Andrés Marí - Cubainformación / Fundació Vivint.- Convencido totalmente de la gravísima situación -mucho más grave que la pandemia- a que se enfrenta el frágil Gobierno de Coalición Progresista en España y al que una escisión del PP, los energúmenos del ultraderechista partido político VOX, y con todas las simpatías de los restos franquistas de un Reino mal habido y los fascistas envalentonados en Europa, presentan una moción de censura que, al parecer, no saldrá adelante por faltarle unos escasos votos.


¿Qué hacer, dado el peligro que acecha a todas las Comunidades Autónomas que forman el Estado Español? Al vivir en una de ellas, Catalunya, reviso las vibraciones con que, también, acosamos a España. Me explico.

Torra, El Afortunado, al ser elegido  president de la Generalitat, siguió el papel de la insignificancia que ya le había escrito Puigdemont, El Príncipe,  con el dedo mesiánico de Mas, el Delfín, elegido como tal luego de los malos pasos del hijo de Jordi Pujol, El Ubú. Cuando el Afortunado fue inhabilitado, el Príncipe nos llamó “a preparanos para la lucha definitiva” y sacó al Delfín del basurero adonde fue sentenciado por la CUP por esas ideas neoliberales que, al parecer, no caben en El Nuevo País que queremos crear. Debemos hablar con absoluta tranquilidad estas cosas si queremos mirar la significación de las luchas independentistas que asumimos “hasta las últimas consecuencias” con gran diversidad.

Todo eso puede constituir el mejor estudio para saber adonde vamos con el Principado que, al sus habitantes no tener Rey y poseer un altísimo nivel de personalidad, emprendimiento y astucia para alcanzar mayores metas, se vieron impelidos a fundar un Rey de Reyes y unos molt honorables presidents que los dirigieran hacia ellas sin saber apenas cuáles eran. Ya irían llegando con la necesaria fuerza que demandarían. Por lo que si una suficiente mayoría coincidimos en alzar la bandera independentista, también habremos de saber por qué su símbolo se escurre tan a menudo en la triste necesidad de significarlo.

Con el abrazo del dirigente de la CUP al Delfín, --muy parecido al que este y Ubú se daban con el PP o con el PSOE, daba igual, aunque el PP fue siempre el socio preferido de CIU--, sin que supiéramos si ahora la CUP lo abrazaba a la antigua o era la emoción que todos sentimos el 9-N del 2014, se inició, también al parecer, la paulatina desnaturalización de la anticapitalista izquierda independentista y minoritaria que acercó el asalto a la mayoritaria ERC siempre reacia a ser vencida por Ubú. Pero la meta emprendida obligaba y los socialdemócratas se sumaron al afecto que, pareciéndolo, satisfizo a una gran mayoría que eligió “no hablar de política cuando se hablara de la Patria”. No obstante, se siguió hablando, porque el paradigma de una Nueva República no debía pasar por la anulación de las izquierdas. Entendiendo lo que se hablaba, los feligreses de Ubú temieron perder el trono de Sant Jaume y empezaron las transformaciones de CIU. 

Es lo que empezó a pasar y hoy sigue pasando con eso, más que parecido a todo parecer, de la silla vacía del Afortunado en el Parlament y que Aragonés ‘continúe’ de vice porque el liderazgo de los antiguos convergentes debe ser reafirmado a perpetuidad como símbolo de la única estrategia que ha de enfrentar a Catalunya con España, sean quienes sean los gobernantes del Estado Español.

Todo debía pasar por una pacífica transacción con ERC y una palmadita en el hombro a la CUP. De esta manera la Convergencia decidiría cómo sería el Nuevo País mediante la mayor colección de símbolos en Catalunya y que -no hay por qué avergonzarse-, nos gustó a todos. Por ello a todos, hasta Los Comunes --que aquí apenas pintan a pesar de sus notables oficios--, se nos hizo esencial ‘si viene el Borbón a Barcelona’. No importa si su forma de llegar sea tan parecida a Ubú paseándose por la ciudad sin haber levantado ‘la manta’ que dijo conocer y que no lo hará porque su destino es cuidar fortuna, familia y el símbolo de la gesta independentista ya hecha El Gran Camino a seguir. Lo intuimos en el cautivo referéndum que algunos insisten en darle validez y quitarle realidad. Pero muchos lo aplaudimos al ganarlo, aunque el Príncipe no compartiera las heridas por no votar donde le tocaba. Le tocaba hablarnos y lo oímos emocionados: ‘El continente reconocerá una Nueva República si no quiere que le montemos otro referéndum y adéu Europa’.

Europa ni nos miró, y solos en el Mediterráneo, pasó lo que ya todos conocen y culpamos a una España Eterna de lo que muy pocos saben qué pasó. Entonces nos volvimos muy elocuentes con un lazo amarillo, una chapilla, una camiseta, una mochila, un cementerio de cruces, y hasta la pancarta quitada para obedecer a la ley aunque ya fuera tarde, pero el Afortunado ha de parecerlo mientras otros cojan los reflejos incondicionados de Los Mossos: “La República no existe, idiota”. Es que como durante mucho tiempo se erigió en el Principado la causa del empresariado privado con recursos públicos, las privatizaciones, y aquel 3% señalado por el bravo Maragall, las respuestas a toda lucha en nuestras calles la hacían unos autómatas. Hasta la feliz noticia: Europa concede a nuestro Príncipe las sublimes galas.

Son los ajuares más destacados a que ha llegado el independentismo en la Europa que nunca ha condenado la brutalidad de aquella España el 1 d’octubre del 2017 –y que “lo volvería a hacer” si vuelve a La Moncloa--, mientras esa Europa se  encarga de sostener a un presidente “designado” en cualquiera Venezuela que convenga. Por ello el Afortunado guardó vacía la oficina del Príncipe en el Palau. Esta es la situación dependentista que proyectan los dos “ex”, algo lejos del aconsejado regreso al PdeCat-CIU del tercero y con el que aseguran, por la derecha, los votos patrióticos al Gran Camino. Ya los otros dos “ex” pertenecen a una izquierda ‘marxista’ aunque sea de Groucho, y hasta que la CUP rompa el hechizo del abrazo para despertar junto a ERC. Es que las plazas hablan y dicen que una meta del Barça, a pesar de que arregle sus conflictos en la Guardia Civil, es ganarle siempre al Real Madrid. Entonces, ¿por qué no adelantar en Catalunya y pasar de largo a Madrid con una coalición semejante a la que Podemos ha hecho con el PSOE?

Para despejar confusiones con, al parecer, el gran negocio de la pelota de fútbol, van a Perpinyà los tres “ex”, con vistas a sellar otros símbolos como contra-programar la visita del Borbón a la capital, pues al evadirse el Emérito por sus españoladas  con el Fisco, las catalanadas en los negocios que Ubú tenía con el huido pueden levantarse y eso hay que remediarlo con una imagen -“equivalente a mil palabras”-, como aquella tan trascendental chapuza en que el Delfín se hizo Dios. El feliz encuentro de los tres “ex”, fortalecía la unidad hacia uno y el otro brazo del Partido de la Patria con el ya revelado Programa Político de Junts per Cat. Suya es la voluntad de repartir los panes y los peces con esa corte de barbis, institutrices, milagreros, arribistas y el resto de su especie que han de instituir el símbolo del independentismo definitivo. Un rol triunfador en la Fórmula 1: El Príncipe comparte, ex-aequo, el reinado con Ubú.

No es que no valga lo que hicimos y seguimos haciendo sonriendo o con el ceño fruncido, es que nunca sonreímos o nos tensionamos por haber llegado a alguna parte. Tampoco es que no pudiéramos, porque no poder es no querer ni antes ni ahora. Mientras no se comprenda que en toda radicalidad social hay y pugnan entre sí pensamientos irreconciliables, la unidad de sus pasos siempre nos tirará hacia el más fuerte que, súbdito del poder, necesita el fracaso del más débil. Es el mayor símbolo en las voces de los tres “ex” en Perpinyà: somos herederos del Rey de Reyes, demos un paseo por el fuego al Monigote Borbón y... Fins a la glòria, companys!

Muestran victoria a los incrédulos de la causa, porque si el Partido de la Patria no gana las elecciones en ese 14-F tramado por Torrent junto al Beato, Ubú levantará la manta que tiene dormida en Bancos Andorranos a cada catalán, natural o por encargo del catalanismo que recibió sus beneficios. Por ello cuando el Afortunado leyó que “El diálogo que España promete acaba siempre en sentencia”, vimos otra chapuza. Evidentemente le tocó alimentar los rifirrafes con la ERC que no acepta ser un jugador marginal, pero ¿no será que los tres “ex” ya terminaron con nosotros?

Cuando el Príncipe obtuvo sus triunfos en Europa, recordó que se debieron a contactos, habilidades y apegos en el sistema jurídico de los países europeos que le proporcionaron sus iguales y un bien pagado grupo de abogados para la obtención de sentencias favorables. Imagino que pensó que los jueces españoles son unos retrógrados, pero tal vez y en más de una ocasión oyó de sus colegas independentistas que forman la derechista belga NV-A en ascenso, que debemos cambiar a esos jueces. ¿No es eso lo que intenta, casi en solitario, el actual gobierno de Coalición en España al estar caducados muchos  magistrados en los órganos de Justicia del Reino?

La sensatez independentista, aparte de los rollos que mira a derecha e izquierda, se pregunta si es que la verdad de su Gesta es el misterio que sigue abatiendo, ya hoy como médicos de familia en huelga contra el Govern, a los antiguos segadores y trabajadores temporeros que se enfrentaron a los desmanes del Mando Real y del Señorial Catalán en la revuelta del Corpus de Sangre en 1640. Hablemos claro y no olvidemos nada. ¿Vamos con la ley o con la sangre no suficiente?  ¿O es que el Gran Camino es de Ubú y els tres “ex” que buscan que acabemos de echar el resto de las sangres que no derramamos el 7 de junio de aquel año tan lejano y, al parecer, tan cercano?

Si el Beato y los Herejes no recuperan a tiempo la suerte de sus vigorosas paciencias, la resistencia que planifican los “ex” nos llevará a la frustración de todas nuestras luchas y no solo la simbólica. Es que si, al parecer, lo que se fragua en España, persigue y condena a la Vieja España, también perseguirá y condenará a la Vieja Catalunya, ¿no? Amigos míos, no somos un rincón de los belgas. No demos más sangre inútil a los que convierten el “A por ellos” en “A por nosotros”. Si los “ex” creen en las conversiones de Europa, ¿por qué nosotros y a través del Beato, los Herejes y el Rojito no podemos creer en esta, al parecer, otra España que quiere nacer contra todo pronóstico y está a punto, si otros jugadores deciden sumarse a VOX, caer para que caigan Todos los Caminos?

Recordemos que los amores y los odios no tienen idéntica fuerza. Amamos a los que pueden significarse como nuestros iguales en las diversas  vertientes, y solo odiamos a los que en alguna de ellas nos insignifican. Hemos de nacer como todos y donde aquellos -españoles, catalanes o de donde sean-, que buscan entronizar en nuestra Gesta de sonrisas y tensiones los odios sin sentido que jamás han cargado ninguna de nuestras metas, obtengan una digna jubilación o la cárcel si la merecen. Es en uno u otro lugar adonde irán a parar todas las andanzas que pretendan que cultivemos odio hacia todo lo que vive y cambia si no lo hacemos nosotros.

¿Alguien puede creer que los Grandes Caminos del amor son un cielo estrellado? Y ya no digamos esa Revuelta Popular a que con tantas razones nos llama la CUP, sino la construcción de  las nuevas leyes para otros tribunales que han de dictar sentencia sin que el odio o la venganza les nuble su humanidad. ¡Feliz sea el día en que ya no parezcamos ni conquistadores ni colonos de ninguna hispanidad o eurocentrismo! Poco a poco, y con nuestros corazones en estado aparente de santidad, iremos abandonando el Santo Oficio que aún nos persigue en Catalunya, en España y en Europa. Y después, ya han de venir otros asombros en el mundo...

 

* Andrés Marí es escritor, profesor y actor cubano residente en Catalunya.

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