Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump, desarrolla una política torpe, con mayor prepotencia y alejada de casi todos los organismos y acuerdos internacionales, en demostración del ambicionado deseo de convertirse en el amo del mundo.


Lo lamentable del asunto, es que, mediante las presiones y el chantaje económico, países europeos que se dicen “independientes”, se arrodillan ante Estados Unidos, por temor a ser sancionados con la prohibición de que sus productos entren en el mercado estadounidense, o les suban los aranceles, como sucede con China, Rusia y otras naciones que se enfrentan a los yanquis sin temor.

Un ejemplo de esto es la  actual Operación de la CIA construida contra Rusia, en el divulgado Caso Navalny, donde acusan a Moscú, sin pruebas, de haber “envenenado” al opositor ruso Alexei Navalny, con un agente nervioso del grupo Novichok, a lo que se ha prestado Alemania, a pesar de estar consciente que Washington busca con esa Operación, detener la construcción de la segunda rama del gasoducto Nord Stream 2, entre Rusia y Alemania, algo que desde 2018 irrita a Donald Trump y provoca divisiones en Europa.

Durante el discurso de Trump en la Cumbre de la OTAN, celebrada en julio 2018, aseguró:

Con esas acusaciones Estados Unidos logró atraer a otros miembros europeos, pero ante la rebeldía alemana de seguir adelante, la CIA preparó el supuesto envenenamiento, para obligar a la canciller Ángela Merkel a pronunciarse contra Moscú.

Como resultado del inventado “envenenamiento”, el Parlamento Europeo pide nuevas sanciones contra Rusia, con una resolución aprobada con 532 votos a favor, 84 en contra y 72 abstenciones, donde exponen su “preocupación por el uso repetido de agentes químicos nerviosos contra ciudadanos rusos”, una farsa con olor made in USA.

Alemania está totalmente controlada y apresada por el Kremlin, ya que entre el 60 y el 70% de la energía que necesitará el país europeo, procederá de Moscú”.

Evidentemente el Parlamento Europeo es un apéndice del Departamento de Estado yanqui, y al igual que la prensa internacional, se olvidaron de que Estados Unidos es el mayor asesino del mundo, que emplea agentes tóxicos y biológicos para deshacerse de líderes que no son de su agrado, como fueron los centenares de planes de asesinato planificados por la CIA, contra el presidente cubano, Fidel Castro Ruz.

Esos planes de magnicidio son reales y reconocidos por una Comisión creada en el Senado, para investigar la participación de la CIA en tales acciones criminales, pero no fueron condenadas por el Parlamento Europeo, ni países de ese bloque, a pesar de la cantidad de intentos comprobados para matar al líder cubano.

Hipócritas los yanquis asesinos que ahora se “alarman” y crean campañas contra Rusia, cuando ellos ejecutan verdaderos planes para asesinar a quienes se le enfrenten.

En 2007, la CIA desclasificó 700 páginas de documentos confeccionados durante 20 años, donde constan al menos 8 intentos de planes para asesinar a Castro, entre 1960 y 1965, aunque Cuba tiene pruebas de más de 300.

Con ese fin, emplearon francotiradores, puros envenenados, trajes de buzo con hongos, explosivos y sustancias químicas venenosas para mezclar con alimentos y bolígrafos con agujas envenenadas, todos preparados por esa Agencia para ser ejecutados por sus agentes en Cuba.

Son hechos reales, aunque parezcan parte de una novela de terror.

¿Olvidaron en la Casa Blanca esos actos criminales que convierten al gobierno de Estados Unidos en el mayor responsable mundial de asesinatos?

¿Los parlamentarios europeos no conocen esos antecedentes, o callan en complicidad criminal?

De qué se asombran ahora los que acusan a Rusia, cuando los verdaderos asesinos jamás han sido sancionados por la ONU, ni por la Unión Europea, pero los abrazan y besan como si los yanquis fueran ángeles inocentes.

Entre las ideas más tenebrosas de la CIA estaban obsequiarle a Fidel Castro, un traje de buceo contaminado con esporas y bacterias de la tuberculosis que lo enfermarían gravemente; enviarle un pañuelo impregnado con bacterias para provocarle otra enfermedad letal; envenenarle una bebida mientras compartía con la alemana, agente de la CIA, Marita Lorenz; un puro habano impregnado en botulina, toxina mortal que paraliza los nervios craneales, dificulta la deglución y una parálisis muscular flácida descendente, que produce finalmente un fallo cardiorrespiratorio.

También intentaron envenenarlo con píldoras que debían ser disueltas en los alimentos, mientras cenaba en el restaurante chino Pekín, ubicado en la barriada del Vedado. Otro fue con cianuro en el restaurante El Carmelo. El plan se frustró al ser detenidos los participantes.

La obsesión por asesinar a Castro era tal, que, en abril de 1962, William Harvey, jefe de la Fuerza Operativa de la CIA, contactó con un representante de la Mafia para que entregara a cubanos en Miami, un frasco con cápsulas venenosas fabricadas especialmente para eliminarlo.

Para eso utilizaron al diplomático español acreditado en La Habana, Alejandro Vergara, quien entregó el veneno a la agente CIA, María Leopoldina Grau Alsina, la cual se las pasó a un cómplice gastronómico del hotel Habana Libre, que las mezclaría en el helado que tomaba Castro allí.

En noviembre 1962, Desmond Fitzgerald, alto jefe de la CIA, se reunió en París con su agente, el Comandante cubano Rolando Cubela, para que este asesinara a Fidel empleando un bolígrafo con una aguja hipodérmica, e inocularle un veneno mortal.

Se afirma que existen dos mil 891 documentos desclasificados, de la CIA, donde constan operaciones especiales sobre sus planes de asesinato.

Estos yanquis son los que ahora están “asombrados” por su medida con el opositor ruso “envenenado”, respaldados servilmente por el Parlamento Europeo.

Por eso afirmó José Martí:

“Está muerto en política quien ose decir que no debe cubrir el mundo la sombra del águila”

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