Wilkie Delgado Correa* - Cubainformación.- El próximo 20 de enero se irá Donald Trump de la Casa Blanca por una puerta trasera, después de haber cumplido su ciclo como dictador y terrorista en un mundo que ha conocido todas las formas de terrorismo de los estados y de las personas, así como las variopintas condenas a tales actos y, por supuesto los más hipócritas silencios o condonaciones cuando los mismos son cometidos por sí mismos y sus aliados, sean gobiernos o personas.


El último acto terrorista de Trump se cometió contra el Congreso de la Unión, al incitar a sus partidarios desde un acto frente a la Casa Blanca a ir a manifestar su ira proselitista ante el Capitolio, con el consiguiente saldo de la invasión y profanación del recinto, así como cinco muertes. Representantes y senadores debieron huir despavoridos, ¿aterrados, verdad?, bajo la guía del servicio secreto.

Luego, demasiado tarde para la magnitud del suceso, Trump condenó los actos violentos, pero no perdió la ocasión para calificar a sus seguidores de patriotas y expresarles su sentimiento de amor.

Un elemento muy significativo para un acontecimiento tan inusual en el mundo por todos los ribetes de uso de armas letales de asalto, circunstancias, características, significación y consecuencias, ha acompañado el mismo. Y es que tales hechos no fueron calificados por Trump ni por nadie de los dirigentes de la clase política, demócrata y republicana, como un acto terrorista. Tampoco fue condenado como tal por los gobiernos de las potencias aliadas y los demás países satélites del imperio. Ahora no solo la palabra terrorista estuvo omitida, sino vedada. 

Un hecho parecido ya había ocurrido cuando la muchedumbre contrarrevolucionaria venezolana asedió durante días a la embajada de Venezuela, y por tanto territorio soberano del país según la Convención de Ginebra, y finalmente las autoridades estadounidenses penetraron en la misma y detuvieron a sus defensores. Fue un violación del derecho internacional practicada por el gobierno de Trump.

El mundo atónito ha visto utilizar un medidor de doble rasero a la hora en que los países, principalmente las grandes potencias, califican como terroristas a determinados hechos. Así, por ejemplo, se ha sido calificado como tal la acción de un individuo armado de un cuchillo que hirió o asesinó a alguien por una supuesta motivación doctrinaria. SIN EMBARGO, el asesinato cometido y confesado por Trump, fríamente ejecutado desde las distancias, contra el general iraní Soleimani y otros, no fue condenado como acto terrorista ni como una flagrante violación de la soberanía de Irak como miembro de las Naciones Unidas.

Tampoco fue condenado por los que auspician el terrorismo en el mundo, y que actúan con alevosía e hipocresía horribles, el intento de asesinato terrorista colectivo con drones contra el  presidente de Venezuela Nicolás Maduro y los máximos dirigentes políticos y militares del país, en que Trump y los servicios de inteligencia estadounidenses y sus títeres locales estuvieron implicados.

Una mención aparte son las medidas económicas calificadas como sanciones territoriales y extraterritoriales decretadas contra países en todo el mundo, y que por sus consecuencias para los pueblos en muchos casos tienen carácter terrorista.

Y finalmente, cuando se pudieran añadir muchos más hechos irrefutables durante la era Trump como el despojo criminal de las riquezas de otros pueblos, la presencia de tropas a la fuerza en territorios extranjeros, y otros muchos hechos vandálicos como poner precio por el asesinato de dirigentes legítimos de países, el tiranosaurio que ya se va al estercolero de la historia, se permite un adefesio más de su trayectoria abyecta: incluir a Cuba en la lista espuria de países que auspician el terrorismo.

¿Cuál será el destino futuro de Donald Trump? ¿Responderá algún día por sus tropelías antes y durante la presidencia de los Estados Unidos? ¿Le condenará el Congreso a posteriori? ¿Se le juzgará y condenará de alguna forma por las leyes? ¿Permanecerá impune y dormirá el idílico sueño de los plutócratas? ¿Intentará regresar a la Casa Blanca para la revancha?

Estimado lector, trate de adivinar lo que solo el futuro guarda celosamente.

 

*Doctor en Ciencias Médicas, Doctor Honoris Causa, Profesor Titular, Consultante y Profesor de Mérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.

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