saura, ya fallecido.

Fue Saura —cuenta— quien una mañana me preguntó si sabía lo que era el Factor de Crecimiento Epidérmico (EGF). Berlanga le respondió que había leído un artículo acerca de su aplicación en quemados y que le había impresionado muchísimo, especialmente lo relacionado con la regeneración o cicatrización de los tejidos, y cómo la célula sabe que hay un daño que reparar.

“Ese será tu trabajo en lo adelante”, le dijo Saura. “Estudiar la farmacodinámica del EGF en la crema Facdermin (así se llamaba entonces) en ratones quemados”; tarea que lo ocupó desde 1991 hasta 1994.

Otros especialistas lo ayudaron luego a comprender la dinámica histopatológica del tejido cicatrizal —“un aprendizaje que no termina”. Hasta que un día, “de manera intuitiva”, Berlanga comenzó a cuestionarse por qué solo daban un uso tópico a aquella proteína que fabricaban ellos mismos en el CIGB, con una pureza extraordinaria. “Por qué teníamos que estar condenados a una sola formulación”.

Empleó los dos años siguientes en el desarrollo de una cascada de experimentos. “Cortamos el nervio ciático a ratas para probar el EGF. Y los ejemplares a los que infiltraron localmente con la “sustancia” no perdían los pelos.

“El folículo piloso se mantenía vivo, y si bien los dedos estaban cianóticos, no se habían necrosado como en los animales del grupo control. Lo repetimos unas tres veces y siempre ocurría lo mismo: la mielina del nervio mejoraba y había otros efectos positivos”.

Ante ese estímulo, Berlanga desencadenó una sucesión de modelos experimentales en animales vivos, basados en los efectos farmacológicos de la inyección EGF. Por su “versatilidad de funciones”, lo empleó en “isquemias intestinales, renales, y hepáticas; en atrofias de la mucosa gastrointestinal; así como en la prevención y control de la disfunción múltiple de órganos en ratones quemados”.

El Doctor López Saura lo mandó entonces a uno de los mejores laboratorios del mundo en Biología Molecular especializado en la cicatrización, en Edmonton, Canadá, adjunto a la unidad de quemados del hospital universitario. “La experiencia allí fue tremendamente útil. A mi regreso ya podía trabajar modelos experimentales más complejos en cerdos”.

Su interés por la diabetes, respondió inicialmente a que tenía cierta cultura previa sobre la enfermedad, aunque su pasión por esta patología creció en sus casi 20 años de interacción con el doctor José Ignacio Fernández Montequín —líder clínico del HEBERPROT-P®— en su sala de pie diabético del Instituto de Angiología.

La diabetes es una enfermedad irónica —dice Berlanga—, pues la sangre está encharcada en azúcar, el principal sustrato energético del organismo, mientras la célula pasa hambre.

“Hoy se sabe que la restricción calórica es el primordial mecanismo de control de la senescencia celular y de la mejoría de las funciones orgánicas. Esto se ha demostrado a lo largo de experimentos en los que se pone a animales de laboratorio bajo restricción de consumo, lo cual previene ciertos procesos perjudiciales; mientras que la sobrecarga de azúcar en otros ejemplares activa genes y mecanismos nada saludables”, señala el texto del periódico Trabajadores.

En opinión del científico, uno de los experimentos más revolucionarios que ha existido en el campo de la diabetes es la demostración de que el cerebro produce su propia insulina, amén de la generada por el páncreas que le llega a través del líquido cefalorraquídeo.

“En el último decenio se comprobó la importancia de la insulina para las neuronas cerebrales, y sobre esa certeza se ha desarrollado una corriente muy fuerte de control de las demencias a través del suministro de esa hormona por vía intranasal”.

Para el Doctor Berlanga, “uno de los fenómenos más interesantes del Alzheimer es la resistencia cerebral a la insulina, la cual condiciona una bancarrota tremenda desde el punto de vista energético en las neuronas”.

De acuerdo con la hipótesis de otros investigadores de que el Alzheimer no es una única enfermedad, sino un grupo de enfermedades cuya elocuente expresión distal es el irremediable deterioro cognitivo, Berlanga piensa que ese es uno de sus numerosos puntos de convergencia con la diabetes tipo 2.

Así, las investigaciones actuales del científico están dirigidas a tratar de desentrañar el misterio de la memoria metabólica del diabético. “Mientras más estrés hiperglucémico tenga la célula, más activa será esa memoria, y más severas serán las complicaciones; esas células nunca olvidan el estrés de la alta carga de azúcar”.

Si usted las saca —explica Berlanga— y las coloca 10 años en una incubadora, con las mejores condiciones de control de temperatura, de glucosa, de iluminación, siempre se comportarán diferentes a las células de una persona sana. “Es lo que conocemos como memoria metabólica”.

El Doctor Jorge Berlanga Acosta, no presume de sus resultados científicos, es un hombre sencillo que no halla acicate más nutritivo para el alma de un investigador que haber contribuido a aliviar, mejorar, o curar a una persona, ya sea de forma directa o al menos marginal, periférica o tangencial. “No hay dinero comparable a esa satisfacción”.

Por otra parte, añade en su entrevista con el periódico Trabajadores, Cuba enfrenta y desafía con avances científicos a grupos elitistas y deshonestos que controlan todos los ámbitos, hasta el de las publicaciones científicas. “Existen editoriales con manifestaciones discriminatorias aun cuando la virginidad de la idea, o lo revolucionario del resultado, pudiera traducirse en algo verdaderamente cuántico en el desarrollo científico para la obtención de medicamentos.

“Originales medicinas cubanas no han entrado a Estados Unidos por irracionales e injustificables extremismos de toda índole de parte de actores políticos de ese país. Las evidencias científicas de su efectividad existen. Los investigadores cubanos se han ocupado de publicar sus resultados en exigentes revistas científicas con arbitraje internacional. El medicamento HEBERPROT-P®, por ejemplo, podría ser muy útil en un país que amputa a más de 80 mil pacientes anuales, cirugías que podrían ser perfectamente prevenibles”.

[i] La entrevista es de la periodista Yimel Díaz Malmierca.

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