Andrés Marí - Cubainformación / Fundació Vivint.- Un día donde, a pesar de los héroes muertos en la gesta del Moncada y estos otros hombres y mujeres que nos llevó la pandemia, ¡cuánta victoria, cubanos! Cuánta vida salvó y sigue salvando nuestra Revolución en la isla y más allá de la Mar Océana con una sorpresa: no quisimos ser Colón y su manada, ni otro Reino y sus virreyes, y mucho menos otro Imperio y sus Corporaciones. De Angola, adonde más fuimos, “solo nos llevamos nuestros muertos”, como dijo el hombre aquel que no quiere leer su nombre en las plazas ni en las calles, ni tampoco en ningún otro sitio que no sea en el alma desnuda de aquel otro hombre y de aquella otra mujer que, simplemente, vivan para vestirle cada día y cada noche el rostro del mundo e intenten imaginarlo con amor, gracia y belleza.


Con una imaginación basta para echar a andar por el mundo y, de paso, saber todo lo que el alma desnuda ha buscado, ha encontrado y lo que ha de fundar con su sonrisa desde que lo imaginó.

Aunque el futuro de paz y la serena existencia con besos al aire y todos los atributos que rodean tales brisas sigan quedándose cortos para los cubanos, su tiempo ya nunca será el mismo de antes de la visita del señor Covid 19. Algo muy relevante ha pasado en Cuba para celebrar este 26 de julio o incluso cualquier otro día que se quiera festejar. Hasta los más incrédulos supieron que de la vida, es la vida lo más importante que, en las buenas, en las malas y en el principio y en el final de su andadura, Cuba es su Revolución.

Mientras algunas mentes, francamente escasas de ‘mente’, siguieron esperando “a ver si aquello se acababa de caer”, aquello sigue adelante desde sus derrotas y sus carcajadas: es la preciosa imagen de la Revolución Cubana. Y cambiará, como se ha dicho siempre, “todo lo que deba ser cambiado”. ¡Jamás la fiesta de su nombre! Tanto en la guerra de la lucha armada siempre dura y cruel, como en la paz de los hospitales también dura y cruel, todo es la misma épica y el mismo baile de unos hombres y unas mujeres que juraron --porque en Cuba el juramento se planteó como un sacramento-- no ceder “ni un tantico así” a los que odian un nombre tan encantador.

 

* Andrés Marí es escritor, profesor y actor cubano residente en Catalunya.

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