Por Lázaro Fariñas*- Cubainformación-Radio Miami.-Lo que por tiempo veíamos venir, por fin llegó. Las turbas seguidoras y ciegas del Delincuente en Jefe que desde hace cuatro años ocupa la presidencia de Estados Unidos tomaron por asalto el Capitolio Nacional en el momento en que ambas Cámaras del Congreso realizaban una sesión conjunta para contar los votos del Colegio Electoral sobre las elecciones del 5 de noviembre en las que resultó ganador el candidato del Partido Demócrata, Joe Biden.


Entraron como pudieron, por las ventanas, las puertas y hasta por debajo de las escaleras y todo fue filmado por las cámaras de las distintas plantas de televisión del país, las cuales estaban presentes para cubrir lo que acontecía dentro del hemiciclo.

Los «valientes soldados» de Donald Trump, llenos de tatuajes y de estrafalarios sombreros y gorras dominaron fácilmente a la policía del Capitolio, la cual poco podía hacer ante la inmensidad de las turbas. Fue curioso ver que aquellos policías, que durante largo rato estuvieron contemplando a aquellos energúmenos agruparse frente a ellos en las afuera del edificio, no hayan pedido, con antelación, refuerzo a la policía del Distrito Federal la cual nada podía hacer sin que se lo pidieran desde adentro del Capitolio, ya que este no está dentro de su jurisdicción, por ser territorio federal. Incluso, hay fotos en donde se ve a algunos de esos policías medio que confraternizando con algunos del los asaltantes, mientras los aterrados congresistas se escondían en los closets de algunas oficinas o debajo de los bancos del Senado.

Tuve el estómago de dispararme la perorata que echó Mr. Mentira en el mitin que llevó a cabo par de horas antes del asalto. Todo lo que dijo Trump en esa perorata fueron puras mentiras e invenciones conspirativas. Repitió, hasta el cansancio, que le estaban robando la presidencia que él había ganado por una inmensa mayoría de votos. Acusó de traidores a todos los que no le estaban haciendo caso en su juego de mentiras y confabulaciones. Proclamó que aquello no se había acabado y en una incitación a la violencia, alentó a aquella manada de lobos a que de allí partieran hacia el Capitolio para obligar a que los congresistas no certificaran la victoria de Biden y lo proclamaran ganador. Una cañona de las grandes es lo que quería meter Mr. Trump.

Trump es culpable de lo que sucedió después en lo que, hasta el momento, ha dejado un saldo de desastrosos daños materiales dentro del Palacio Legislativo, un bochorno nacional para el país que no se cansa de dar lecciones al mundo entero sobre cómo se desarrolla una verdadera democracia, cuatro muertos y hasta ahora, más de 50 prisioneros.

Uno se pregunta y con razón, qué hubiese pasado si, en vez de ser los supremacistas blancos los que participaron en la toma del Capitolio, hubiese sido una manifestación de negros los que, defendiendo sus derechos, hubieran llevado a cabo el asalto. La respuesta no vale ni la pena darla, ya que todos la sabemos.

Por más de dos horas se vio en las imágenes televisivas cómo los supremacistas se fueron concentrando frente por frente al edificio, gritando vulgaridades y coreando mentiras. Para nadie era extraño ver aquella cantidad de personas  concentrándose frente a los cuatro guardias que se situaban detrás de las pequeñas barreras de metal.

Mientras miraba aquello, menos lo podía creer. ¿Cómo era posible que no pidieran refuerzo a la policía local, al FBI, a la Guardia Nacional o a los alguaciles federales? ¿Alguien se puede creer  que de haber sido negros los que estaban frente a ellos, no lo hubieran hecho? Racismo y del bueno. Existen imágenes en las que se ve a policías fajándose a piñazos limpios con los manifestantes y tengo que afirmar que nunca en mi vida he visto algo así en este país. ¿La policía sin tan siquiera un palo en la mano, fajada a piñazos con manifestantes negros? Nunca ha existido eso en esta llamada «cuna de la democracia». ¿Cuatro muertos y 50 presos? Pecata minuta.

No se sabe cuáles serán las consecuencias para el presidente Trump por haber incitado a sus seguidores a que tomaran por asalto el Capitolio Nacional, pero sí sabemos que después de esto le va a ser muy difícil a este país seguir dándole lecciones de comportamiento democrático a otros países del mundo.

Trump se va, y ojalá termine en los tribunales. Ya algunos de ellos lo están esperando, pero el bochorno nacional que este acto ha provocado se queda en la historia de este país y con todos los que aquí vivimos.

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